«El demonio nos recuerda nuestro pecado llevándonos al desánimo y a la desesperación», advierte el obispo de Córdoba

Demetrio Fernández, obispo de Córdoba Demetrio Fernández, Obispo de Córdoba
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Este domingo, el último de Cuaresma, el evangelio trata la escena de la mujer adúltera, perdonada por Jesús.

Este pasaje ha sido el escogido por Monseñor Demetrio Fernández, obispo de Córdoba, para tratarlo en su reciente carta pastoral. «Jesús dignificó a la mujer, en este y en tantos otros momentos del Evangelio, empezando por su misma madre. Le presentan una mujer sorprendida en adulterio y se convierten en acusadores ante Jesús. Actitud muy frecuente en el ser humano, que para disimular los propios defectos, se pone a acusar los defectos del otro. Además, presentándola ante Jesús, le ponían a prueba en asunto delicado, iban a por él», comienza diciendo Fernández.

Del Señor indica que «es dueño de la situación desde una perspectiva totalmente distinta a la que presentan los acusadores. Él no acusa, Él acoge y escucha. Pone ante la verdad a todos los que acuden a él: “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”. La acusación se vuelve contra los acusadores», afirma el prelado. Además, advierte que «el demonio es llamado el acusador, “el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche” (Ap 12,10), porque nos recuerda nuestro pecado recriminándonos y llevándonos al desánimo y la desesperación. Nos pasa a nosotros continuamente, vemos los defectos y los pecados de los demás con toda facilidad; nos cuesta, sin embargo, ver los nuestros. Jesús nos pone en la verdad: no acuses a otro, con pretexto de disimular tus pecados, sino contempla a Jesús que perdona, y al empaparte de su misericordia, aflorarán tus pecados con la paz del que se siente perdonado».

Continuando con el pasaje evangélico, «todos se marcharon y quedó Jesús solo. Jesús es el único que no tiene pecado, el único que puede juzgar nuestra vida, no para acusarnos, sino para perdonarnos. Él es el Santo de Dios, acercarse a él cuando él se va acercando a nosotros, nos va haciendo santos».

La escena concluye con el perdón a la mujer adúltera, «que debía ser lapidada, condenada a muerte por su pecado, según la ley judía que los acusadores querían cumplir a rajatabla», relata el obispo de Córdoba. “Mujer, ¿ninguno te ha condenado? –Yo tampoco te condeno. Anda y en adelante no peques más”. Monseñor Demetrio insiste en que «Jesús ha venido a perdonar a todo el que se deje amar con ese otro amor que procede del corazón de Cristo. El propósito de no pecar más no se basa en una decisión voluntarista del penitente, sino en el recuerdo de un amor más grande, que ha sido tan bueno conmigo. Acerquémonos a la misericordia en estos días especiales, para recibirla en abundancia y no volver a pecar».

Por último, Demetrio Fernández anuncia que el próximo domingo, Domingo de Ramos, «bendeciré la capilla y consagraré el altar nuevo en la Residencia San Gabriel del Seminario Los Ángeles en Hornachuelos. Es un paso importante en la rehabilitación de este lugar, que se va convirtiendo cada día más en un lugar de misericordia. Allí son acogidos, como acogió Jesús, sin acusar ni echar en cara nada a nadie», concluye.

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Comentarios
6 comentarios en “«El demonio nos recuerda nuestro pecado llevándonos al desánimo y a la desesperación», advierte el obispo de Córdoba
  1. Así es, y sólo una sincera confesión retira el sentimiento de culpa y el malestar que produce el recuerdo.
    Creo que dice un santo qué el demonio nos quita la vergüenza para pecar, y nos la regresa para que no nos podamos confesar.
    Pero una vez dominada esa vergüenza, el demonio se va rabiando , y el alma se aligera que parece que vuela.
    Gracias a Dios que en nuestra Hermosa Iglesia existe tan necesario Sacramento

      1. Lo siento, pero en Zaragoza no conozco ningún clérigo que no sea lo que usted llama «modernista». Quiero decir, que siga vivo.

  2. !Ya recordé quién lo dijo¡
    El Santo Cura de Ars.
    El demonio nos quita la vergüenza cuando vamos a pecar y nos la regresa cuando vamos a confesar.
    Así es.
    El Padre Loring, era un gran promotor de la confesión.
    😊 Ya en el cielo no tiene ése gusto.

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