El pontificado del Papa Francisco ha estado marcado por un estilo pastoral orientado hacia la reforma y la renovación de la Iglesia. Sin embargo, en los últimos años, ha crecido el descontento dentro de la Iglesia por el modo de gobernar de Francisco.
Este fenómeno ha sido particularmente evidente en las «visitas apostólicas» y otras medidas restrictivas aplicadas a organizaciones como el Opus Dei, el Sodalicio de Vida Cristiana, la Comunidad de San Martín, la Fraternidad Sacerdotal de San Pedro, las diócesis francesas de Bayona y de Toulón, los Heraldos del Evangelio, la Orden de Malta y los Legionarios de Cristo.
Intervención al Opus Dei
Uno de los casos más mediáticos ha sido el del Opus Dei, una prelatura personal que ha sido tradicionalmente influyente en el ámbito eclesial y social. En julio de 2022, Francisco ordenó al Opus Dei reformar sus Estatutos (que siguen pendientes de aprobación), limitando su autonomía y colocando a la prelatura bajo la supervisión directa del Dicasterio para el Clero, en lugar de depender directamente del Papa.
Además, se modificaron las condiciones para que el prelado del Opus Dei no pueda ser obispo, un cambio que ha sido interpretado por muchos como un intento de reducir la influencia del movimiento dentro de la jerarquía eclesial. A todo esto hay que sumarle el intento de apropiación de Torreciudad por parte del obispo de Barbastro que unido a la denuncia de varias ex numerarias auxiliares de Argentina y un documental que verá la luz el próximo año hace pensar que hay una acción coordinada para debilitar a la institución fundada por san Josemaría Escrivá de Balaguer.
La situación del Sodalicio de Vida Cristiana
El Sodalicio de Vida Cristiana, fundado en Perú, ha enfrentado serios escándalos de abuso sexual y de poder en las últimas décadas. Aunque estos problemas preceden al actual pontificado, Francisco ha mantenido una actitud firme hacia la organización, imponiendo reformas internas y nombrando a supervisores para garantizar su restructuración.
Sin embargo, algunos observadores sugieren que este enfoque no solo responde a los escándalos, sino también a una visión de desmantelamiento de grupos de tendencia conservadora dentro de la Iglesia.
Tras la reciente purga acometida por el Vaticano contra el Sodalicio, hay quienes señalan que la puntilla final podría estar al caer y conllevaría la drástica decisión de suprimir este movimiento. De ello es partidario el cardenal Barreto, aunque fuentes de Roma apuntan al cardenal Ghirlanda como máximo opositor a que el Papa acabe con el Sodalicio.
La Comunidad de San Martín y la Fraternidad Sacerdotal de San Pedro
Otro caso relevante es el de la Comunidad de San Martín, un instituto clerical de vida común que ha crecido notablemente en Francia y aunque conserva muchos signos del mundo tradicionalista, celebra con el nuevo nuevo misal. Este pasado verano, el Vaticano también decidió organizar una visita apostólica a este movimiento.
La Fraternidad Sacerdotal de San Pedro (FSSP), por su parte, es una congregación ligada a la celebración del rito tridentino. Hace escasos días, el Vaticano también anunciaba una visita apostólica a la FSSP, la primera desde hace diez años. Ambas comunidades se han visto afectadas por las restricciones impuestas por el Papa en el motu proprio Traditionis Custodes de 2021, que limita la celebración de la misa en latín y busca integrar plenamente a los fieles que siguen este rito en la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II. Esta medida ha generado tensiones, pues muchos consideran que atenta contra la libertad litúrgica y espiritual de las comunidades tradicionales.
Las diócesis francesas de Bayona y Frejús Toulón
En el ámbito diocesano, la diócesis de Bayona, en Francia, ha sido objeto de una reciente visita apostólica. Aunque oficialmente estas investigaciones son una medida ordinaria en el gobierno de la Iglesia, la percepción es que las diócesis con obispos de perfil conservador están siendo sometidas a un escrutinio más severo bajo el pontificado de Francisco. Monseñor Marc Aillet, el obispo de Bayona, es conocido por su defensa de la liturgia tradicional y su postura firme en temas morales, lo que ha generado especulaciones de que estas posturas lo han colocado en la mira del Vaticano.
La diócesis de Fréjus-Toulon, liderada por el obispo Dominique Rey, fue también objeto de una intervención por parte del Vaticano, que ordenó una visita apostólica en 2022 y 2023. Esta intervención se centró en la gestión de las ordenaciones sacerdotales y la acogida de nuevas comunidades religiosas, muchas de ellas vinculadas a corrientes más tradicionales dentro de la Iglesia.
La diócesis ha destacado en los últimos años por su apertura a la diversidad de carismas y a la ordenación de sacerdotes de diferentes procedencias, algo que ha generado tensiones con el Vaticano. Como resultado de la visita apostólica, se suspendieron temporalmente las ordenaciones sacerdotales en la diócesis, una medida que fue interpretada por algunos como un intento de limitar la expansión de una diócesis conocida por su alineamiento con posturas más conservadoras.
Esta intervención ha sido vista como parte de una estrategia más amplia del Papa Francisco para ejercer un mayor control sobre las diócesis que promueven una visión tradicionalista del catolicismo.
Los Heraldos del Evangelio, la Orden de Malta y los Legionarios de Cristo
Los Heraldos del Evangelio, una asociación religiosa de origen brasileño, también ha sido objeto de intervenciones recientes. El Papa Francisco ordenó una visita apostólica en 2019 debido a preocupaciones sobre el gobierno interno y el liderazgo carismático dentro de la organización. Aunque los Heraldos se definen como fieles al Magisterio de la Iglesia, su enfoque misionero y su devoción mariana han suscitado recelo en algunos sectores más progresistas de la jerarquía.
La Orden de Malta, históricamente vinculada a la nobleza y con gran influencia en ámbitos diplomáticos y caritativos, también ha sido sometida a una profunda reestructuración bajo el pontificado de Francisco. A través de reformas directas, el Papa ha buscado modernizar la organización, generando controversia entre aquellos que ven estos cambios como un ataque a las estructuras tradicionales de la Iglesia.
Por último, los Legionarios de Cristo, tras el escándalo por los abusos cometidos por su fundador, Marcial Maciel, han pasado por un proceso de supervisión intensa por parte del Vaticano. Aunque este proceso comenzó antes del pontificado de Francisco, el actual Papa ha mostrado un interés particular en asegurarse de que las reformas estructurales y morales dentro de la congregación se implementen de manera efectiva.
Un patrón de acción
Lo que une a estos casos es una percepción de que el Papa Francisco ha adoptado un enfoque severo hacia los grupos que, de alguna manera, representan una visión más conservadora del catolicismo. Para algunos, esto responde a una necesidad de renovación y transparencia dentro de la Iglesia, mientras que para otros, se trata de un intento de marginar a las voces tradicionales.
En cambio, Francisco no inicia ninguna visita a los obispos alemanes. La única que ha realizado ha sido a la diócesis del cardenal Woelki que no destaca por ser uno de los prelados más progresistas de Alemania. El Papa tampoco ha decidido intervenir su amada Compañía de Jesús, líder en denuncias por abusos en todo el mundo. Tampoco se ha atrevido a meter mano a otros movimientos progresistas como la Comunidad se San Egidio o los Focolares, quienes controlan a su antojo el dinero de la Iglesia en Cuba sin ningún control ni supervisión.