Tosatti valora el documento: «De lo más dramático e importante en 40 años de vaticanista»

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Marco Tosatti valora en este artículo el documento que hoy publica en exclusiva en La Veritá, InfoVaticana y otros medios en diferentes idiomas. 

Lo que están ustedes a punto de leer es uno de los documentos más dramáticos e importantes que en casi cuarenta años de cubrir la información religiosa (y en medio siglo de periodismo) me ha tocado leer. Es el testimonio escrito y firmado por un arzobispo de Santa Romana Iglesia, Carlo Maria Viganò, que ha sido Nuncio en los Estados Unidos y que, antes de recubrir ese cargo, había sido, primero, responsable de tareas de índole muy delicada en la Secretaría de Estado y, después, Secretario del Gobernatorado, es decir, del Estado de la Ciudad del Vaticano. Su testimonio es dramático y el motivo por el que nos lo ha confiado es uno solo: considera que es su deber ante los hombres y ante Dios (tiene 77 años y aunque goza de muy buena salud, a esta edad es normal pensar en hacer balance) no callar.

“He reflexionado durante mucho tiempo y he rezado. En conciencia, aun sabiendo el riesgo que corro, tengo que hablar, tengo que decir la verdad. Si callo, Dios me pedirá cuentas”.

El tema es ese, de gran actualidad, de los abusos en la Iglesia, de la presencia en la misma de un lobby homosexual y de la complicidad y protección de la que ha gozado, hasta hace pocas semanas,  el cardenal McCarrick durante años y años.

Si tienen ustedes la paciencia -y se lo aconsejamos- de leer todo el documento, encontrarán muchos nombres ilustres y mucho material para una reflexión seria sobre el estado de la Iglesia. En este artículo el tema es McCarrick y quienes le han protegido hasta ahora. En su testimonio, el arzobispo Viganò nos conduce gradualmente a una conclusión que les anticipamos de manera brutal: el Pontífice reinante tenía conocimiento, desde marzo de 2013, de las acusaciones -y de las medidas tomadas por Benedicto contra McCarrick, que fueron desatendidas-, y no ha hecho nada hasta hace pocas semanas, cuando la situación era ya tan explosiva que no había posibilidad de encubrirla; fue entonces cuando le quitó la birreta cardenalicia a McCarrick. Con razón el arzobispo Viganò le pide al Pontífice, utilizando sus propias palabras, que adopte hacia sí mismo la misma medida que propone para los obispos cómplices en los abusos y los encubrimientos: dimitir.

Viganò fue Delegado de las Representaciones Pontificias en la Secretaría de Estado y, por lo tanto, se ocupaba de casos delicados, también de cardenales y obispos. “Para disipar las sospechas que han sido insinuadas en algunos artículos recientes, diré inmediatamente que los Nuncios Apostólicos en los Estados Unidos Gabriel Montalvo y Pietro Sambi, ambos fallecidos recientemente, informaron inmediatamente a la Santa Sede en cuanto tuvieron conocimiento de los comportamientos gravemente inmorales del arzobispo McCarrick con seminaristas y sacerdotes”. Pero, escribe Viganò, “mientras permanecí en el cargo que entonces desempeñaba, no tuve conocimiento de que la Santa Sede hubiera tomado medida alguna al respecto tras la denuncia del Nuncio Montalvo a finales del 2000, cuando el cardenal Angelo Sodano era Secretario de Estado.

Asimismo, el Nuncio Sambi transmitió al cardenal Secretario de Estado Tarcisio Bertone un memorándum de acusación contra McCarrick presentado por el sacerdote Gregory Littleton de la diócesis de Charlotte, reducido al estado laico por violación de menores, junto a dos documentos del mismo Littleton en los que relataba su triste historia como víctima de abusos sexuales perpetrados por el entonces arzobispo de Newark y por varios sacerdotes y seminaristas”.

Viganò redactó una Nota en estos documentos “en la que exponía a mis superiores, el cardenal Tarcisio Bertone y el sustituto Leonardo Sandri, que los hechos atribuidos a McCarrick por Littleton eran tan graves y abominables que provocaban en el lector desconcierto, repugnancia, profunda pena y amargura. Dichos hechos configuraban crímenes de captación, incitación a actos obscenos de seminaristas y sacerdotes, repetidos y simultáneos con más personas, escarnio de un joven seminarista que se resistía a las seducciones del arzobispo en presencia de otros dos sacerdotes, absolución del cómplice en los actos obscenos, celebración sacrílega de la Eucaristía con los mismos sacerdotes tras haber cometido dichos actos.

En esa Nota mía, que entregué ese mismo día 6 de diciembre de 2006 a mi directo superior, el sustituto Leonardo Sandri, proponía a mis superiores las siguientes consideraciones y líneas de acción:

  • Considerando que a los muchos escándalos ya existentes en la Iglesia de los Estados Unidos parecía que estaba a punto de añadirse uno especialmente grave en el que estaba implicado en primera persona un cardenal
  • y que por ley, al tratarse de un cardenal, según el canon 1405 § 1, n. 2, “ipsius Romani Pontificis dumtaxat ius est iudicandi” [Es derecho exclusivo del Romano Pontífice juzgar en las causas];
  • proponía que respecto al cardenal se tomara una medida ejemplar que pudiera tener una función medicinal, para prevenir futuros abusos de víctimas inocentes y aplacar el gravísimo escándalo que suponía para los fieles, que a pesar de todo seguían amando y creyendo en la Iglesia”.

Sandri y Bertone guardaron esa Nota “que nunca me devolvieron con una eventual decisión en mérito”. Una segunda Nota, en la que se aconsejaba quitarle la birreta a McCarrick y sancionarlo según el Código [de Derecho Canónico] nunca tuvo respuesta. “Por fin supe con seguridad, por medio del cardenal Giovanni Battista Re, entonces prefecto de la Congregación para los Obispos, que la valiente y digna Declaración de Richard Sipe había tenido el resultado deseado. El Papa Benedicto había impuesto al cardenal McCarrick sanciones similares a las impuestas ahora por el Papa Francisco: el cardenal tenía que irse del seminario en el que vivía, se le prohibía celebrar en público, participar en reuniones púbicas, dar conferencias, viajar, con la obligación de dedicarse a una vida de oración y penitencia”.

Viganò no sabe exactamente si las medidas fueron tomadas en 2009 o en 2010;  pero fueron tomadas por Benedicto. Y, ¿cómo fueron aplicadas las sanciones? Aquí llegamos a la complicidad y encubrimiento en los Estados Unidos y en Roma. “Obviamente, el primero en ser informado sobre las medidas impuestas a McCarrick por el Papa Benedicto fue su sucesor en la sede de Washington, el cardenal Donald Wuerl, cuya situación ahora está totalmente comprometida por las recientes revelaciones sobre su comportamiento cuando era obispo de Pittsburgh”. Le hablaron de ellas el Nuncio Sambi y Viganò. De Wuerl dice: “Sus declaraciones recientes… son totalmente ridículas. El cardenal miente descaradamente y, ademas, induce a la mentira a su canciller, mons. Antonicelli. […] El cardenal Wuerl, además, consciente de los continuos abusos cometidos por el cardenal McCarrick y de las sanciones que le había impuesto el Papa Benedicto, transgrediendo la orden del Papa le había permitido residir en un seminario de Washington D.C., poniendo en peligro a otros seminaristas”.

Y la parte tal vez más importante concierne a Jorge Mario Bergoglio: “La mañana del jueves 20 de junio de 2013 me dirigí a la Domus Sanctae Marthae, para unirme a mis compañeros, que estaban allí alojados. En cuanto entré en el hall me encontré con el cardenal McCarrick, que llevaba puesto el hábito talar con esclavina fileteada. Le saludé con respeto, como había hecho siempre. Él me dijo inmediatamente, con un tono entre ambiguo y triunfante: ’El Papa me ha recibido ayer; mañana me voy a China’”. McCarrick tenía una larga amistad con Bergoglio y había jugado un papel importante en su elección.

Viganò, Nuncio de los Estados Unidos, en esos días fue recibido por el Pontífice. “El Papa me preguntó con tono muy cordial: “¿Cómo es el cardenal McCarrick?”. Le respondí con total franqueza y, si lo desean, con mucha ingenuidad: “Santo Padre, no sé si usted conoce al cardenal McCarrick, pero si le pregunta a la Congregación para los Obispos, hay un dossier así de grande sobre él. Ha corrompido a generaciones de seminaristas y sacerdotes, y el Papa Benedicto le ha impuesto retirarse a una vida de oración y penitencia”. El Papa no hizo el más mínimo comentario a mis graves palabras y su rostro no mostró ninguna expresión de sorpresa, como si ya conociera la situación desde hace tiempo, y cambió enseguida de tema”. En realidad, McCarrick fue durante años un gran consejero del Papa en las cuestiones americanas: “Los nombramientos de Blase Cupich en Chicago y de William Tobin en Newark fueron orquestados por McCarrick, Maradiaga y Wuerl. […] También el nombramiento de McElroy a la diócesis de San Diego fue orquestada desde arriba”. Y, afirma Viganò, “También McElroy era consciente de los abusos cometidos por McCarrick, como demuestra una carta que le dirigió Richard Sipe el 28 de julio de 2016”.

Una vez vistos los hechos, el arzobispo Viganò saca las conclusiones. “El Papa Francisco ha pedido en numerosas ocasiones total transparencia en la Iglesia, y a los obispos y fieles que actúen con parresía. Los fieles de todo el mundo se la exigen también a él de manera ejemplar. Que diga desde cuándo tenía conocimiento de los crímenes cometidos por McCarrick abusando de su autoridad con seminaristas y sacerdotes. En cualquier caso, el Papa tuvo conocimiento de ellos por mí el 23 de junio de 2013 y siguió encubriendo a McCarrick, sin tener en cuenta las sanciones que le había impuesto el Papa Benedicto y haciendo de él su fiel consejero junto con Maradiaga. […] En este momento extremamente dramático para la Iglesia universal tiene que reconocer sus errores y, en coherencia con el proclamado principio de tolerancia cero, el Papa Francisco tiene que ser el primero en dar ejemplo a los cardenales y obispos que han encubierto los abusos de McCarrick y tiene que dimitir con todos ellos”.

Por último, el arzobispo dirige un mensaje a sus hermanos en el episcopado:

“Imploro a todos, sobre todo a los obispos, para que rompan el silencio y, así, derrotar esta cultura de omertà tan difundida, denunciando a los medios de comunicación y a las autoridades civiles los casos de abuso de los que tengan conocimiento.

Escuchemos el mensaje más potente que nos ha dejado en herencia san Juan Pablo II: ¡No tengáis miedo! ¡No tengáis miedo!”.

Traducción de Helena Faccia para InfoVaticana

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Comentarios
7 comentarios en “Tosatti valora el documento: «De lo más dramático e importante en 40 años de vaticanista»
  1. Oh Jesús que siendo Dios te humillaste hasta la muerte y muerte de cruz para ser ejemplo peremne que confunda nuestro orgullo y amor propio
    Concédenos la gracia de aprender t de practicar tu ejemplo para que humillándonos como corresponde a nuestra miseria en esta tierra podamos gozar etérnamente de ti en el cielo

  2. Escuchemos el mensaje más potente que nos ha dejado en herencia san Juan Pablo II: ¡No tengáis miedo! ¡No tengáis miedo!”
    _Y sigue así: Es necesario que en su conciencia resurja con fuerza la certeza de que existe Alguien que tiene en su manos el destino de este mundo. Alguien que tiene las llaves de la muerte y de los infiernos (Ap. 1,18); Alguien que es el alfa y el omega de la historia del hombre (Ap. 22,13) sea la individual como la colectiva.. Juan Pablo II; Cruzando el umbral de la Esperanza/ Para no tener miedo.

    Este Alguien tres veces Alguien es el próximo Papa. Y no es ni sacerdote, ni cardenal. A este personaje, si sabéis leer la Biblia, lo encontraréis también en: Mt.17,11-13; En: Mr. 9,12-13; En Apocalipsis 3,7-13; En Apocalipsis 11,1-14. Entre otros.

  3. Si es verdad, la verdad no puede dañar la Iglesia. Lo que ha dañado gravemente la Iglesia fue tapar la verdad para no causar escándalo – o para proteger los hechores del mal. Y así se han producido escándalos aún más grandes.

    Pienso que la explosión de la pústula puede ser gracia, tiempo y oportunidad de depuración. Quizás de arrepentimiento y conversión de la curia romana. Sería como si el discurso del Papa a los cardenales, aquello áspero del inicio de su pontificado, cayera ahora del cielo. Incluso en su propia cabeza.

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