Monseñor José María Yanguas, obispo de Cuenca, ha dedicado su carta pastoral de esta semana a la necesidad y al valor que tiene la oración.
Citando a san Josemaría Escrivá de Balaguer, el obispo de Cuenca recuerda que la oración es como el “cimiento” de la vida espiritual”. «Sin unos buenos cimientos, es difícil que, a la larga, el edificio se mantenga en pie. Debe descansar sobre la roca. Pues bien, la oración es justamente la roca sobre la que se sostiene todo el edificio de la vida espiritual», escribe el obispo conquense.
Monseñor Yanguas subraya que la oración puede revestir formas muy diversas como «de adoración, de alabanza, de acción de gracias, de bendición, de intercesión». También señala que la oración «puede ser vocal o mental; tener mayor o menor abundancia de sentimientos; ser más de corte contemplativo, afectivo o meditativo; llevarse a cabo en un lugar u otro, en el templo o en medio de la naturaleza; en casa o en la calle; andando, sentado o de rodillas; cantando o recitando; ocupados en una labor u otra; convirtiendo en oración el trabajo que se hace, sea este intelectual o manual».
El obispo de Cuenca remarca que «no hay vida interior ni existencia cristiana sin oración en, al menos, algunas de sus formas» que explicitaba anteriormente el prelado ya que «este es el principio, el axioma, vigente en toda la tradición cristiana». Para José María Yanguas, «la variedad de modos de oración facilita seguramente hacer realidad la amonestación del Señor, según la cual: ”Es necesario orar siempre y no desfallecer” (Lc 18, 1)».
No obstante, el obispo asegura que «lo habitual será que la oración se plasme en “oraciones”. Así parece sugerirlo el hecho de que cuando los Apóstoles se dirigen a Jesús pidiendo que les enseñe a orar como Juan Bautista enseñó a sus discípulos, el Señor les responde con la plegaria prototipo de toda oración cristiana: el Padre Nuestro, oración vocal, pero cuyas palabras deben ir acompañadas por la cabeza y el corazón, la fe y el amor, para que no queden reducidas, como decía Santa Teresa de Jesús, a mero ruido de palabras».
Además de cimiento de la vida espiritual -prosigue el prelado- «la oración es condición o exigencia de la fecundidad apostólica. Esta no reposa sobre las habilidades personales, ni en el dominio de recursos técnicos, ni en tácticas sabiamente diseñadas, todas cosas útiles en la labor pastoral. Pero la eficacia viene de Dios, de la oración confiada al Señor».
Por último, el obispo de Cuenca recuerda que la Cuaresma «es tiempo propicio para intensificar, como pide Francisco, nuestro espíritu de oración«.
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«Como pide Francisco»— Es que si no lo dice Bergoglio, ¿no hablaría de la oración? Hablan como adanistas, como si antes de Bergoglio no valiera nada, todo fuera anulado, como si el individuo que ocupa la cúpula vaticana hubiera inventado la pólvora… Y ya no digo nada de hablar de Magisterio de antes del funesto CVII…
Nombrar a Bergoglio cuando no tiene sentido hacerlo, ya para mí define al que lo hace como un simple papólatra del que no hay que fiarse mucho…