Nadie puede saber qué se esconde detrás de la Declaración Fiducia supplicans sobre el sentido pastoral de las bendiciones. ¿Se trata solo de un remedio pastoral para acercar a personas alejadas a la Iglesia? ¿Es un nuevo paso para ir preparando el terrero para un futuro cambio de doctrina? La respuesta solo está en la conciencia del cardenal Víctor Manuel Fernández y del Papa Francisco.
El prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe declaró ayer a InfoVaticana que se trata de un texto que «ha sido cuidadosamente pensado para evitar cualquier interpretación errónea» aunque entre los medios de comunicación y redes sociales circulan ya múltiples y diversas interpretaciones.
La realidad es que cuando uno ve un documento de 45 párrafos tiende a pensar que a más palabras más fácil es distorsionar la claridad del mensaje. ¿De verdad no se podía haber publicado un documento más concreto y alejado de ambigüedades?
Ni siquiera los obispos españoles se han atrevido a opinar públicamente sobre esta cuestión. Quizá por lo de siempre (cobardía) o por miedo a no saber interpretar bien el texto del cardenal Fernández y que tiene la firma del Papa Francisco.
Precisamente, si una labor sustancial tienen tanto el Papa Francisco como el Dicasterio para la Doctrina de la Fe es la de ‘confirmar’ en la fe al pueblo de Dios y no ser ellos generadores de incertidumbres.
Tucho Fernández defiende en el escrito que «la presente Declaración se mantiene firme en la doctrina tradicional de la Iglesia sobre el matrimonio, no permitiendo ningún tipo de rito litúrgico o bendición similar a un rito litúrgico que pueda causar confusión».
Acto seguido explica que «se puede entender la posibilidad de bendecir a las parejas en situaciones irregulares y a las parejas del mismo sexo, sin convalidar oficialmente su status ni alterar en modo alguno la enseñanza perenne de la Iglesia sobre el Matrimonio». La pregunta es ¿y esto cómo se hace? ¿Sería lo mismo decir que se puede bendecir a un médico que practica abortos pero sin aprobar ese abominable crimen? Hay quien sostiene que sí.
El cardenal Fernández ya adelantó en InfoVaticana que esto iba a suceder
Lo cierto es que quien haya seguido las declaraciones del cardenal argentino no le debe sorprender este texto. Víctor Manuel Fernández ya deslizó hace unos meses que este documento podría llegar. Lo dijo precisamente a InfoVaticana en la primera entrevista que concedió cuando fue nombrado prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe en sustitución del cardenal Ladaria.
En esa entrevista le pregunté si estaba de acuerdo con el responsum del cardenal Ladaria del año 2021 cuando dejó claro que la Iglesia «no puede bendecir el pecado».
Víctor Manuel Fernández dijo que él entiende que «matrimonio en sentido estricto es sólo una cosa: esa unión estable de dos seres tan diferentes como son el varón y la mujer, que en esa diferencia son capaces de engendrar nueva vida. No hay nada que pueda compararse con eso y usar ese nombre para expresar otra cosa no es bueno ni correcto».
El entonces recién nombrado prefecto de Doctrina de la Fe, declaró a este medio que «hay que evitar gestos o acciones que puedan expresar algo diferente. Por eso pienso que el mayor cuidado que hay que poner es en evitar ritos o bendiciones que puedan alimentar esa confusión«. A pesar de esa afirmación, añadió que «si una bendición se da de tal manera que no provoque esa confusión, habrá que analizarlo y confirmarlo. Como verá, hay un punto en que se sale de una discusión propiamente teológica y se pasa a una cuestión que es más bien prudencial o disciplinar».
Dicho y hecho. Seis mese más tarde ya tenemos ese documento que permite impartir esa bendición, en este caso, a parejas del mismo sexo y otras que se encuentran en situación irregular. Lo que desde luego no ha podido cumplir el cardenal Víctor Manuel Fernández es evitar que se pueda alimentar esa confusión.
Los titulares de la prensa son prácticamente unánimes: el Papa ha permitido la bendición de parejas homosexuales. Aunque se ponga énfasis en que no es equiparable a un matrimonio y que no se pretende bendecir «la unión» sino a la persona, el caos ya es generalizado y le va a ser muy difícil a la Santa Sede salir de este berenjenal.
¿Qué hacemos con quienes luchan por vivir esta tendencia a la luz de la fe católica?
Obispos alemanes y austriacos han salido en tromba para apoyar y aplaudir este primer paso del Vaticano. Por supuesto, a quien no convence esta declaración por ser «insuficiente» es al lobby LGTB infiltrado dentro de la Iglesia cuyo único fin es cambiar la moral y la doctrina.
Aún se sienten discriminados porque saben que este documento no sacia sus aspiraciones más altas que pasan por conseguir que la Iglesia apruebe y acepte la unión de personas del mismo sexo al mismo nivel que la de un matrimonio heterosexual. Por tanto, se trata de una Declaración que no contenta ni a unos ni a otros.
Dentro de todo este caos, me ha parecido muy interesante la reflexión que ha hecho el sacerdote Patxi Bronchalo, de la diócesis de Getafe. Cuenta como en sus años de sacerdote ha acompañado a chicos que presentaban atracción a personas del mismo sexo. «He tratado de ayudarles a vivir la virtud de la castidad, he visto como la oración, la Eucaristía, la confesión, el trato de amistad y hermandad con otros les han fortalecido y sostenido continuamente. Están bien, en paz con ellos, con su historia y con Dios. Estos chicos no son tontos, saben de sobra lo que está bien y lo que está mal, ven lo que en su vida les ayuda y lo que les daña, por eso piden auxilio y acuden a un sacerdote. ¿Qué les decimos nosotros ahora? ¿Qué se han equivocado? ¿Que les hemos engañado? ¿Qué para contentar a un mundo que jamás estará contento les estamos traicionando?»
En no pocas ocasiones cuando hablamos de personas homosexuales uno tiende rápidamente a pensar en aquel que se pasea ligero de ropa en la manifestación del orgullo gay. Pero sería un tremendo error caer en semejante reduccionismo.
No podemos olvidar que hay personas (especialmente jóvenes) que -por la razón que sea- experimentan atracción por personas del mismo sexo. A pesar de esta tendencia, luchan por llevar una vida casta y ordenada según las enseñanzas y mandamientos de la Iglesia católica. ¿Acaso es la solución decir que robar ya no es pecado para que los ladrones se ‘integren’ dentro de la Iglesia? ¿Es la solución permitir el adulterio para que quienes no son fieles en el matrimonio ‘se sientan acogidos’ por la Iglesia? ¿Debe la Iglesia eliminar el octavo mandamiento para que los mentirosos no se sientan ‘alejados’?
Todos nosotros podemos caer en cualquiera de estos pecados y aun así reconocemos que en caso de caer, lo que necesitamos no es una palmadita en la espalda o que nos cambien la doctrina como remedio al no superar nuestras faltas y malas inclinaciones, sino ayuda, fe y esperanza para renovar la lucha.
Tal y como señala Patxi Bronchalo «esto de las bendiciones es darles un palo a ellos. No es caridad. Otro palo a quien nos esforzamos en ayudar a vivir a cada persona en las enseñanzas de Dios. Muchos de nosotros somos sacerdotes. Esto no es el Evangelio de Jesús sino el que inventamos nosotros. No es misericordia, es buenismo nuestro. Esto puede ganar el aplauso de algunos pero no salva a nadie, eso solo lo hace Dios».
Terminamos este artículo con una frase un santo de finales del siglo pasado que viene como anillo al dedo con toda esta situación: «Hemos llegado a un punto en que se por desgracia se desprecia a los que quieren permanecer constantes en la fe y se alaba a los apóstatas y a los herejes, escandalizando a las almas sencillas, que se sienten confundidas y turbadas».
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En base a la Biblia sabemos que Dios no bendice las uniones de parejas homosexuales o de otras variedades en la línea lgtbi, y cuando la Iglesia actúa lo hace en nombre de Dios, pidiendo al Señor su bendición. Por eso la novedad que ahora permite el Papa Francisco es tan absurda como si autorizara la bendición de asociaciones de abortistas o de bandas criminales.
Fiducia Supplicans se opone al Magisterio Pontificio de la Iglesia, y por tanto no debe ser secundado por los fieles, sino ser públicamente refutado.
Además, como Dios reprueba las uniones pecaminosas, no las bendice, y por tanto, aunque dijéramos unas palabras de bendición, tal bendición no se daría, pues nadie puede forzar la voluntad de Dios.
San Juan Bautista, según las Escrituras, murió decapitado por negarse a bendecir la «unión irregular» entre Herodes y Herodías. ¿Qué tiene que ver la Iglesia de Francisco, Tucho y sus sanedrines volantes con el Evangelio del Señor?
Eso es lo que usted se cree, el Papa y sus acólitos durante siglos han querido retorcer la voluntad de Dios, pues como cuando anulaban matrimonios por conveniencia política, aprobaban matrimonios con mucha consanguinidad, y ahora estas uniones contra natura. Pero del intento al hecho va un trecho, por mucho que quieran esas parejitas la bendición de Dios, ni el papa ni todo el colegio cardenalicio con el Tucho a la cabeza lo puede hacer. Ahora bien el mal para el resto de los católicos y del mundo está ya hecho.
También el empeño de un pontífice y el martirio de unos católicos por mantener la verdad de Jesucristo sobre un matrimonio real costó a la Iglesia, amén de las torturas y muertes, la perdida de Inglaterra… Pero, a cambio, sellaron con fe y con sangre la amistad con Dios.
Lean el comentario del padre Aberasturi en Infocatólica: magistral.
Ha cumplido su palabra : lio lio haced lío. Pues ya está servido . Además recordad las palabras de Cristo : lo que antes en la tierra quedará atado en el cielo . A ver esto y todo lo demás, como se “ come”
Felicitaciones muy especiales a INFOVATICANA por artículo tan riguroso. Cuando un prestigioso diario antirreligioso lleva a noticia principal de portada el documento sobre bendición de parejas homosexuales, no puede uno menos que recordar la fábula de Esopo: » Oh que docto perro viejo/ yo venero su sentir/en esto de no seguir/ del enemigo, el consejo».
Truchísimo (o truchísima).
¡Qué perversidad y perfidia en este personaje!
Todo esto es un plan orquestado por Francisco en sintonía con las élites globalistas del nuevo orden mundial, que quieren imponer la ideología de género.
Si yo estoy leyendo, en publicasiones cristianas, como esta, que en seminarios concretos el rosa es el color determinante (aunque quiza no en las pareces, por pintura), porque me voy a extrañar de senejante abiminacion. Como los catolicos somos sacerdotes profetas y reyes, voy a profetizar: Nos cambiaran la Biblia, suprimiran cualquier mencion, como pecaminosa, de la homosexualidad activa, cambiaran el Codigo de Derecho Canonico, y los libros liturgicos sobre bendiciones, con lenguaje inclusivo. Y los no cristianos que asistar al «bendicion»gritaran «vivan los novios». Y el cura sonreira. Estos si que abonaran las espensas.
Apostasía es el abandono de la Fé católica y sus enseñanzas basadas en el Evangelio.
Fiducia supplicans cubre estos paramétros:
1. Rechaza e ignora las enseñanzas del Evangelio.
2. Rechaza e ignora las enseñanzas milenarias de la Iglesia.
Fiducia supplicans es el documento que implanta y establece desde el 18 de Diciembre la Apostasía en la Iglesia pública y oficialmente.