| 23 abril, 2024
¡Vaya Gala!
Y no Placidia.
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A ese mequetrefe, o gaznápiro, es urgente echarle ya.
Aunque solo sea por el obispo auxiliar y los 131 sacerdotes diocesanos asesinados. No precisamente por Franco.
Por algunos de los que hoy homenajea la diócesis seguramente sí.
Hace falta ser miserables.
¿Cuando resplandecerá la verdad, sin maniqueísmos?. Hubo «rojos» que asesinaron muchas personas (entre ellos curas y monjas), hubo «fascistas o nacionales» que asesinaron mucha gente honesta y republicana. ¿Cuando se llevará a cabo una auténtica memoria que repudie los asesinatos de gente «normal», fueran republicanos, cedistas o católicos, y se establezca la verdad?. Algún día llegará. Basta de maniqueismos.
Sé de buena tinta y por información de primer plano que «el planillas» tal y como usted, d. Francisco José, auguró desde un buen principio, es un mentecato de primera, algo a lo que me resistía a creer en un principio, pero que se ha confirmado plenamente. Enhorabuena por su intuición para captar estupidez episcopal adelantada
Mequetrefe? Gaznápiro? Mucho más que eso. Este arzobispo es admirable. Forma parte de esa pléyade de carreristas que ya se les veía venir desde el Seminario. Y, antes de seguir adelante, una precisión: JAMÁS HAN ESTADO LOS OBISPOS, sobre todo si miramos a quienes pastorean diócesis del separatismo, TAN SOMETIDOS AL PODER POLÍTICO COMO LO ESTÁN HOY LOS OBISPOS ESPAÑOLES: el caso de cesaropapismo al que se sometieron la casi totalidad de ellos durante la COVID, amparados por el propio Romano Pontífice, será objeto de estupor y estudio en años venideros. Y volvamos a este arzobispo. En sus años de estudiante de Teología en la Universidad Gregoriana, formaba parte de un trío especializado en el carrerismo. Admirables porque los tres consiguieron el Arzobispado: Juan del Río, Pedro López Quintana y el Tarraconense. Un sevillano, un conquense enraizado en Galicia y protegido por Suquía y un gerundense que consiguió el palio en Tarragona. Iban de progres por la vida hasta que se dieron cuenta que con Juan Pablo II habían cambiado ciertas agujas de marear… y cambiaron. Recuerdo al sevillano -a quien el Señor tenga en su gloria- abjurar y execrar a sacerdotes que, allá por los años 78 y 79, utilizaban sotana en algunos momentos para, cuando le convino, vestir sotana hasta como pijama. Lo de López Quintana era más sutil, aunque personalmente más duro, sencillamente IGNORABA en su trato personal a quienes consideraba de derechas: otra conversión fulgurante. Y del separatista tarraconense… ¿qué puedo decirles?: inseparable de un gallego y un sevillano. Nunca pudo saberse si los unos encajaban con el otro, contemplando un por si acaso; o si el uno cofestejaba con los otros para tener cubierto el flanco españolista por lo que pudiera pasar. No se puede esperar otra cosa de lo que acontece en personajes así. Si excluimos el tiempo y trabajo dedicados a su objetivo de trepar (arrampicare), ¿con que logros o producción académica o trabajos eclesiales pueden presentarse ante la sociedad? Poco puede extrañar que el Arzobispo de Tarragona ceda su libertad a mayor gloria del separatismo catalán. Cuando alguien se acostumbra en la vida a las pequeñas mentiras, necesariamente desembocará en los grandes engaños.
No usaré ningún adjetivo calificativo. Pongan ustedes el que crean oportuno.
Águila Chavero (catalanísimos los apellidos que luce el vicario separatista) y Planellas: dos villanos que usurpan el nombre de la Iglesia para pedir perdón a los comunistas (le habían plantado una estrella a la falsa bandera republicana que presidió el acto). Pidiendo perdón –imagino viendo el percal– porque las víctimas del comunismo sólo van por cien millones…
Que tipejo tan miserable y tan repugnante. Que sufrimiento tan grande el que haya tipejos así dentro de la Iglesia.