Sobre la misa «cara al pueblo»

misa cara al pueblo
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Nuestro sacerdote blogero Gabriel Calvo Zarraute, de la diócesis de Toledo, está analizando en su blog el libro de Klaus Gamber sobre la reforma litúrgica que sufrió la Iglesia tras el Concilio Vaticano II. En la última entrega, Zarraute analiza el cambio de la posición del sacerdote durante la eucaristía, que pasó de mirar al altar -dando la espalda a los fieles- a mirar a los fieles. Por su interés, les ofrecemos el artículo:

En la Edad Antigua las Iglesias en donde el ábside estaba mirando al Oriente los asistentes a la Misa, rodeaban el altar, situado en el ábside, formando un semicírculo abierto hacia el Oriente. El liturgo se ubicaba en la parte alta del semicírculo, en el centro. Se destacaba así más visiblemente de los otros participantes. En cambio, en la Edad Media, el pueblo se coloca en la nave central de la Iglesia, sirviendo los laterales para el desarrollo de las procesiones. Esta disposición detrás del sacerdote oficiante aportaba un elemento dinámico, como si el pueblo de Dios avanzase en peregrinación hacia la tierra prometida. La orientación indicaba la meta de la peregrinación: el paraíso perdido que se buscaba hacia el Este[1]. El celebrante y sus asistentes formaban la cabeza de la peregrinación.

El semicírculo abierto que fue la primera disposición para la oración de los asistentes a la Santa Misa manifestaba, al contrario que la dinámica de la procesión, un principio estático: la espera del Señor que había subido al cielo hacia Oriente[2] y que regresará[3]. El semicírculo abierto estaba pensado para eso: cuando se espera a una personalidad importante, se abren las filas y se forma así un semicírculo para acoger en su centro al que se espera. San Juan Damasceno lo explica así: «Cuando en su Ascensión Él subió hacia el Oriente […]. Ya que lo esperamos, oramos vueltos hacia el Oriente. Esta es, pues, una tradición no escrita de los apóstoles»[4]. El que todos los fieles deban estar, según las palabras de San Agustín citadas anteriormente, «conversi ad Dominum» (vueltos hacia el Señor), es evidentemente una exigencia intemporal y tiene el sentido de buscar con la mirada el lugar donde se encuentra el Señor.

La Tradición litúrgica romana anterior a la reforma del concilio Vaticano II, en una estructura tripartita hacia aparecer al sacerdote como el guía y representante de los fieles, quien habla a Dios en representación de ellos, como hace Moisés en el Sinaí.

  • La comunidad, dirigiendo a Dios un mensaje (adoración, reparación, intercesión y acción de gracias)[5].
  • El sacerdote, en cuanto intercesor, transmitiendo el mensaje.
  • Dios, recibiendo el mensaje.

Sin embargo, con la práctica moderna el sacerdote aparece ahora con la nueva versión de un actor que interpreta teatralmente una escena que pretende identificarse con la última cena. De este modo la desorientación y la soledad de los sacerdotes les ha hecho buscar nuevos puntos de apoyo humanos para su comportamiento. Entre éstos el sostenimiento emocional, que procura al sacerdote la comunidad reunida delante de él. Pero inmediatamente se crea una dependencia gravemente nociva en la celebración litúrgica: la del actor cara a cara con su público.

Mientras en el rito tradicional el sacerdote ofrece el sacrificio como intermediario anónimo, en cuanto cabeza de los fieles, vuelto hacia Dios y no hacia el pueblo, en nombre de todos y con todos. Hoy día este sacerdote viene a nuestro encuentro en cuanto hombre, con sus particularidades humanas, su estilo de vida personal y la mirada vuelta hacia nosotros. Para muchos supone una tentación narcisista para prostituir su persona y algunos con más astucia y otros con menos, explotan la situación para su provecho personal. Sus actitudes, su mímica, todo su comportamiento captan la mirada en él por sus respectivas observaciones y también por sus palabras de acogida y despedida. El éxito que así consiguen constituye para ellos la medida de su poder y la norma de su seguridad psicológica.

Además, la reunión de los fieles (asamblea la llaman los modernos) alrededor de la mesa de la cena no contribuye la reforzar la conciencia comunitaria. El sacerdote que interpreta su papel vuelto al pueblo, que se encuentra en el escenario de la sala del espectáculo, no puede evitar dar la impresión de representar a un personaje que, muy amablemente, propone algo. Por otra parte, colocando el altar en medio de los fieles se hace desaparecer la necesaria distancia entre el espacio sagrado y los fieles. El recogimiento que antes nacía ante la presencia de Dios en la Iglesia se transforma en un pálido sentimiento que apenas puede diferenciarse de lo cotidiano.

Situándose detrás del altar, con la mirada vuelta hacia el pueblo, el sacerdote, desde el punto de vista sociológico, se convierte en un actor que depende enteramente de su público a modo de un vendedor que tiene un producto que ofrecer. Y si carece de habilidad puede llegar a parecer un patético charlatán de feria. Otra cosa es la proclamación del Evangelio que supone que el sacerdote y el pueblo se encuentren cara a cara. Ésta es la causa por la que en las antiguas basílicas que tenían la entrada hacia el Este, los fieles estaban vueltos al ábside (Oeste) durante la liturgia de la palabra. Al proclamar la Palabra de Dios, el sacerdote aparece como el que tiene que dar un mensaje al pueblo, cosa que no ocurre en la liturgia eucarística o del sacrificio. No obstante, la liturgia no consiste en un mensaje (a lo que el protestantismo ha reducido la liturgia), sino en un hecho. En un acontecimiento sagrado y solemne en el curso del cual se unen los cielos y la tierra, y Dios con su gracia se inclina hacia el hombre. Por ello, para orar, la mirada de los asistentes y la del celebrante debe dirigirse hacia el Señor.

Los cambios sufridos en la posición del sacerdote en el altar durante la Misa tienen un sentido simbólico y sociológico verdadero. Cuando el sacerdote ora y sacrifica tiene, al igual que los fieles, los ojos puestos en Dios y, cuando proclama la Palabra de Dios o distribuye la sagrada Comunión se vuelve hacia el pueblo. Debido al giro antropológico que se ha producido en la teología, ha sobrevenido el cambio en la Iglesia romana. El futuro mostrará las graves consecuencias de este cambio.

[1] Cf. Gn 2, 8.

[2] Cf. Sal 67, 34.

[3] Cf. Hech 1, 11.

[4] San Juan Damasceno, De fide orthodoxa, IV, 12.

[5] Los cuatro fines del sacrificio de la Misa no pueden ser otros que los del sacrificio de la cruz, como recordará primero el concilio de Trento y posteriormente Pío XII en Mediator Dei (90-93): a) lateútrico, b) propiciatorio o expiatorio, c) impetratorio, d) eucarístico.

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Comentarios
51 comentarios en “Sobre la misa «cara al pueblo»
  1. Resulta curioso que la liturgia anglicana haya mantenido «ad orientem» (vulgarmente llamada «de espaldas a los fieles») la posición del sacerdote durante la celebración.

    1. Estuve visitando la abadía de Westmister y había una ‘misa’, el celebrante revestido con casulla gótica y de cara a los fieles. Tal que me pareció una Misa católica, pero obviamente en ese lugar es imposible.

      1. Lo unico bueno, a mi criterio del Concilio II, es la misa cara al pueblo y lengua vernácula. (Respecto del resto curas tercermundistas etc. ni hablar)
        Pero de todos modos en la actualidad el sacerdote eleva la plegaria y toda la Asamblea Entiende, cosa que no ocurria en la misa tridentina que es en latin.
        La Iglesia no enseña esta lengüa a los fieles y costear un curso es demasiado honeroso, estube recabando información al respecto.
        Soy de aquel tiempo, tengo edad suficiente y padecí esas misas una Payasada que Nada se entendía y la gente se dormía.
        Lo único que logra esa celebración es Poner mas distancia entre el cura y el fiel, que se note claramente la diferencia de roles. El antiguo poder del cura y la iglesia sobre el plebeyo.
        Terminemos con esta pavada, dejemos la lengua vernácula y pteocupemonos por cosas importantes, la pachamama en el vaticano, amoris laetitia, etc.
        El cura que se baje del caballo, es un hijo de Dios como todos no superior por tanto de la cara

        1. «toda la Asamblea Entiende…no ocurria en la misa tridentina»

          Eso es una mentira como una catedral: todo el mundo sabía perfectamente todo lo que hay que saber sobre el Santo Sacrificio porque se enseñaba en catequesis en lengua vernácula. A Misa ya se iba sabiendo a qué se iba. Y había misales bilingües. Y además la mayor parte de la Misa era en voz baja: no es que no entendieran, es que no lo oían, ni falta que hacía: el Sacrificio se le ofrece sólo a Dios, que sabe latín aunque usted no lo entienda. Y el latín evitaba las improvisaciones y herejias que sueltan muchos curas hoy en día.

          En cuanto a dormirse, aunque sólo sea por las rúbricas, antes era bastante difícil con los cambios de postura y mucho tiempo de rodillas, a diferencia de hoy, que precisamente por entender los rollos psicologistas, sociales, políticos, etc. que suelen meter, al respetable no le interesa y se duerme.

        2. Entonces , ¿dar gloria a Dios de la forma más digna que puede la misma creación de Dios, el hombre, es una payasada? Antes la gente se dormía, ahora la gente chacotea, entonces , el problema no es la Santa Misa, sino la indiferencia de la gente, que asiste por puro «cumplo y miento»,, no por amor a la institución de la Eucaristía y a constatar que Cristo está vivo entre nosotros.
          Y a estas alturas, ya todos conocemos lo que se está diciéndo en latín, al fin la homilía será en español.
          Y como dice un sacerdote:
          No es que se le de la espalda a la gente, en un teatro, en un cine, no se da la espalda,, TODOS vemos la espalda del otro,, entonces, no es que
          el sacerdote se crea un hacendado a caballo, ,Eduardito, es que él,,,más que ninguno tiene qué estar así.

      2. Estimado Vanlop
        Seguramente esa «misa» a la que usted se refiere sería anglicana, dado el lugar en el que se celebraba.
        Ante lo que usted nos comunica, me quedo perplejo, pues yo he visto «misas» en el ámbito anglosajón ad orientem por internet con «diaconisas» con dalmática y todo, que evidentemente tampoco podían ser católicas.
        Ignoro si dentro del anglicanismo (incluyendo también la rama americana del episcopalismo) hay diversas tradiciones litúrgicas.
        A ver si entre los comentaristas hay alguien que conozca mejor el tema y nos ilustre.

  2. No tiene vuelta de hoja y no hay que ser ningún semiótico de carnet para comprender que se trató de un «Seréis como dioses». Aparece clarísimo en semejante gesto prometeico venido para quedarse, que se robó el fuego divino para entregárselo ilícitamente a los hombres, y más concretamente a la casta sacerdotal, que lo urdió todo. Si encima creían que el Dios ultrajado les iba a consentir dar el fruto que hace mucho que carecen, entonces es que eran tontos. Por eso hay que pensar lo peor.

    1. O se moderan todos, como hace Infocatólica o no se modera ninguno y simplemente se retiran a posteriori si contienen palabras injuriosas contra alguien. Lo contrario me parece una arbitrariedad solo justificable si un comentarista sistemáticamente estuviese insultando todo el día a los demás, en cuyo caso habría que advertirle de que durante un tiempo, el que el moderador juzgue prudente, sus comentarios van a pasar censura previa.
      Es solo una sugerencia de alguien que ha visto «moderados» sus comentarios sin causa objetiva y rara vez publicados posteriormente.

      1. Telémaco: si al enviar el comentario le pone que se publicará tras pasar por moderación, es por alguna o varias palabras no admitidas. Vaya probando a poner espacios, guiones, puntos… en palabras que sospeche (pueden ser nombres propios extranjeros: me ha pasado). Pero no espere que alguien lo modere y publique o morirá esperando.

        1. Muchas gracias, CATHOLICVS. Eso es lo que he hecho. Algunas veces cuela, pero esta vez no ha colado.
          Y hoy, 24 horas después de haber intentado esa publicación, sigue «pendiente de moderación».
          ¡Qué le vamos a hacer!

  3. Cristi dice: Cuando hay dos o más reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. Así cuando el sacerdote está de espaldas a los fieles, está de espaldas a Dios, que se encuentra entre aquellos que están reunidos en su nombre.
    Es una teología bastante apartada del Evangelio aquella que piensa que a Dios hay que buscarlo mirando al oriente en lugar de buscarlo entre los hermanos.
    Es más, demuestra que no se ha entendido nada del mensaje de Cristo.

    1. «Cuando el sacerdote está de espaldas a los fieles, está de espaldas a Dios», si no sabes distinguir entre Dios y las criaturas, tu si que no has entendido nada del cristianismo.
      La liturgia está dirigida a Dios y no a la gente, pero como tu confundes a Dios con la gente, es imposible que entiendas esto.

      1. Dios está en medio de la gente, cuando están reunidos en su nombre. Pero es que eso lo dice Cristo, es que no sois cristianos. Y es Cristo el que dice que lo que hicisteis a un hermano me lo hicisteis a mí.

        Eso es el eje del cristianismo, no hacia dónde mora el sacerdote. Os habéis hecho una religión ideológica a la medida que nada tiene que ver con el Mensaje de Cristo y ni siquiera seguís a la Iglesia.

          1. Efectivamente, durante siglos la liturgia no entendió el mensaje de Jesús. Ahora que se entiende, va y las iglesias se quedan vacías. Que cosas, tú…

        1. «Os habéis hecho una religión a la medida»

          Usted sí que repite el mismo mantra «a la medida». No importa que lo firme Sacapuntas, Rafa, Antonio1… La misma canción. Si no le gusta la religión católica, ¿qué hace aquí? ¿Es masoquista y le gusta sufrir? ¡Qué cansino!

          1. Sois ustedes los que negáis el valor del Concilo Vaticano II y del Papa, sois ustedes los que no estáis cómodos en la Iglesia, no yo.

            Yo no digo que la misa de hace siglos estuviese equivocada. Digo que no es un punto central hacia donde mire el sacerdote y que decir que eso es fundamental y hacer de ello un casus belli es fruto de una teología completamente alejada de las enseñanzas de Cristo. Y tien más razón que un santo el papa cuando denuncia la profunda ideologizacion de muchos grupos que han convertido estas misas en un baluarte de ideología mundana autoritaria.

    2. Y todo el pueblo reunido hace la consagración, pues cuando está reunido aparece Dios. Más protestante imposible. Como Dios ya no está en el sagrario, el cura mirando a la gente no le da la espalda a Dios. Tiene su lógica. Dios no tiene q estar en ningún sagrario sino en la gente. Esto es a pos ta sía pura de la fe.

      1. Ellos siguen con su historia protestante para ton tos.
        En la misa de tradición apostólica todos miran a Dios que está realmente en el sagrario. Como los protestantes no creen que Dios ande por el sagrario, le dan la vuelta al supuesto cura, porque, ¿a dónde se supone que está mirando?. Como estos a pos ta tas dicen q la misa es una cena cuando ya hubo una cena que fue la última, pues no tiene sentido que los comensales se sienten de espaldas a la mesa. Como en la misa católica no hay ninguna cena judía, pues no hay ninguna mesa con comensales. Que manía con justificar sus he r3ji as en antiguallas q nunca existieron.

        1. En el lugar santo donde debe estar puesto Dios en su sagrario, adonde hay que mirar para consagrar para ofrecer el sacrificio a Dios, han colocado muy sabios ellos una sillita para entronizar al hombre. Como en el Novus Ordo no se ofrece ningún sacrificio de la cruz sino q se ofrece los frutos de la tierra y el trabajo de los hombres, qué necesidad hay de tener allí el sagrario si no se le ofrece lo que Dios ha dicho que hay que ofrecerle. Pues vale.

          1. No entienden que la misa de Tradición apostólica es mirando al sagrario. Como en el sagrario está Dios, todos están de cara a Dios. Punto pelota, so listos. El Novus Ordo es de cara al hombre pues ni los fieles ni el cura están mirando al sagrario, se miran los caretos unos a otros. Todos están de espaldas a Dios, pues el lugar de Dios ha sido ocup ado por un trono para el hombre. ¿Los primitivos cristianos hacían eso? Sí, pero en tus sueños.

    1. ¿En que seminario has estudiado? porque tu comentario es muy extraño para un sacerdote. La liturgia no nace del capricho sino que tiene un simbolismo que trata de relacionar las cosas de este mundo, con las del mundo espiritual. Pero esto que se aprende en la introducción de la Liturgia, parece ignorado por muchos.

      La liturgia se dirige a Oriente desde los primeros siglos del cristianismo, como simbolismo de que la salida del sol proviene de Oriente, y como Jesús es la luz del mundo que ha de regresar, se identificó el hecho físico con el espiritual.

    2. Querido sacerdote, ¿se puede saber para qué consagra en misa si Dios ya está en todas partes? A ver si van a ser inválidas sus misas porque si no sabe lo que está haciendo no hay ningún sacramento. Y por lo que dice todo apunta a q no tiene nizo rraidea de lo que hace.

    3. No sé por qué deducen que es sacerdote. ¿Sólo por usar ese nick? Por las cosas que suele decir (no sólo en este tema), no es que no parezca sacerdote: es que no parece católico. Ni los niños de Primera Comunión harían esa pregunta tan boba y con ese razonamiento tan infantil.

      1. Totalmente de acuerdo con usted.
        Ester individuo ya se desenmascaró él solito cuando el otro día, en una entrada referida a la Universidad de Comillas escribió lo siguiente:
        «Una Universidad por Católica que sea no puede violar la legislación del pais en el cual desempeña su labor», volando por los aires la afirmación de San Pedro en el Libro de los Hechos de los Apóstoles: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres».
        Como señalé al responder a este individuo, es un i m p o s t o r.
        Dicho sea de paso, prefiero la hipótesis de que sea un i m p o s t o r, porque si realmente es sacerdote, apaga y vámonos.

    4. ¿Sacerdote? Y no sabe de los distintos tipos de presencia de Dios.
      La presencia sacramental, en cuerpo, sangre, alma y divinidad es lo distintivo del fin sacrificial de la Santa Misa.
      Esa es la presencia a que se ordenan los fieles cuya dignidad es infinitamente inferior a la dignidad sacerdotal del celebrante.

  4. Con mucho orgullo comunico que de forma gratuita entre 1995 a 1996 traduje al español los libros de de Klaus Gamber titulados ¨»La reforma de la liturgia romana» y «Vueltos al Señor». Añado que sin cobrar posteriormente nada y si ahora quisiera comprar algún ejemplar lo tenia que pagar. Este es uno de los muchos actos que he hecho y, con la ayuda de Dios, seguiré haciendo en defensa de la Santa Misa que autorizó para siempre San PIO V

    1. Se me olvidaba recomendar a todos que compren y lean estos libros, pues con ello ayudaran a una institución de derecho pontificio que conserva como fin la defensa de este venerable rito. Yo lo único que he sacado de mi trabajo es la enorme satisfacción de defender la misa «tridentina» por lo cual he tenido y tengo que disfrutar de persecuciones y criticas.

  5. Una de tantas cuestiones que me parecen discutibles es la expresión «reforma litúrgica». Porque una reforma, tanto si es del rito como si es de la casa, significa que básicamente dejas todo igual excepto una parte minoritaria a la que sometes a cambio. Si, por el contrario, lo cambias todo o la mayor parte, lo que haces es que tienes una casa nueva. En la misa paulosixtina no se hace reforma alguna de la misa bimilenaria, se crea una nueva misa. No se trata sólo de que «se le da la vuelta al cura y se habla en cristiano». No hay una continuidad en el rito: se trata de una ruptura. La «continuidad» es lo que defienden los partidarios del concilio. La pregunta no es ¡Por qué se le da la espalda al pueblo?, sino ¿Por qué se le da la espalda a Dios en el Santísimo? ¿Por qué se habla la lengua del pueblo y no la de la Iglesia Universal?. La respuesta está muy clara: hay que agradar al pueblo antes que a Dios.

  6. He observado últimamente que las misas a las que asisto en persona o como espectador que más me satisfacen tienen un denominador común: no olvidan tener sobre el altar, en medio de los cirios, el crucifijo, que queda frente al celebrante. Y me da la impresión de que ese crucifijo ahí, y no sólo visible para todos, como muchas veces se hace poniendo a un lado la cruz procesional o colgada detrás del altar, sirve al sacerdote para conjurar ese espejismo de la actuación. Lo digo por animar a que los sacerdotes que no están dispuestos a celebrar ad orientem ni según el rito tradicional, cumplan esta sencilla norma que les da la Iglesia (350 IGMR) para no sentirse tan perdidos entre la multitud como señala el artículo, sino con los ojos fijos en el Señor en todo momento, sea presente o in effigie. Las otras misas me parecen, cada vez más, de baratillo.

    1. Recuérdese que Juan Pablo II no consintió ni una sola misa con el crucifijo sobre el altar, pues lo restableció en su sitio BXVI mucho tiempo después.

  7. La basílica de San pedro está orientada hacia occidente. Esto quiere decir que tradicionalmente los puntos cardinales no son muy importantes, sino que lo que es importante es que todos miren al sagrario porque mirando al sagrario están todos mirando a Dios. El sacrificio de la cruz que se ofrece en el ofertorio católico, se hace mirando al sagrario pues se le está ofreciendo a Dios.
    Para ofrecerle a Dios los frutos de la tierra del trabajo de los hombres, más vale quitar el sagrario no vaya a ser que se ofenda Dios. Dios ha dejado bien claro lo que hay q ofrecerle: «esta víctima de sacrificio inmaculada para la redención de vivos y difuntos», el trabajo de los hombres a Dios le importa un comino que se lo ofrezcas.

    1. Tanto saltar de una web a otra, ya no sabe ni dónde comenta, ¿verdad? Sin duda, iba destinado a «Herejia Digital». Pero tranquilo, que no habrá divisiones: todos una piña defendiendo la heterodoxia.

  8. De niño yo, a comienzos de los años 70 del pasado siglo, acompañé una tarde a mi padre a visitar a un anciano sacerdote, durante muchos años párroco del pueblo y a quien mi padre, cuando niño él mismo, había solido ayudar a misa. Aquel venerable cura de pueblo vivía, retirado cerca de la capital de provincia, en una modesta casita con un pequeño jardín, donde seguía celebrando misa en un altar pegado a la pared de una habitación. «Yo a mi Señor no le doy la espalda», nos dijo. Nunca aceptó la revolución litúrgica y continuó rezando la misa de su ordenación, la del inmemorial rito romano. Aquellas palabras me impresionaron profundamente y se grabaron de modo indeleble en mi memoria de niño.

  9. Por desgracia, mi formación en temas de teología lit´úrgica es rudimentaria, pero en mi humilde opinión, el rito del novus ordo nos hace perder centralidad cristológica, para darle una dimensión menos divina y más de festividad asamblearia. El rito tradicional, en cambio, pone como centro al Señor Sacramentado, es el centro de la Misa, es adonde todo lleva, no hay nada que te distraiga de Cristo. Y eso, a humilde servidor, le encanta, le ayuda y le consuela.

    Ayer mismo iba reflexionando en este sentido, mientras asistía una Misa guitarrera y estruendosa, más parecida a un ritual de evangelistas Gospel del sur estadounidense que a un sacramento católico. No faltó ningún elemento externo a Cristo: guitarras, cantos, palmas, chistes, bailes… Casi que uno perdía la sacramentalidad para introducirse en una barbacoa familiar.

    1. Disculpe pero ¿qué hacía usted en semejante parodia? Porque leo en un manual preconciliar de teología moral: “Se está dispensado de la asistencia a misa por cualquier motivo medianamente importante, como en el caso de una indisposición seria o cuando se expondría uno mismo o a otro a un perjuicio espiritual o temporal.” Es evidente que esas parodias nos exponen a un perjuicio espiritual: el debilitamiento, o hasta con el tiempo la pérdida, de la fe católica en el sacrificio de la misa como renovación incruenta del sacrificio del Calvario. A falta de otra misa a mano, mejor quedarse en casa y, para santificar el domingo, rezar el rosario o leer las oraciones del misal.

      1. Urbel, pues mi intención era cumplir con el precepto eucarístico, pero en cierta medida le doy la razón que para semejante espectáculo, casi que mejor cumplir con una Misa televisada y rezar el Santo Rosario. Desde luego, más gracia de Dios se habría derramado.

        Al menos, habiendo confesado y comulgado, no pierdo la esencia eucarística, pese a todo el triste espectáculo expuesto.

  10. En misa siempre me fijo si el sacerdote interpone entre su persona y el «público» una cruz. Si lo hace, no está dando la cara a su público, estamos todos mirando a cristo en la cruz. Si no lo hace, yo busco al cristo crucificado allá donde esté.

    1. A mí me ha venido estupendamente seguir la recomendación de Benedicto XVI.
      Desde que coloqué el crucifijo, que sin ser un obstáculo para los fieles rebasa ligeramente la altura de mi cabeza, cada vez que levanto la mirada del Misal mis ojos van directamente al Crucificado en lugar de a la asamblea, lo cual me recuerda constantemente a mí y a mis feligreses a Quien y para Quien estamos celebrando.

  11. Simbología es simbología. Dios es una realidad que escapa a todo entendimiento humano. No creo que la misa en latín sea superior a la misa en lengua vernácula, ni que oficiar cara a Oriente sea la manera correcta y oficiar cara a la gente una aberración. El Sol lo vemos aparecer por oriente ( no nacer porque no nace), debido al movimiento de rotación de la tierra. El latín era la lengua de Roma y el obispo de esta ciudad fue considerado el sucesor de Pedro, y la iglesia como institución, se desarrolla en esta ciudad, también los estados pontificios, y el Vaticano, que también es un estado. Me gusta la frase de los derviches que danzan girando, una frase de Mewlana, su fundador: » Dios está en todas partes, donde quiera que gires te encontrarás cara a Él».

    1. ¿Y qué tienen que ver los derviches con la liturgia de la Iglesia católica? ¿A usted le parecería normal un conductor de autobús mirando hacia los pasajeros en lugar de hacia la carretera? Pues eso es lo que parece un cura al revés, mirando a los fieles. No aporta absolutamente nada a la Misa y sí desvirtúa lo que se hace. Y el latín, ya lo he dicho muchas veces, aunque sólo sea para que el cura no improvise ni suelte herejias, ya estaría más que justificado su uso.

  12. Por supuesto que el conductor del autobús debe mirar a la carretera y no a los pasajeros. Pero la misa no es un viaje en autobús, ni el conductor el sacerdote. Aún así, le diré que hay pasajeros que distraen al conductor y ponen en peligro su labor de conducir. Le diré también, en base a las miles de horas que me he pasado en el autobús, que, a veces el conductor necesita que alguien le rompa la rutina, porque de tanto mirar la carretera tiene el peligro de dormirse.
    Ahora, a los puristas del latín, había que preguntarles en qué lengua habló Cristo durante la Última Cena y cuál fue la lengua en la que ofiaban en Jerusalén los apóstoles, o San Pablo.
    Por supuesto que la liturgia de los derviches nada tiene que ver con la misa, pero a veces, nos sirven para darnos cuenta de la venda que cubre nuestros ojos.

    1. «la misa no es un viaje en autobús, ni el conductor el sacerdote»
      ¿En serio? Se llama analogía. Y es lo que parece: un conductor al revés, mirando hacia otro lado.

      «hay pasajeros que distraen al conductor y ponen en peligro…»
      ¿Su solución? El conductor al revés, de espaldas al camino. Estupendo.

      «de tanto mirar la carretera tiene el peligro de dormirse».
      Su solución: dar la espalda al camino. Estupendo, de nuevo.

      «en qué lengua habló Cristo durante la Última Cena»
      La Misa no es la última cena (aquélla fue la ‘última’), sino el Sacrificio del Calvario. Cristo aprovechó la ocasión para mandar a los Apóstoles que el Cuerpo y la Sangre que iba a ofrecer a Dios Padre en el Calvario, lo ofrecieran ellos de la misma forma cada vez que oficiasen la Misa. Sobre el latín, aparte de porque así lo mandan los cánones de Trento y hasta el CVII, hay cientos de tratados desde hace cientos de años que le explican su porqué.

    2. Dani,
      Si pretende comentar hágalo con argumentos serios, fundamentados en teología y en filosofía seria. De lo contrario seguirá «argumentando» con palabrería.
      Hablar de asuntos de Fe no es comentar de autoayuda o de «lo que siento».

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