Recepción de Fiducia supplicans: así está el ‘marcador’

Vaticano
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Ni siquiera con Humanae Vitae, el documento papal más contestado de la historia reciente de la Iglesia, se dio una respuesta formal tan ampliamente contraria a un texto pretendidamente magisterial con la firma del Santo Padre. Fiducia supplicans se ha acogido con positiva alegría en unas partes, con rechazo abierto en otras, con frialdad en otras y, en las más, con un silencio ominoso.

El primer prelado en reaccionar a la declaración que permite la bendición por sacerdotes de parejas del mismo sexo o en situación irregular (adulterio o fornicación), Fiducia supplicans, fue hasta cierto punto previsible: En una declaración fechada el 19 de diciembre y enviada a todos los sacerdotes y parroquias de su archidiócesis, el arzobispo Tomash Peta de Saint Mary en Astana, Kazajstán, junto con el obispo auxiliar Athanasius Schneider, sostienen firmemente que la nueva declaración, Fiducia suplicante, es un “gran engaño”, y que las bendiciones que propone para las parejas del mismo sexo “contradicen directa y gravemente la Revelación Divina y la doctrina y práctica ininterrumpida y bimilenaria de la Iglesia Católica”.

Era el pistoletazo de salida de una rebelión abierta.

El mismo día, en cambio, saltaba la respuesta exactamente contraria: Fiducia supplicans no solo era de lo mejor que le había pasado a la Iglesia en su historia, sino que debería suponer para todo sacerdote la obligatoriedad de bendecir a las parejas gays que lo pidiesen. Era la postura radical del episcopado austriaco por boca de su presidente, el arzobispo Franz Lackner.

También el 19 abría brecha la Conferencia Episcopal de Malawi en lo que abría de ser un no parar de oposiciones procedentes de la ‘periferia africana’, en este caso prohibiendo a su clero otorgar “ninguna clase de bendición” a las parejas homosexuales.

La crucial Conferencia Episcopal de Estados Unidos abría luego la ‘vía media’, en un comunicado en el que se hacía hincapié en el hecho de que la declaración del cardenal Fernández no cambia la doctrina de la Iglesia en el sentido de que el matrimonio sigue siendo exclusivamente entre un hombre y una mujer. Este tipo de declaraciones ha sido, quizá, el dominante hasta la fecha.

Pero incluso dentro de Estados Unidos había elementos que se desmarcaban del pelotón por su entusiasmo, como el más que previsible cardenal arzobispo de Chicago, Blase Cupich, de la ‘escudería McCarrick’. Cupich saludaba con indisimulado gozo este permiso, llamándolo “un paso adelante”, aunque sin especificar hacia dónde.

Desde Filipinas, el Arzobispo Sócrates Villegas de la Arquidiócesis de Lingayen Dsgupan hacía equilibrismos en su respuesta para acoger dócil la declaración con la debida prudencia: “Esta bendición de la misericordia no es ni puede ser una bendición de santificación, ya que no podemos pedir a Dios que bendiga algo que, como explica la Fiducia supplicans, no está “conforme a la voluntad de Dios, tal como se expresa en las enseñanzas de la Iglesia” (n. 9).  Los sacerdotes invitados a bendecir a las parejas en situación irregular deben elegir las palabras apropiadas para revelar esta intención de la Iglesia”.

El 20 de diciembre, la nota del episcopado nigeriano, que presidente sobre un país mártir, sonaba como un mazazo: de ninguna manera, esto no va con nosotros y aquí ningún sacerdote va a bendecir esa abominación.

En España, ay, el cardenal Omella sacó la habitual declaración razonablemente confusa y convenientemente burocrática para no molestar demasiado a nadie ni definirse con claridad. Monseñor Munilla sacó, como suele, los pies del plato recordando que nadie tiene el poder de bendecir uniones contrarias al designio de Dios… Pero afirmando que la declaración no pretende nada de eso.

Quien verdaderamente se desmarcó en solitario dentro del panorama episcopal español fue el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz, quien se atrevió a señalar el elefante (rosa) en la habitación: “Es controvertida Fiducia Supplicans. Innecesaria tras lo dicho por el mismo Dicasterio y avalado por el mismo Papa hace sólo 2 años. Una prisa poco sinodal y una pretensión ambigua en un documento que confunde y defrauda. Bendecimos las personas, no las relaciones y circunstancias”.

Antes de eso, un nutrido grupo de sacerdotes de Inglaterra y Gales, la Confraternidad del Clero Católico de Gran Bretaña, con unos quinientos miembros, saltaba al ruedo con una nota afirmando con rotundidad que estas bendiciones son “inadmisibles desde el punto de vista pastoral y práctico”. ¿Eso es un ‘no’?

Los obispos de Uganda, un país que recientemente aprobó una estricta legislación contra las relaciones homosexuales, salieron entonces diciendo claramente que no, aquí los sacerdotes no van a bendecir parejas homosexuales.

Ruanda se unía en seguida a Zambia, otro de los pioneros, y a Malawi, en el sentido de que ni se puede bendecir parejas del mismo sexo ni evitar que tales bendiciones se confundieran con un matrimonio.

Abierta la espita, el episcopado de Camerún se vino arriba y aprovechó su nota (negativa) para recordar que “las prácticas homosexuales son un claro signo de la decadencia implosiva de las civilizaciones”.

¿Y Europa? Al fin, llegaron los polacos: “Las personas en relaciones homosexuales no pueden recibir una bendición”. Eso es que no están de acuerdo con Fiducia supplicans.

Los de Kenia se desmarcan de sus tajantes hermanos africanos para responder a la occidental: estamos en contra de bendecir uniones gays, pero es que la declaración “no dice eso”. Pero el arzobispo de la capital, Nairobi, dice no.

Luego están los países africanos donde el cristianismo, no digamos el catolicismo, es minoritario. Como Mali, predominantemente musulmán, cuyo episcopado ha dicho que ni de broma, como era ya esperable. Sin morderse la lengua, además: “La Iglesia en Mali no está de acuerdo con la decisión del Vaticano con respecto a las parejas homosexuales”. Burkina Faso y Niger vienen a decir lo mismo.

En Zimbabwe, el episcopado entiende que Roma no pretende ni por asomo bendecir prácticas pecaminosas y que la doctrina se mantiene e incluso reafirma en Fiducia supplicans… Pero no, ellos no van a permitir a sus sacerdotes realizar estas bendiciones.

En Inglaterra, el arzobispo de Westminster, Vincent Nichols, acoge el documento pero subraya la necesidad de extremar las precauciones a la hora de aplicarlo, en un documento gélido donde no se aplaude precisamente la medida, aunque se acata.

Ucrania: “Personas que viven en pecado no forman una unión que la Iglesia pueda bendecir”. Mientras, el obispo de Kiev declara que es que allí tienen una idea distinta de lo que significa bendecir. Los obispos del rito griego, no hay que decirlo, también se oponen.

En Estados Unidos, un emérito, arzobispo de Filadelfia con fama de conservador y a quien, por tanto, el Papa aceptó la renuncia formal por edad en cuanto cumplió 75, se atreve a decir que el documento parece cambiar la doctrina de la Iglesia sobre la ilicitud de las relaciones homosexuales.

De Mutsaerts, el ‘enfant terrible’ del episcopado holandés, auxiliar de Bolduque, no podía esperarse sino la nota que colgó de su propio blog y que hemos traducido íntegra en estas páginas. Spoiler: no.

Ghana: no. El obispo Napier, de Durban, en Sudáfrica, se apunta a la línea general en Occidente: el malentendido es culpa de la prensa, la declaración no dice lo que dicen que dice. Es también la postura en solitario del obispo de Miami, Wenski.

Los obispos de Dakota del Sur se desmarcan ligeramente: solo se podrá bendecir cuando las parejas pidan expresamente la conversión para alejarse de su vida de pecado. Es un modo diplomático de decir “no”, ya que no es probable que muchas parejas se acerquen a recibir una bendición con ese espíritu.

En Malawi no les bastó con ser pioneros del no, así que el obispo de Karonga, Martin A. Mtumbuka, ha querido acercarse a un micrófono a declarar que “en esta parte de la Iglesia no tendremos nada que ver con esta locura de que se promueve la conversión promoviendo la homosexualidad. No seguiremos a nuestros hermanos pastores que, como Judas, están traicionando a Jesús hoy”. Costa de Marfil se suma. Angola, Mozambique.

El cardenal Ambongo, presidente del Simposio de Conferencias Episcopales de África y Madagascar (SECAM) propone que se emita una nota de rechazo a la declaración por parte de todo el continente.

Hungría dice no, la Conferencia Episcopal en pleno. Un ‘no’ matizado, un ‘no’ diplomático, pero ‘no’, a fin de cuentas. Una rareza en Europa, como lo es Hungría en tantos aspectos.

En Brasil, tan sinodal en líneas generales, tan renovador, un obispo, el de Formosa, rompe filas: en su diócesis no se puede bendecir parejas homosexuales. También salta la sorpresa en Uruguay: el arzobispo de Montevideo se desmarca y anuncia que no permitirá la bendición de parejas del mismo sexo o en situación irregular en su sede.

De fuera de la Iglesia llega una dolorosa noticia: el metropólita de la Iglesia Ortodoxa en Budapest dice que Fiducia supplicans hace imposible todo acercamiento con la Iglesia de Roma. Adiós al gran proyecto de reunificación, tan amado por San Juan Pablo II.