La pérdida de papeles por Francisco

ESTOY DE ACUERDO CON CARLOS

Que un señor que pone motes y insulta a obispos durante años o sea que debe tener un mal genio espantoso y que además debe tener la pretensión de que en Roma nombren obispos que a él le gusten ….. diga que un momento de mal genio del Papa que , no lo olvidemos , fue fruto de una desagradable sorpresa, es impresentable…. me hace preguntarme si es que tiene objetividad en su análisis.
Si eso mismo lo hubiera hecho un obispo que a él le gusta ( muy pocos por cierto ) tengo la certeza de que lo hubiera disculpado.
El Papa pidió perdón. ¿ QUÉ MÁS TIENE QUE HACER ?

Me parece correcto que el Papa, y cualquiera, intente desasirse de quien le arrastra y le tiene atrapado, aunque pudiera hacerlo de un modo más elegante. Los dos pequeños cachetes en la mano son para liberar la suya, no son posteriores como algunos dicen. Ojalá propinara cachetes en forma de la adecuada sanción canónica a quienes dentro de la Iglesia intentan arrastrar y tener atrapado al Papa.

El incidente pone de manifiesto el problema de la seguridad del Papa, lo que no sin alguna delectación han resaltado en “Religión Digital”, propagandistas de los brutales jesuitas de Deusto. Es notorio el fallo por dejadez de los escoltas. El que está con la cartera apenas si da un paso hacía el lugar del incidente. El que va detrás del Papa coge tarde y con una mano el brazo izquierdo de la mujer oriental, pero no hace nada hacia la mano derecha de esta con la que tiene atrapado al Papa, y sólo la coge cuando este ya ha conseguido desasirse con los dos cachetes. Hay un eclesiástico que mira, pero inmediatamente gira la cabeza, desvía la mirada y prosigue adelante, en medio del incidente, en actitud que me parece extraña.

La mujer oriental se santigua cuando el Papa está llegando a su posición. Pero mientras se santigua mira por un instante hacia delante. No sé si en furtiva mirada de complicidad con alguien de la comitiva del Papa.

Problema de seguridad del círculo físico más cercano al Papa que se agrava si se compara con el video de presentación de la tremenda entrevista del Papa a Jordi Évole, en marzo pasado. Se ve hasta cuatro escoltas merodeando sucesivamente al Évole que le espera. Por el aspecto físico uno puede ser el pasivo que lleva la cartera en el incidente con la mujer oriental. Évole era un invitado, completamente controlado, en estancias vaticanas. La mujer oriental una desconocida en medio de la gente. Frente a la pasividad ante una desconocida en lugar público, hay una permanente y agitada inspección en el caso de Évole, como si en las instancias vaticanas pudiera surgir de pronto el enemigo. Tan preocupante como incomprensible que el Papa dentro del Vaticano circule rodeado de tal aparato de control.

La buscada emisión por fragmentos de la entrevista de Évole, dejaba la impresión que se utilizaba al Papa. De un modo muy abusivo en el último fragmento que hicieron público días después, manteniéndolo antes censurado, en que el millonario Évole, erigido en representante de los desheredados, comunicaba al mundo a través de unas palabras con Francisco que era su último programa.

Conviene recordar que a principios de los años noventa el poder de los jesuitas tuvo castigado a Jorge Bergoglio, haciéndole el degradante “mobbing”, con el que muchos quedan atorados, al enviarle durante años a la ciudad argentina de Córdoba sin encomendarle misión. Del que le rescató el Papa Juan Pablo II al nombrarle obispo auxiliar, desasiéndole así de la obediencia al poder jesuítico. Como se sabe, este es muy perseverante y tiene variadísimas y complejas artes para conseguir sus fines. Dios quiere que ni ese ni otros arrastren y atrapen al Papa. Como dice Francisco, hay que rezar mucho por el Papa.