Diario de una corresponsal en Roma

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Echo la vista atrás y parece mentira que ya haya pasado algo más de un mes, aunque realmente parece que lleve aquí toda una vida. Escribí una carta al aterrizar en Roma con los nervios a flor de piel, y ahora comienzo este artículo,  quizá con menos nervios pero con la misma ilusión que aquel 7 de enero.

Mi primera tarea fue acreditarme en la Sala Stampa de la Santa Sede, donde no lo ponen nada fácil, o al menos al principio. Hay dos tipos de acreditación: La ordinaria si resides más de un año en Roma como periodista, y la temporal, aquella que te dan cuando estás menos de un año. En la oficina de acreditación trabajan dos hombres, y son algo así como el «poli bueno y el poli malo». Aunque finalmente, después de un mes, he logrado que ambos sonrían.

En la página oficial de la Sala Stampa actualizan cada semana el calendario con las diferentes actividades, ruedas de prensa y eventos de la Santa Sede, para los que hace falta acreditarse. Una vez aceptada tu petición te entregan una tarjeta que te permitirá la entrada al evento, donde aparecen tus datos y el medio para el que trabajas. Pronto no tendré espacio en casa para guardar la colección de tarjetas que, por cierto, son de buenísima calidad. No quiero imaginarme cuánto le costará al Vaticano imprimir estos pases para todos los periodistas acreditados.

En algunas calles de Roma todavía no han retirado las luces de Navidad, y en las puertas de muchas iglesias todavía se leen carteles que invitan a visitar el pesebre, lo que me hace recordar la exposición de los 100 belenes del Vaticano o el Belén de arena que presidió la Plaza de san Pedro en Navidad junto a la frase de Borges «nada está construido sobre piedra». Algo que, por cierto, solo publicó Infovaticana a pesar de que fueron muchos los que en Roma se percataron del disparate.

Durante los primeros días cubrí la presentación de Athletica Vaticana, les mostré la Plaza de San Pedro abarrotada de animales en honor a San Antonio Abad y tuve la inmensa suerte de conocer a Don Mariano, el rector de la Iglesia Nacional de los españoles que sin dudarlo abrió sus puertas a Infovaticana.

Aseguré, aunque sin haberlo visitado, que el purgatorio sí existe y también pude asistir a la presentación de la nueva iluminación de la basílica de San Pedro. Los vídeos todavía consiguen que se me erice la piel.

Infovaticana en Roma también estuvo presente en el Consejo Permanente de Conferencia Episcopal italiana, donde se dio luz verde al «Servicio Nacional de protección al menor»; en la presentación del libro «Laudato si e grandi cittá»  presidida por el cardenal Sistach, donde los asistentes se podían contar con los dedos de una mano; en la inauguración de la jornada de oración por la trata de personas; en la Audiencia  privada del Papa con los familiares de los presos de Regina Coeli o en la toma de posesión del título cardenalicio del español Aquilino Bocos en la iglesia de Santa Lucía del Gonfalone, a escasos metros del río Tiber.

Fue un placer visitar el corazón de la Orden de Malta en Roma o a Don Aniceto, el párroco de la Iglesia San Pietro in Montorio, cuya historia les contaré en los próximos días para que así puedan conocer la grandísima influencia de la iglesia española en la capital italiana.

Llegar hasta cardenales y miembros de la Curia Vaticana es, como se podrán imaginar, una ardua aunque no imposible tarea. Muchos de ellos ni si quiera te contestan, otros lo hacen amablemente y algunos directamente aseguran que «no ven oportuno» conceder una entrevista. O «no me conviene, ánimo niña, rezaré por ti», como me dijo Kiko Argüello después de tres semanas esquivando mis llamadas. Lo más efectivo es encontrarse con ellos en lugares donde no haya escapatoria, en un avión por ejemplo, como me ocurrió con el cardenal cuya entrevista publicaré la semana que viene.

En Roma ningún día es igual que el anterior. En tan solo un mes he tenido la oportunidad de conocer a personas maravillosas de las que he aprendido muchísimo. Aunque donde más se aprende es en la calle, en los minutos previos a una rueda de prensa o en los desayunos con otros periodistas donde se escuchan algunos rumores como la posible destitución de Gänswein o diferentes opiniones sobre «Sodoma», el libro que verá la luz en los próximos días.

Sin falta acudo cada miércoles a la Audiencia General del Papa Francisco, donde les cuento lo que no leerán en otras publicaciones de índole religiosa, sino lo que ocurre detrás de las cámaras. Y también, cada domingo, podrán seguir el Ángelus a través de la cuenta de instagram @infovaticanaroma, donde me permito mostrarles también algunas de las iglesias y rincones más bellos de Roma.

En tan solo unos días comienza la cumbre sobre los abusos sexuales en la Iglesia. Aunque desde el Vaticano nos han invitado a «andar con pies de plomo», en Roma ya se respira expectación y los periodistas y prelados andan más revueltos de lo normal. En la oficina de acreditación de la sala Stampa no dan a basto y en los pasillos se puede ver a grupos de reporteros haciendo todo tipo de conjeturas. ¿Será realmente el principio del fin de los abusos? Es algo que solo podré contarles la semana que viene.

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Comentarios
2 comentarios en “Diario de una corresponsal en Roma
  1. ¿ Tienen acreditación un Marco Tosatti, un Antonio Socci, un Sandro Magister, un Aldo María Valli ? No las necesitan. Gozan de suficiente crédito, incluso internacional.

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