Valor, ¿a qué precio?

Obispos Francia
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(Regis Martin en Crisis Magazine)Casi al final de una larga y legendaria carrera, marcada por un gran coraje y no pocos éxitos en la esfera pública, Margaret Thatcher, que ha sido la primera ministra británica que más tiempo ha ocupado el cargo en el siglo XX -de 1979 a 1990- y la primera mujer en ser primera ministra, anunció sus planes de jubilación. «Cuando deje la política», dijo, «abriré un negocio y lo llamaré ‘Rent a Spine'».

Conocida como la «Dama de Hierro», la baronesa Thatcher habría estado singularmente cualificada para dirigir una empresa así. Y también habría prosperado, dado el gran y creciente número de personas sin carácter, tanto en la vida pública como en la privada, que necesitan infusiones inmediatas de valor. De lo que ella evidentemente tenía de sobra, afilado por el uso constante que hizo de él durante los muchos años que pasó tanto como miembro del Parlamento como durante los tres mandatos consecutivos que pasó como líder de la nación británica.

¿Qué es el valor? ¿Y por qué parece faltar tanto entre los líderes actuales y el pueblo al que representan? Sabiendo que una nación no puede sobrevivir mucho tiempo a menos que sus gobernantes posean la suficiente valentía para hacer el trabajo, ¿por qué no han dado un paso al frente y simplemente han seguido adelante haciendo lo correcto? ¿De qué tienen miedo? ¿Es acaso porque, para empezar, no tienen ninguna convicción? Que los mejores «carezcan de toda convicción», tomando prestada una frase muy citada de Yeats, «mientras que los peores están llenos de apasionada intensidad»: ¿acaso es eso?

Desde luego, eso no habría sido aplicable a la difunta Margaret Thatcher, que nunca se quitó su insignia de valentía. En una entrevista en la que confesó su desdén por la práctica de la política de «consenso», prefiriendo que los políticos se mantuvieran erguidos en la silla de montar, armados hasta los dientes con sus propias convicciones, explicó que en su época «intentábamos persuadir a la gente de que nuestras convicciones eran las correctas, y de nada sirve tener convicciones si no se tiene la voluntad de traducir esas convicciones en acción».

Yo diría que es un consejo bastante claro. En otras palabras, defiende lo mejor que puedas aquello en lo que crees, apuntala las razones para ello con la mayor solidez que sepas, y luego date cuenta de que pronto llegará el momento en que simplemente debas pasar a la acción basándote en esos principios. Como a ella le gustaba decir, «el gallo puede cantar y cantar y cantar, pero la gallina tiene que poner el huevo». Ella era, en el terreno de la política, una gran ponedora de huevos.

¿Se puede aplicar esto al mundo de la Iglesia, a la arena de la política eclesiástica en la que tantos de nosotros nos vemos envueltos, incluso sin saberlo? ¿Dónde están los prelados que no han perdido su fortaleza? Quiero decir, aparte de los africanos, ¿quiénes se han mantenido valientemente en la brecha, movidos por una feroz y profunda fe en Dios? Y todo esto a pesar de tanta tontería condescendiente de que solo el prejuicio cultural podría explicar su oposición a bendecir las uniones del mismo sexo, que la fidelidad a la palabra de Dios no podría tener nada que ver con ello. La noción es perfectamente ridícula, como si el respeto por el orden básico de la creación, que no puede doblegarse a la voluntad de quienes pretenden practicar la perversión sexual, fuera de algún modo una función solo del gusto y no de la razón y la fe.

Entonces, ¿qué pasa con nuestros obispos que los mantiene tan supinos? ¿No hay ninguno dispuesto a replicar a Roma? ¿A decirle al Vaticano que está muy equivocado? Y que no es la rigidez ideológica lo que les mueve a decirlo. No un espíritu de cisma, que es completamente ajeno y aborrecible para cualquier católico honesto, sino que Roma necesita una corrección inmediata, aunque respetuosa y fraterna, en este asunto.

No hacerlo es abdicar en una cuestión de principio, que hunde sus raíces en la misma Revelación Divina, atestiguada por la Sagrada Escritura y la Sagrada Tradición. Que uno pensaría que es asunto del Magisterio de la Iglesia mantener. De lo contrario, nos estamos diciendo a nosotros mismos y al mundo que la bendición de una unión entre dos sodomitas está bien de alguna manera, que a Dios no le importa si pasamos por alto el pecado y fingimos que tales aberraciones en el orden sexual no importan en absoluto.  

¿Por qué nuestros obispos no muestran un poco de coraje? Simplemente digan a Roma que ha cometido un error, que tiene que rechazar el documento emitido por el dicasterio, aprobado por el papa; pero independientemente de si lo hace o no, Fiducia Supplicans está encallada, aquí no se aplicará. Y punto.

¿Tan difícil es? ¿Cuánto les costará decir lo que piensan, mentes presumiblemente formadas por dos mil años de enseñanza ininterrumpida de la Iglesia? ¿Y hacerlo, además, con una voz única y unificada, que es la voz de los pastores que guían a sus ovejas? 

«No se trata», como nos recuerda von Balthasar, «de una cuestión de erudición o de astucia, sino, hoy como siempre, del valor de arriesgarse».

¿Están dispuestos nuestros obispos a arriesgarse, a aventurarse en obediencia a Dios, aun a riesgo de ser censurados o avergonzados por los demás? «Sed dignos de la llama que os consume», escribe Paul Claudel. ¿Y qué importa eso? se pregunta.  

Y, en realidad, pregunta, al fin y al cabo: «¿Qué vale el mundo comparado con la vida? ¿Y qué vale la vida si no es para darla? ¿Y por qué atormentarnos cuando es tan sencillo obedecer?».

Pensándolo bien, no es una mala resolución cuaresmal para nuestros obispos. Y no solo para ellos -como si solo ellos tuvieran que acaparar el mercado del valor-, sino para todos nosotros, ahora y siempre.

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Comentarios
42 comentarios en “Valor, ¿a qué precio?
  1. Magnífico artículo, que me hace reflexionar el por qué del silencio de los obispos . Por un lado los quisiera justificar en cuanto la dificultad de ser libres en una Iglesia, la de Francisco, donde el despotismo, el autoritarismo, la falta de libertad de expresión para los que no opinan lo mismo que él es de una intensidad propia de los países con dictaduras al más puro estilo de la izquierda bolivariana. Por otro lado tristemente me pregunto si hay alguno que sea un hombre con lo que hay que tener para ser valiente al estilo de Nuestro Señor Jesucristo y para concluir tb hay que tener en cuenta que tantos años de este pontificado ya han llenado a la Iglesia de pastores de dudosa o en algunos casos mala doctrina. Frente a este panorama, no es difícil dar respuesta a este muy buen artículo de opinión. Nos queda ser hombres de fe y tener convicción que Cristo, la Verdad triunfará a pesar de nosotros.

  2. ¿Valor? No hay valor, lo que hay es pura traición a Cristo. Esto es lo que monseñor Argüello, presidente de los obispos españoles, dice sobre las bendiciones a las parejas homosexuales y Fiducia Suplicans. Las apoya y además insulta la inteligencia de sus curas y sus fieles: “se bendice a cada persona, aunque las personas vengan juntas, pero no su relación”.

    Que les quede claro a los sacerdotes que entregan su vida a Dios el apoyo que pueden esperar si se niegan a bendecir a la pareja irregular u homosexual que llegue “junta” y pida ser bendecida..y lo denuncie públicamente en los medios.

    1. Palabras literales. La entrevista se puede encontrar en el debate. Es un escándalo y resulta muy extraño que nadie lo denuncie, como se ha hecho con cada obispo que ha apoyado Fiducia o se ha opuesto a ella. ¿

      “Otra cosa diferente son las bendiciones espontáneas. Creo que hay que subrayar hasta dónde llega la misericordia de Dios, a la hora de distinguir lo que se quiere decir con «pareja» y lo que se quiere decir con «relaciones» o con «unión» entre las dos personas. Como quiera que el documento ha utilizado estas expresiones indistintamente, tanto las aclaraciones del Dicasterio como del propio Papa han insistido mucho en que se bendice a cada persona, aunque las personas vengan juntas, pero no su relación”.

  3. Creo que es tiempo de ser prudente
    Si un obispo habla y lo cancelan, su diócesis entera puede verse perjudicada.
    Por otro lado, no hablar y luchar por la verdad conlleva que el mal siga creciendo.
    Ven, Señor jesus

    1. Los mártires, algunos de ellos también obispos, morían por defender la verdad y al rebaño. No los cancelaban, los martirizaban. Y así creció la Iglesia.

      Un obispo no tiene que defender las bendiciones de sodomitas para que no lo cancelen. Puede ser cobarde y callarse, lo están haciendo muchos. Un obispo alaba Fiducia para ser considerado, alabado y ascendido.

      Roma hoy paga a traidores, pero de Dios no se ríe nadie.

      1. «Los mártires, algunos de ellos también obispos, morían por defender la verdad y al rebaño»

        El martirio entonces venía de fuera de la Iglesia, y aunque mataran a algunos obispos quedaban otros para defender al rebaño. Ahora la situación es otra y hay que evitar el escándalo, cosa que no puede hacer un obispo si le destituyen. A veces toca ser «prudentes como serpientes y sencillos como palomas» (Mt 10,16), y no sólo pensar en uno mismo, dejando abandonadas a las ovejas para ganarse el cielo por ser martirizado.

    2. Y además, objetivamente falta tan poquito. Meses, probablemente. No creo equivocarme si le digo que si el próximo pontificado sigue la misma linea, muchos obispos que hoy callan, hablarán.

  4. Hay católicos de buena doctrina a patadas que siguen arrodillados ante la desviación innegable de este pontífice hacia la apostasía. Y van con él…

    1. Eso no es buena doctrina. Tienen una confusión doctrinal evidente sobre lo que significa la obediencia y sobre lo que implica el primado de Pedro. Es una confusión que viene de lejos, no se le puede atribuir solo a este pontificado.

      Pero no todos estos fieles y religiosos son iguales: los hay que no ven y obedecen, pero los hay que sí ven y obedecen y callan a los que alzan la voz. Ay de esos.

  5. Tan cobardes son los obispos europeos como los africanos, solo que los primeros temen que los europeos los consideren homofobos y los segundos temen que los africanos no los consideren homófobos así que ambos grupos se adaptan a su publico.

    1. Es usted un troll anticatólico pesadísimo. Grábeselo: perpetrar actos homosexuales es pecado; y si muere en ese estado se irá al infierno por toda la eternidad. Punto pelota.

  6. Pues, a mí me parece que lo de hoy no es cosa solo de hoy. Hemos pasado décadas con Obispos que hablaban bien de los Papas o no hablaban mal, excepto los progresistas (incluídos los curas también). Esta especie de ganado que sigue su pastor sin emitir cualquier sonido ha crescido por cuenta de un desequilibrio entre el poder papal y el poder episcopal. El Vaticano II intentó equilibrar la báscula pero el peso natural que un Papa tiene como monarca no es pequeño. Ya el CIC le otorga poder universal, inmediato, etc… sobre todos nosotros. La actitud bovídea también es valor insuficiente, falta de convicción. Y es cierta papolatría que considera increíble el mero hecho de cuestionar un Papa so pena de pecado grave. Naturalmente cuando un Papa es un autócrata, peor. Los clérigos también recelan el qué dirán los laicos a ellos confiados acostumbrados y, por veces, papólatras o piedosamente aferrados a un papado romantizado. El problema es lo que hemos sembrado; no es algo a penas actual.

  7. Es muy injusto todo esto de acusar a los obispos. Yo creo que ellos no dicen más cosas por tres razones:
    1. Según la doctrina de la guerra justa, hay que mirar la proporción de los medios a los objetivos plausibles. Ciertas declaraciones de un obispo sólo traerían sanciones sobre él y su diócesis, sin otro resultado.
    2. Contra el parecer de muchos opinadores, nada del Magisterio de Francisco es herejía formal, por tanto no hay justificación para un enfrentamiento directo de un obispo hacia el Papa, y teniendo en cuenta los daños a la unidad de la Iglesia todavía mayores que se podrían generar.
    3. Desde Pío IX o Pío X, no lo sé exactamente, los obispos están obligados por un juramento a sentir igual que el Papa, y por tanto, la ambigüedad de algún textos de Francisco están por juramento obligados a resolverla siempre en un sentido favorable al Papa, que siempre afirma no querer cambiar la doctrina.

    1. Repase la doctrina, se lo digo desde la más absoluta caridad. No hay obediencia ni deber de obediencia alguno ni juramento posible para actuar en contra de la Verdad, por muy Papa que sea el que lo ordena. Comience con san Pablo y su anatema para cualquiera que predique otro evangelio, aunque sea un ángel del Cielo y siga por la Summa de Sto. Tomás.

      1. Yo no soy Obispo, no me indique qué debo hacer si lo fuera, porque no es el caso. Simplemente me pongo en el lugar de los obispo, e intento comprender sus razones.

        1. «Contra el parecer de muchos opinadores, nada del Magisterio de Francisco es herejía formal»

          ¿En serio? ¿Qué le parece a usted que es decir que la Virgen María, Madre de Dios, no nació santa? (contra el dogma definido «ex cathedra» en el Concilio Vaticano I). ¿Y decir que en ocasiones no es posible dejar de pecar? (contra el dogma definido «ex cathedra» en el Concilio de Trento). ¿Y decir que «nadie puede ser condenado para siempre»? (contra las propias palabras de Cristo y el dogma de fe definido «ex cathedra» en el Concilio de Florencia). ¿Y decir que Dios quiere las religiones falsas, que al cielo vamos a ir «todos, todos, todos», y que el proselitismo es pecado? (contra la palabra del Señor y la orden dada por él: Mt 28,16-20; Mc 16,14-18)? Y, como ya dije hace dos semanas, la lista que podría hacerse es casi infinita (sólo hay que echar un ojo al «Denzinger-Bergoglio).

          1. Todos esos comentarios están dichos por Francisco a título privado, en entrevistas con la prensa y demás, no comprometen el Magisterio formal. Y usa un lenguaje coloquial, impreciso, propio del tipo de conversación en que cualquiera podríamos cometer muchas incorrecciones.

          2. «Todos esos comentarios están dichos por Francisco a título privado»

            ¿Comentarios? ¡Pero si están en documentos pontificios, negro sobre blanco! En «motu proprio», declaraciones, encíclicas, homilías pronunciadas ante miles de personas durante una misa pontifical…

            No sabía que «Amoris laetitia» (escrita a pachas por el heterodoxo Instituto San Anselmo de Roma y el Trucho), sin ir más lejos, la hubiera firmado a título privado, a modo de novela (pese a poner al final: «Dado en Roma […] el 19 de marzo […] cuarto de mi Pontificado. Franciscus». Y, por lo visto, él tampoco se ha debido de enterar, pues ordenó publicar en las «Acta Apostolicae Sedis», para despejar dudas, que la interpretación heterodoxa de los obispos argentinos era la única posible y que se trataba de «magisterio auténtico» (así lo dice literalmente el documento oficial). Y el resto son sólo «herejías privadas», según usted, lo que nos deja mucho más tranquilos.

          3. Catholicus, Amoris Laetitia no tiene herejía formal. La interpretación aprobada a los obispos argentinos es de práctica pastoral, no formula una verdad doctrinal. Es una praxis que al Papa le gusta, como a Julio II le gustaba tirar cañonazos a los enemigos de su familia. El Magisterio no queda comprometido, sólo el mayor o menor acierto de decisiones prácticas. De lo contrario, Ud acusa al Papa de hereje, lo cual significa que está excomulgado latae sententiae, lo que significa que la Sede Apostólica está vacante desde 2016, y significa que la mayoría de los cardenales son de nombramiento inválido, y en consecuencia el ministerio petrino se ha extinguido porque no puede haber un cónclave válido, y en consecuencia según Ud estamos en el fin del mundo porque Cristo aseguró la pervivencia del ministerio petrino hasta el final.

          4. «Amoris Laetitia no tiene herejía formal»

            ¿En serio? Yo diría que sí; y condenada de forma expresa con excomunión por el Concilio de Trento. Fíjese lo que dijo en «Amoris laetitia» sobre quienes viven en estado de pecado (los adúlteros, específicamente):

            AMORIS LAETITIA: «Un sujeto, aun conociendo bien la norma [6º Mandamiento: No cometerás adulterio], puede tener una gran dificultad para comprender ‘los valores inherentes a la norma’ o puede estar en condiciones concretas que no le permiten obrar de manera diferente y tomar otras decisiones sin una nueva culpa».

            CONCILIO DE TRENTO (cánones dogmáticos):

            – «Si alguno dijere que los Mandamientos de Dios son imposibles de guardar, aun para el hombre justificado y constituído bajo la gracia, sea anatema (excomulgado)».

            – «Si alguno dijere, que el que peca después del bautismo no puede levantarse con la gracia de Dios […] sea anatema (excomulgado)».

          5. – «Si alguno dijere, que es imposible al hombre, aun justificado y constituido en gracia, observar los mandamientos de Dios; sea excomulgado»

            “Nadie, pues, por cuanto justificado, debe considerarse libre de la observancia de los mandamientos, nadie debe hacer propia la expresión temeraria y prohibida por los padres bajo pena de excomunión, esto es, que es imposible para el hombre justificado observar los mandamientos de Dios. Dios, en efecto, no manda lo que es imposible, sino que cuando manda te amonesta para que hagas lo que puedas y pidas lo que no puedas, y ayuda para que puedas: sus mandamientos no son gravosos (1 Jn 5, 3), su yugo es suave y el peso ligero (Mt 11, 30). En efecto, los que son hijos de Dios, aman a Cristo y los que lo aman -como dice él mismo (Jn 14,23)- observan sus palabras, lo que sin la ayuda de Dios ciertamente no pueden hacer”.

            Es evidente que Francisco no sólo dijo que a veces era imposible…

          6. …dejar de pecar, incluso con la gracia de Dios, sino que osó decir que dejar de pecar podía constituir una nueva culpa… ¡Casi nada!

            «La interpretación aprobada a los obispos argentinos es de práctica pastoral, no formula una verdad doctrinal»

            Lo dicho por los obispos argentinos y ordenado publicar como magisterio auténtico por Francisco es una herejía condenada por la Iglesia, lo llame usted «pastoral» para justificarla, o la llame «chicle de fresa». Si contradice la doctrina es una herejía. Y la contradice. Y llega a más, al afirmar con lenguaje alambicado que el adulterio «es la entrega que Dios mismo está reclamando en medio de la complejidad concreta de los límites, aunque todavía no sea plenamente el ideal objetivo». Dios no reclama vivir en adulterio ni en un momento concreto, ni nunca, y está condenado por Cristo de forma explícita.

            «Ud acusa al Papa de hereje»

            No señor: eso lo dice usted. El interior de las personas sólo…

          7. …lo conoce Dios. Si dice herejías por ignorancia, por deformación educacional, por problemas mentales o por cualquier otro motivo, no nos corresponde dirimirlo. Pero, ¿que son herejías? ¡Como la copa de un pino!

            «…lo cual significa que…»

            Todo lo que viene a continuación son disparates de usted, que no es que sea muy ducho deduciendo, ni un maestro de la retórica.

    2. Gracias por reconocer que hay una guerra dentro de la Iglesia, en la que unos tienen el poder y otros son sometidos.
      Con San Juan Pablo II nunca hubo un respaldo unánine y férreo de cardenales y obispos al Papa.

      1. Pues sí, hay una guerra. Y en líneas generales hay dos bandos, aunque opino que a su vez se subdividen en un total de 4 o 5, según se considere que la facción rosa forma partido propio o sea transversal a los progres y a los neocons.

        1. En la Iglesia, como fuera de ella, sólo hay dos bandos: los que profesan íntegramente la fe católica (es la única forma en que puede profesarse), y los que no, con independencia de que figuren oficialmente como «católicos» (sin serlo realmente) o que formen parte de la jerarquía.

          1. «Con San Juan Pablo II nunca hubo un respaldo unánine y férreo de cardenales y obispos al Papa»

            Pero entonces los disidentes eran los heterodoxos y/o los de moral laxa. Ahora es a la inversa.

          2. Dentro de los que profesan la fe íntegramente también hay bandos, por ejemplo entre los sedevacantistas y los que no lo son, los que disfrutan de la misa tridentina y los que sólo conocen el misal de Pablo VI, etc. Por desgracia, la vida no es tan simple.

          3. «por ejemplo entre los sedevacantistas»

            ¿Cómo va a profesar íntegramente la fe católica quien está fuera de la Iglesia? Su otra comparación es ridícula: también podría añadir como distintos «bandos» a los que llevan jerseys de color azul y los que van vestidos de fucsia. O los que son rubios y los que son morenos (por no hablar de los calvos). Ninguna de las diferencias que a usted se le ocurran, constituyen ningún «bando» en lo que a la profesión integra de la fe católica se refiere. En el momento en que alguien no la profese, da igual qué misa «disfrute» (curioso lo de «disfrutar un Sacrificio ofrecido a Dios Padre, como si de un espectáculo se tratase) o qué color lleve puesto, ya no es católico, por lo que no forma parte de ningún «bando» dentro de la Iglesia (aunque aparente y externamente siga en ella).

          4. «Por desgracia, la vida no es tan simple»

            Por suerte, no hablamos de la vida, sino de la fe, que sí es tan simple en lo que a la profesión de la misma se refiere, como siempre ha enseñado la Iglesia y dejó bien claro S. S. Benedicto XV en la Encíclica «Ad beatissimi apostolorum» (1914):

            «La fe católica es de tal índole y naturaleza, que nada se le puede añadir ni quitar: O SE PROFESA POR ENTERO O SE RECHAZA POR ENTERO: ‘Esta es la fe católica; y quien no la creyere firme y fielmente no podrá salvarse’ (Símbolo Atanasiano)».

          5. Catholicus, no se ponga en plan escolástico a retorcer el sentido de mis palabras. Obviamente que haya bandos es una cuestión de la «vida», no de la «doctrina», que por supuesto no hay más que una. Y claro que no estoy de acuerdo con los sedevacantistas, pero ellos creen estar del lado de la recta doctrina y sin embargo forman una facción muy diferente de los demás. Por favor, anímese a recibir los argumentos del prójimo limpiamente, sin buscar cómo retorcerlos para buscar uno mismo no sé qué satisfacción personal.

          6. Catholicus, otra cosa, eso que dice que la fe se profesa por entero o se rechaza por entero es sencillamente mentira. El catecismo enseña que puede haber pecados contra la virtud de la fe pero la fe se puede conservar en parte, no perderla del todo. Incluso se puede estar en pecado mortal y mantener la fe. Lo explica bien Santo Tomás de Aquino.

          7. «eso que dice que la fe se profesa por entero o se rechaza por entero es sencillamente mentira»

            No lo digo yo: lo dice en una enciclica, porque así lo ha creído y lo cree la Iglesia, Su Santidad el Papa Benedicto XV, que, como todo el mundo sabe, era muy mentiroso (al menos, eso dice usted).

            «El catecismo dice…»

            Lamento comunicarle que el catecismo cualquiera (porque no hay sólo uno y todos son válidos; el último no deroga los anteriores), no es ni una fuente de la Revelación (sólo hay dos: Sagradas Escrituras y Tradición Apostólica), ni forma parte del magisterio de la Iglesia (aunque lo pueda y lo deba contener). De hecho, Francisco ha ordenado publicar en el último una falsedad, como la «ilicitud» moral de la pena de muerte, contra la enseñanza de las Sagradas Escrituras, de la doctrina de la Iglesia y del magisterio de sus predecesores (ya se ha tratado el tema muchas veces, por lo que no voy a insistir).

          8. «la fe se puede conservar en parte, no perderla del todo. Incluso se puede estar en pecado mortal y mantener la fe. Lo explica bien Santo Tomás de Aquino»

            ¿Y qué tiene eso que ver con lo dicho por mí y lo transcrito de Su Santidad Benedicto XV? ¡Menuda falacia del hombre de paja! ¿Cómo pretende usted refutar lo que nadie ha sostenido y que no se note? Los herejes y los cismáticos claro que creen cosas que son verdad, lo que no les convierte en católicos. Para serlo hay que profesar la fe católica íntegramente. Santo Tomás no explica nada diferente a ésto.

            Antes se me ha pasado esta frase suya:

            «…los sedevacantistas, pero ellos creen estar del lado de la recta doctrina y sin embargo forman una facción muy diferente de los demás».

            A la frase previa «hay una guerra dentro de la Iglesia», usted ha respondido «en líneas generales hay dos bandos». ¿Qué tienen que ver los sedevacantistas, si no pertenecen a la Iglesia?

  8. Hoy en dia dia se han juntado 2 problemas graves: la falta de formacion del clero, y la papalotria.
    Esto convierte la Iglesia en una secta, donde lo que vale es lo que diga el Papa y no lo que diga Dios.
    Por eso buenos sacerdotes no se dan cuenta de los graves errores de los documentos de Francisco. Los tragan sin mayor problema. No se dan cuenta que estan convirtiendo la Iglesia Catolica en Protestante.

    1. El problema es que es el Vaticano el que interpreta lo que dice Dios y no tú. Resulta que Jesús dijo “Tu es Petrus” y no dijo “Tu es Fredus”, y sobre tí, -Francisco y no tú- edificaré mi Iglesia, ni tampoco te eligió para que decidieras si el Papa hace bien su trabajo o si lo que dice el Papa es, o no, lo que dice Dios. Porque si al final acaba siendo cada cristiano el que decide si el Papa acierta o se equivoca, ¿para qué necesita la Iglesia un Papa?

      1. Jamás se enmendó la plana a Cristo hasta la estafa conciliar. Dos mil años hubo de tiempo para entender sus palabras que estás estaban muy claras. En el concilio la iglesia se entregó al mundo en sus brazos, y se inventó una nueva religión inspirada por la masonería. Los papas neocones intentaron rectificar pero lo hicieron fatal, aplicaron la hermenéutica de la continuidad pensando que la rectificación de la iglesia se haría sola, pero fue al revés, el modernismo clavó sus garras en la iglesia tradicional y no la soltó. Ahora la está asfixiando el heresiarca que tendría que llegar antes o después, el anti papa o anti Cristo profetizados, que está acabando con la iglesia. Será la tuya, fiducho, pero ya no es la mía, que te vaya bonito, réprobos.

      2. Jose: has dado la tipica respuesta de un fanatico que pone al Papa por encima de Dios.
        No hay que ser muy listo para darse cuenta que Amoris Laetitia, Fiducia Suplicans, etc son heréticas. Aunque ya se ve que hay tontos muy tontos.

        1. Claro que lo son, es obvio, pero eso no cambia nada, si cada uno puede decidir, ¿qué significa “y sobre tí edificaré mi iglesia”, ¿que es cada uno el que decide si está bien o mal edificada?, ¿y para que se necesita un Papa entonces si su misión la asume cada uno y cada uno decide lo que es y no es herejía?

          1. Hay que ver lo que marea usted la perdiz, con lo inculto que es y lo poco que sabe de la Iglesia y de la fe católica, para seguir tratando de «vender su libro». A ver, pesado, que se lo he dicho mil veces: perpetrar actos homosexuales es pecado; y si muere sin arrepentirse se irá al infierno. La verdad no va a cambiar. Así que, no sé para qué insiste, si le van a dar igual.

  9. La Iglesia necesita un Papa para confirmar a sus hermanos en la fé; NO que los desorieten más. (Ipsissima verba Iesu) si no sirve para ello (y es obvio que la Iglesia está más dividida que nunca) ,pues no tiene NINGÚN sentido su papado. Que renuncie, que lo renuncien (sé que esto último es muy complicado) o…

  10. Desde luego, suscribo el artículo, de pe a pa. Voy a añadir algunos comentarios que pueden complementar al autor. Valor ¿A qué precio?. Pues hay que saber que la baronesa Thatcher pagó un precio muy alto por sus once años al frente del gobierno de su Majestad, sirviendo con valor a la pérfida Albión, pues durante la guerra de las Malvinas cayó en el alcoholismo. Ser valiente no sale gratis. Y eso lo saben bien los obispos y sacerdotes que se han nutrido con dos mil años de historia de la Iglesia y saben lo que le sucedió a san Juan Bautista, a sir Thomas Moore y al obispo John Fisher por denunciar uniones ilícitas en lugar de bendecirlas, y no fue nada bueno. ¿Perder el puestazo, los honores y el sueldo por esa cuestión?. ¡Anda ya! Que me llamen cobarde, pero no tonto. Eso mismo dijeron los de la Iglesia de Inglaterra a Enrique VIII.

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