El cardenal Walter Kasper ha concedido una entrevista a Communio en la que analiza la situación de la Iglesia universal tras la primera etapa del Sínodo Romano de los Obispos sobre la sinodalidad y critica a la Iglesia católica en Alemania.
El purpurado alemán señala en la entrevista que «el Sínodo siguió la línea del Concilio Vaticano II y desarrolló sus planteamientos con valentía pero también unánimemente. A ello contribuyó significativamente el estilo espiritual, marcado por la oración. La prueba de valentía sólo llegará en el Sínodo de 2024, cuando sea necesario tomar decisiones concretas».
Preguntado sobre qué la parecía que se vetase la entrada de la prensa a las reuniones sinodales, el cardenal lo valora positivamente. Kasper asegura que «tuvo un efecto positivo» ya que permitió que «cualquiera podía hablar con gran franqueza sin ser posteriormente clasificado o incluso castigado en público como progresista, conservador, reaccionario y otras cosas más». En ese sentido, confirma que «hubo opiniones diferentes».
Según el cardenal germano, la participación de laicos y mujeres «fue muy buena para el sínodo». Kasper ha defendido que a pesar de tratarse de un Sínodo de obispos que contó con la participación de personas que no son obispos, el Sínodo «se ha adherido al marco previsto por el derecho canónico». «Sería deseable que los futuros sínodos no sólo consideraran la participación de obispos y laicos, sino también de sacerdotes que actúan in situ en la pastoral, ya que son ellos los que tienen que soportar el «calor del día», sostiene el purpurado.
La problemática de los Consejos sinodales alemanes
Respecto a la deriva del camino sinodal alemán, el cardenal Kasper declaró que «no se puede hablar de tal legitimación de un Consejo Sinodal compuesto por un número igual de obispos y laicos a través del Proceso Sinodal de la Iglesia Universal. Esta cuestión no fue abordada en absoluto en el proceso sinodal y las objeciones romanas fueron y son más que claras. Simplemente continuar con este proyecto y crear un hecho consumado sólo puede verse como un desafío que no puede terminar bien».
El cardenal Kasper no oculta que «resulta problemático si un consejo sinodal pudiera tomar decisiones vinculantes a las que el obispo individual esté obligado canónica o moralmente. Un concilio sinodal de este tipo sería sin duda una intervención en la estructura sacramental y limitaría o incluso eliminaría la autoridad del obispo para dirigir». Además, subraya que este nuevo organismo «tendría más poderes que la conferencia episcopal».
«El compromiso que todo obispo acepta públicamente en su ordenación episcopal es la lealtad al Papa. ¿Cómo puede ser compatible con el compromiso con un concilio sinodal que el Papa desaprueba expresamente?», agregó el cardenal alemán.
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