El Cardenal Penitenciario Mayor abrió ayer lunes por la tarde en Roma el 34º Curso sobre el Foro Interno con una reflexión sobre el sacramento de la reconciliación, «auténtica razón del Jubileo»: como un escultor, Dios «libera al penitente de todo desperdicio inútil».
De su discurso dan parte los medios vaticanos. El purpurado italiano centró su discurso en hablar sobre la importancia del sacramento de la confesión.
Somos peregrinos porque «caminamos hacia un destino preciso», que «se ha revelado, de manera única y personal», Jesucristo, Luz del mundo, explicó el cardenal Piacenza.
El Penitenciario Mayor subrayó que «una renovación de la Iglesia y del mundo» requiere, de hecho, en primer lugar, una «renovación personal, generada por la Gracia, que hace de cada uno un portador, un peregrino de esperanza».
La confesión es también «una verdadera y propia ‘nueva creación'», agregó el cardenal. Además, «nos hace peregrinos de la esperanza, porque nos da la certeza de ser continuamente renovados por la Gracia» y «de ser todavía siempre ‘esculpidos’, liberados por Dios», remarcó el purpurado.
En su discurso, también destacó que «la santidad bautismal, que nos inserta en la comunión de la Iglesia, y el sacramento de la Confesión, que recrea en nosotros la imagen desfigurada por el pecado, son la verdadera fuente de nuestro ser ‘peregrinos de la esperanza’, de nuestro caminar hacia la esperanza escatológica», que «nos permite no confiar en construcciones meramente humanas, en sistemas sociales o políticos» y «menos aún en una supuesta ‘Iglesia nueva’ hecha sólo por manos humanas».
Por último, Piacenza recordó que «con la Confesión, el hombre es arrancado de su pecado y del consiguiente triste aislamiento y es acogido libremente, insertado directamente en la Iglesia, comunidad que une y sostiene en la vida y en la muerte».
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Pólvora mojada. Ni el Vaticano, ni lo obispos, mueven un dedo para que los sacerdotes se sienten en el confesionario. Hace años que no escucho una homilía que predique la necesidad de comulgar en gracia de Dios y, por lo tanto, la importancia de la confesión periódica. Claro que en la mayoría de las Iglesias del mundo ni siquiera hay un confesionario y las dificultades que encuentran los fieles para recibir el sacramento del perdón son cada vez mas grandes. Desde las sedes episcopales se dan instrucciones para que el cura provea de todo tipo de actividades mundanas, pero para la confesión, exención total o cero instrucciones.