Un estudio del Instituto para la Medición Sanitaria de la Universidad de Washington, hecho público por la británica BBC, alerta de una espectacular caída de la tasa de fertilidad en todo el mundo que han definido como “jaw dropping”, es decir, para dejarnos con la boca abierta.
En 1950, la mujer media en el planeta tenía a lo largo de su vida 4,7 hijos. En 2017, la cifra era de solo 2,4, poco por encima de la tasa de reemplazo; para final de siglo se proyecta que haya caído hasta 1,7, anunciando la primera reducción de la población humana en siglos.
Naturalmente, esa media mundial varía extraordinariamente de unos países a otros. Pero según los investigadores, prácticamente todos los países verán reducirse sus poblaciones, algunos -23, según el estudio- a la mitad para 2100.
Casos inmediatamente alarmantes: Japón. Su población empezó probablemente el descenso en 2017, al alcanzar los 128 millones, y se prevé en el estudio que para finales de siglo se haya reducido a 53 millones. O Italia, por venirnos más cerca: en el mismo periodo, se espera que los italianos pasen de los 61 millones a solo 28.
El estudio prevé que la población mundial alcance su cota máxima, 9.700 millones de personas, en 2064, punto a partir del cual comenzará a reducirse de forma natural hasta los 8.800 millones a finales de siglo.
Frente a lo que auguraban los alarmistas en los setenta del pasado siglo, el problema que aguarda a la humanidad no va a ser la temida superpoblación, sino más bien todo lo contrario. Aunque el reportaje que ofrece la BBC es más bien congratulatorio -la drástica reducción demográfica es uno de los ansiados objetivos de las élites mundialistas-, conviene tener en cuenta que este descenso no es indiscriminado. Es decir, que la disminución drástica de nacimientos no se traduce meramente en una población menor, sino sobre todo, debido a la mayor esperanza de vida, en una población más envejecida.
Es difícil abarcar lo que significan estas cifras, la miriada de consecuencias que tiene para la humanidad. ¿Cómo puede sostenerse una sociedad con una mayoría de ancianos? ¿Quién produce, quién paga impuestos, quién se hace cargo de tantos y tantos jubilados, qué pasa con el gasto sanitario disparado frente a una población productora cada vez menor? ¿Pasará la eutanasia de ser totalmente voluntaria a ser condicionada, primero, y obligatoria, finalmente? Es difícil responder porque, hay que insistir, nunca se había dado esta situación a escala planetaria.
La tendencia, por lo demás, parece imparable; no hay nada que nos permita suponer que se detendrá, de modo que es al menos imaginable prever una extinción de la humanidad que responda a las palabras del poeta T. S. Eliot y acabar, no con una explosión sino con un quejido.
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Y falta que hacía que cayera dicha tasa. PORFIRIO, el escritor neoplatónico del s. III d.C., en «Sobre la abstinencia» (Editorial Gredos. Madrid 1984, p. 154) dice con gran lógica: «Un albañil no levantaría los cimientos de una casa en estado de embriaguez, ni un constructor de barcos trazaría la quilla de una nave si no goza de buena salud, ni un labrador se pondría a plantar una viña si no tiene puesta su atención en ello; en cambio los hombres, casi todos, se dedican a procrear en estado de embriaguez». Pues bien, ¿quién en su sano juicio se va a poner a traer hijos a este mundo del falso dios Tiranovirus donde día a día comprobamos como los cabrones que en su nombre ocupan algún carguito de poder esclavizan con ahínco más y más a la humanidad? A nadie, salvo a los islamitas que emigran a Occidente y a esos invasores descerebrados que llaman «los MENA», se les ocurre procrear con o sin permiso de las procreadoras y aumentar la población de esclavos.
Después de tantísimo tiempo de usar la píldora anticonceptiva, el cuerpo se acostumbra a ser estéril.
Frecuentemente, matrimonios ó parejas que han estado evitando la descendencia por este medio durante largos años, 5,10,15…cuando se acercan a la cuarentena, y les viene el capricho de tener un hijo, les cuesta mucho que la mujer quede embarazada.
Es un hecho constatado, y es que tanto ir en contra de las leyes naturales que Dios ha puesto en nuestros cuerpos también, tiene su precio, en ocasiones altísimo.
Durante décadas, se han invertido cifras aterradoras para convencer a todo el mundo de que el problema más grave es la sobrepoblación, que, si las tasas de fertilidad no se hubieran reducido, el mundo habría caído en una catástrofe. Durante décadas, se han cometido crímenes reales contra la humanidad, con la cobertura de la ONU, a través de esterilizaciones masivas y abortos forzados y selectivos, como China e India, para reducir drásticamente los nacimientos.
También se ha inventado una «emergencia ambiental» para justificar el control de la natalidad, y no es coincidencia que la investigación considere que la disminución de la población es un hecho positivo. Por lo tanto, una crisis demográfica devastadora fue causada artificialmente y ahora, sin una sombra de autocrítica, se está buscando alguna operación de ingeniería social para reparar el daño.
Pero el daño es demasiado grave para ser reparado; tanto más cuanto que afirma encontrar soluciones recurriendo a la ideología antihumana que lo provocó. La investigación destaca precisamente la reducción de lo humano que genera esta ideología: la crisis demográfica se ve sobre todo en términos de reducción de la fuerza laboral, como si el hombre fuera solo una herramienta de producción, de la cual entendemos la enorme carga representada por una gran parte de la población que ya no es productiva.
Desafortunadamente, ya sabemos cuál es la primera medida, incluso si no se dice, para reequilibrar a la población: en cuanto a contener los nacimientos, los niños han sido eliminados sin piedad, mediante el aborto, pero también el infanticidio en algunos países. Ahora para reequilibrar la estructura de la población se pasa a la eliminación de los ancianos, comenzando con el abandono terapéutico, que ya se ha convertido en una práctica en muchos países, y luego continúa con la eutanasia y el suicidio asistido. Ya vimos claramente el mecanismo en la emergencia Covid: dado que no hay posibilidad de ayudar a todos, se realiza una selección, y obviamente los más antiguos son los primeros en ser sacrificados.
Esto también debería ser una advertencia para ciertas figuras supuestamente relevantes de la Santa Sede que, con tanto entusiasmo, han abrazado la causa del desarrollo sostenible y el ambientalismo, quizás pensando en cuidar la tierra de acuerdo con la voluntad del Creador. Trajeron al Vaticano para pontificar a los principales exponentes de esta concepción antihumana, desde Jeffrey Sachs hasta Paul Ehrlich, fanáticos partidarios del control de la natalidad y la necesidad de reducir la población mundial. Su preocupación por la tierra es eliminar a los hombres, su lucha contra la pobreza es eliminar físicamente a los pobres y más vulnerables. Caminar juntos significará abrazar todas sus «terapias» a largo plazo, incluso aquellas que ahora son inconfesables. ¿ Rectificará Francisco a tiempo ? No parece.
Jeffrey Sachs y Paul Ehrlich serán FANATICOS del control de la natalidad…………..pero es que también existen los FANATICOS del natalismo a ultranza……….en muy pocas décadas la población mundial se ha duplicado, y sigue creciendo (aunque a un ritmo más lento). La pobreza en el mundo es impresionante y el deterioro medioambiental también es impresionante. No tiene nada que ver esto con el crecimiento de la población?…….parece que es un tema sobre el que no es posible ponerse de perfil.
La pobreza se ha reducido muchísimo. A ver si te enteras de los datos, amigo Felipe.
jajajajajajajaj, esos datos los trajiste de Marte sabelotodo? es atrevida tu ignorancia. Felipe tiene toda la razón la población se ha duplicado, la pobreza, el deterioro ambiental también. tu peor defecto y tu peor debilidad es que crees que lo sabes todo y no eres más que un loro que repite lo que le dictan sus superiores en la logia.
Cuidarán de los viejos los robots. Trabajarán los robots. Fácil. Ocurrirá pronto. Muchos aquí lo veremos.
Es cierto lo que dice Belzunegui de que la pobreza mundial se ha reducido muchísimo. Sólo hay que ver China (unos 1500 millones de personas) e India (1400 millones). Entre ambos casi la mitad de la población mundial.
Su PIB per cápita no para de crecer (el de ambos países):
gapminder . org
Por otra parte, a 5 hijos por pareja, aunque muera uno, en 30 años se dobla la población mundial. En 90 años se multiplica por 8. La gente parece no entender lo que es un crecimiento exponencial, y sus consecuencias. Afortunadamente LA HUMANIDAD entera (también los musulmanes, hindúes, etc…) ha frenado su crecimiento. Son buenas noticias, aunque durante un tiempo sea difícil mantener a los ancianos. De todas formas hay mucho margen. Subir la edad de jubilación de 65 a 70, por ejemplo, no sería tan terrible, dada la salud con la que se llega ahora a esa edad. Y serían 5 años más de cotizar y 5 menos de recibir.
Hay cuestiones que son impepinables, que no tienen vuelta de hoja. Como el agua. Como la contaminación del aire o del océano. Etc, etc…
No es descartable llegar a vivir en uno de esos mundos distópicos en los que la naturaleza ha colapsado y todo es basura, etc…
¿Qué queremos del futuro? ¿Cómo queremos que vivan nuestros hijos y nuestros nietos?