El Papa: «El gran enemigo de la fe no es la inteligencia ni la razón, es el miedo»

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Desde el Aula Pablo VI, el Papa Francisco pronunció la decimoséptima catequesis sobre el capítulo de vicios y virtudes.

El Papa Francisco ha dedicado la catequesis de esta semana a una de las tres virtudes teologales: la fe. «Las tres virtudes teologales son los grandes dones que Dios hace a nuestra capacidad moral», aseguró el Pontífice.

El Santo Padre puso como ejemplos de personas de fe a Abraham, Moisés o la Virgen María. El Obispo de Roma señaló que ser cristiano «no es ante todo aceptar una cultura, con los valores que la acompañan, sino que ser cristiano es acoger y custodiar un vínculo, un vínculo con Dios: Dios y yo; mi persona y el rostro amable de Jesús. Este vínculo es lo que nos hace cristianos».

Además, el Papa afirmó que «el gran enemigo de la fe: no es la inteligencia, no es la razón, como por desgracia algunos siguen repitiendo obsesivamente, sino que el gran enemigo de la fe es el miedo».

Les ofrecemos la catequesis completa pronunciada por el Papa Francisco:

Catequesis. Vicios y virtudes. 17. La fe

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy quisiera hablarles de la virtud de la fe. Como la caridad y la esperanza, esta virtud se llama «teologal». Las virtudes teologales son tres: fe, esperanza y caridad. ¿Por qué son teologales? porque sólo podemos vivirlas gracias al don de Dios. Las tres virtudes teologales son los grandes dones que Dios hace a nuestra capacidad moral. Sin ellas, podríamos ser prudentes, justos, fuertes y templados, pero no tendríamos ojos que ven incluso en la oscuridad, no tendríamos un corazón que ama incluso cuando no es amado, no tendríamos una esperanza que osa contra toda esperanza.

¿Qué es la fe? El Catecismo de la Iglesia Católica, nos explica que la fe es el acto por el cual el ser humano se entrega libremente a Dios (n. 1814). En esta fe, Abraham fue nuestro gran padre. Cuando aceptó dejar la tierra de sus antepasados para dirigirse a la tierra que Dios le mostraría, probablemente se le juzgó loco: ¿por qué dejar lo conocido por lo desconocido, lo seguro por lo incierto? Pero, ¿por qué hacerlo? ¿Está loco? Pero Abraham se pone en camino, como si viera lo invisible. Esto es lo que la Biblia dice de Abraham: «Se puso en camino como si viera lo invisible». Esto es hermoso. Y seguirá siendo lo invisible lo que le hace subir al monte con su hijo Isaac, el único hijo de la promesa, que sólo en el último momento se librará del sacrificio. Con esta fe, Abraham se convierte en el padre de una larga estirpe de hijos. La fe le hizo fecundo.

Hombre de fe fue también Moisés, que, aceptando la voz de Dios incluso cuando más de una duda podía asaltarlo, permaneció firme confiando en el Señor, e incluso defendió al pueblo que tantas veces carecía de fe.

Mujer de fe será la Virgen María, quien, al recibir el anuncio del Ángel, que muchos habrían desechado por demasiado exigente y arriesgado, responde: «He aquí la esclava del Señor: hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38). Y con el corazón lleno de fe, con el corazón lleno de confianza en Dios, María emprende un camino del que no conoce ni la ruta ni los peligros.

La fe es la virtud que hace al cristiano. Porque ser cristiano no es ante todo aceptar una cultura, con los valores que la acompañan, sino que ser cristiano es acoger y custodiar un vínculo, un vínculo con Dios: Dios y yo; mi persona y el rostro amable de Jesús. Este vínculo es lo que nos hace cristianos.

A propósito de la fe, me viene a la mente un episodio del Evangelio. Los discípulos de Jesús están cruzando el lago y se ven sorprendidos por una tormenta. Creen que podrán salir adelante con la fuerza de sus brazos, con los recursos de su experiencia, pero la barca comienza a llenarse de agua y les entra el pánico (cfr. Mc 4,35-41). No se dan cuenta de que tienen ante sus ojos la solución: Jesús está allí con ellos, en la barca, en medio de la tormenta, y Jesús duerme, dice el Evangelio. Cuando por fin lo despiertan, asustados e incluso enfadados porque creen que Él les deja morir, Jesús les reprende: «¿Por qué tienen miedo? ¿Todavía no tienen fe?» (Mc 4,40).

He aquí, pues, el gran enemigo de la fe: no es la inteligencia, no es la razón, como por desgracia algunos siguen repitiendo obsesivamente, sino que el gran enemigo de la fe es el miedo. Por eso, la fe es el primer don que hay que acoger en la vida cristiana: un don que es preciso acoger y pedir cada día, para que se renueve en nosotros. Aparentemente es un don pequeño, pero es el esencial. Cuando nuestros padres nos llevaron a la pila bautismal, anunciaron el nombre que habían elegido para nosotros, – esto sucedió en nuestro bautismo -: y luego el sacerdote les preguntó:  «¿Qué le piden a la Iglesia de Dios?». Y nuestros padres respondieron: «¡La fe, el bautismo!».

Para un padre cristiano, consciente de la gracia que se le ha concedido, es ése el don que debe pedir también para su hijo: la fe. Con ella, un padre sabe que, incluso en medio de las pruebas de la vida, su hijo no se ahogará en el miedo. He aquí el enemigo es el miedo. Él sabe también que, cuando deje de tener un padre en esta tierra, seguirá teniendo a Dios Padre en el cielo, que nunca le abandonará. Nuestro amor es frágil, y sólo el amor de Dios vence la muerte.

Por supuesto, como dice el Apóstol, la fe no es de todos (cfr. 2 Ts 3,2), e incluso nosotros, que somos creyentes, a menudo nos damos cuenta de que solo tenemos una pequeña reserva. Jesús podría reprendernos con frecuencia, como a sus discípulos, por ser «hombres de poca fe». Pero es el don más feliz, la única virtud que nos está permitido envidiar. Porque quien tiene fe está habitado por una fuerza que no es sólo humana; en efecto, la fe «suscita» en nosotros la gracia y abre la mente al misterio de Dios. Como dijo una vez Jesús: «Si tuvieran un poco de fe como un granito de mostaza, podrían decir a esa morera:» Arráncate y plántate en el mar», y les obedecería.» (Lc 17, 6). Por eso también nosotros, como los discípulos, repetimos: Señor, ¡aumenta nuestra fe! (cfr. Lc 17,5) ¡Es una hermosa oración! ¿La decimos todos juntos? «Señor, aumenta nuestra fe». La decimos juntos: [todos] «Señor, aumenta nuestra fe». Demasiado débil, un poco más alto: [todos] «¡Señor, aumenta nuestra fe!». Gracias.

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Saludos
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a la Federación Regnum Christi, a los Legionarios de Cristo que han recibido en estos días la ordenación sacerdotal y a sus familiares, así como a los formadores y alumnos de los diferentes Centros de Estudios. Que el Señor, por intercesión de san José obrero, padre en la obediencia, nos aumente el don de la fe y nos permita abrir la mente a su misterio divino. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas gracias.

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Comentarios
17 comentarios en “El Papa: «El gran enemigo de la fe no es la inteligencia ni la razón, es el miedo»
  1. Lo que dice el Papa se mueve en una perspectiva psicologicista y es falso. El gran enemigo de la fe no es el miedo, sino las ideologías ateas que proclaman un Universo sin Dios, así como los errores doctrinales en los que el mismo Francisco ha caído, confudiendo a muchos creyentes.
    Por eso, el recurso contra los enemigos de la fe es la argumentación racional con el apoyo de los milagros, para convencernos y convencer a los demás. Pero lamentablemente el Papa dice que «no hay que intentar convencer a la gente» , con lo cual Francisco se opone a la razón y también a la Biblia que dice que los discípulos se dedicaban a convencer a la gente.

      1. La gente, por lo visto, prefiere continuar en la ignorancia. Jamás leí que en la biblia se dice: Esto es lo que la Biblia dice de Abraham: «Se puso en camino como si viera lo invisible». Tendría que ir pensando en preparar su equipaje para la partida al más allá.

    1. No le des más vueltas: Bergoglio se ha sacado esta patochada de La Guerra de las Galaxias, literalmente. A este paso, cualquier día hablará de la Fuerza, del Reverso Tenebroso, la Estrella de la Muerte y lo malo que es Darth Vader.

    1. No se puede decir mejor. Otra frase vacua de Bergoglio, ¿y van? puro postureo para parecer que sabe algo o que dice algo elevado. Es una tontería, es como si dijese que el gran enemigo de la Fe es el ardor de estómago.

    1. Yo diría gra, gra, gra, gra, gra, gra, gra, gra, gra, gra, gra, gra, gra… la doctrina fiable dice que los enemigos del alma son tres:

      Mundo, Demonio y Carne.

      Estos nos llevan a desobedecer a Dios…

      En fin…

  2. Él y su corte son la encarnación del modernismo, enemigo de la fe y de las enseñanzas cristianas. Esta gente es amiga de los judíos, de los masones, es sincretista, panteísta y escurridiza, como su mentor, mentiroso y asesino.

  3. Y tanto.

    El miedo a no encajar en las modas sociales de género o de credos climáticos, es un enemigo de la fe.

    El miedo a perder privilegios tolerados desde las élites políticas si nos oponemos a agendas diabólicas, es enemigo de la fe.

    El miedo a que la Verdad redentora nos pueda acarrear perjuicios mundanos, es enemigo de la fe.

    Todos esos miedos son enemigos de la fe.

    El miedo o temor a Dios, tal y como ese concepto se vino entendiendo desde siempre por la Tradición de la Iglesia, es amigo fiel de la fe, y camino recomendable para la santidad.

  4. Uno de los grandes enemigos de la fe es Francisco, que la contradice sistemáticamente, arrastrando a muchos al error, y que encima propaga ideologías anticristianas del NOM.
    Sus oposiciones a la enseñanza bíblica y al magisterio pontificio (como por ejemplo en sus erraticas ideas sobre la filiación divina, sangre pagana de Cristo, comunión de abortistas y fornicadores, salvación masiva, bondad de las otras religiones, guerra justa, pena de muerte, etc.), así como la aceptación de infames postulados del NOM (gran reinicio económico, lgtbi, aborto, invasión inmigratoria musulmana, cambio climático, ataque a partidos de derecha, etc.) confirman la deriva errática de Francisco en contra de la fe católica.

  5. ¡MIEDO: por eso cardenales, obispos y sacerdotes nunca deben tener MIEDO de defender la Doctrina Católica de 2000 años, que es el mismo Cordero, siendo fiel a Jesucristo, Señor de Cielo y Tierra, hasta la muerte; jamás a hombres mortales, desleznables y, por tanto, pasajeros… Se han olvidado que tienen una autoridad delegada por el Maestro y pagarán muy caro su desvarío, soberbia y extravío: Jn.5,6: «Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden.»

  6. «El gran enemigo de la fe no es la inteligencia ni la razón, es el miedo».

    De las pocas verdades que le he oído decir.
    El miedo de los católicos y de los obispos perros mudos para cantarle las cuarenta a él y mandarle a cardar cebollinos en lo que se salga de la doctrina.

  7. El gran enemigo de la fe es quien trata de enmendar la plana a Nuestro Señor Jesucristo, diciendo que el proselitismo, que Él ordenó hacer (no es opcional), es pecado.

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