Papa Paulo III de Farnesio (1468-1549)

Coloquios Mínimos
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Hoy les ofrecemos este extracto del libro Coloquios mínimos de Ettore Gotti Tedeschi.

En una época herida por el relativismo y la carencia de certezas, todavía contamos con autores que nos estimulan a buscar y reflexionar sobre la verdad. Así lo hace Ettore Gotti Tedeschi en esta obra, en la que dialoga con muchos de los grandes protagonistas la Historia.

Filósofos, literatos, reyes, papas, santos, católicos, agnósticos o gnósticos acompañan al autor en este recorrido por la historia del pensamiento occidental. Sus respuestas, nacidas de una cultivada imaginación, sirven como instrumento para profundizar en el conocimiento de nuestro pasado y así entender mejor lo que está sucediendo en el tiempo presente.

Estos breves coloquios, amenos y en muchas ocasiones políticamente incorrectos, nos ayudan a comprender el auge y la decadencia de nuestra civilización, huérfana hoy tanto de un ideal hacia el que orientar sus esfuerzos como de referentes que muestren el camino.

Papa Paulo III de Farnesio (1468-1549)

Pregunta.

Santidad, siempre le he admirado mucho (debido también a su dominio sobre Piacenza, mi ciudad natal) por un infinito número de razones, que van desde la fundación de la Compañía de Jesús (la de San Ignacio, no la del padre Sosa, actual general, que reza con los budistas), hasta la convocación del Concilio de Trento y la comprensión de los peligros del luteranismo y la apertura de la contrarreforma. Famosa fue su solemne condena de la esclavitud (de los amerindios e indios, encaminándolos a la conversión). Pero hay un hecho referido a usted, que me confunde y me deja perplejo: la historia de que usted dijo al embajador de España en el Vaticano (Mendoza) que Jesús es Mitra (una divinidad india y helenística). Y también le habría dicho que no creía que Jesús hubiera existido. Por supuesto, no es verdad, pero ¿cómo pudieron divulgarla? Entonces no había fake news difundidos por internet.

Respuesta (interpretada).

Pero sigue contando más cosas, desconocidas para muchos, por ejemplo, que yo excomulgué a Enrique VIII por haber ordenado que le cortaran la cabeza a Tomás Moro. Que yo recuperé la inquisición romana, ordené la suspensión de los alquileres para la gente pobre (no lo sabía, ¿verdad?). Además de la fundación de la Compañía de Jesús, también autoricé el nacimiento de los Teatinos, los Capuchinos, los Barnabitas, las Ursulinas, los Hospitalarios de San Juan de Dios, los Camilos, los Filipenses, las Salesas, los Escolapios, y otros. Fui mecenas (Miguel Ángel me debe mucho, pero también los futuros alcaldes de Roma que están en el Capitolio y disfrutan de la estatua de Marco Aurelio, que yo mandé poner ahí, quitándola de Letrán, porque creía que era Constantino, el primer emperador cristiano). Es verdad que fui mujeriego y nepotista, amante de la buena mesa (los ñoquis con judías de Piacenza y los tortellini de Parma me volvían loco) y sobre todo del buen vino (también me gustaba tu Gutturnio de Piacenza). Tuve un hijo (natural) gay: Pierluigi, primer duque de Piacenza y Parma (que por lo visto violó al joven obispo de Fano). Entonces le regañaba, hoy (quiero decir en tus tiempos) podría ser incluso motivo de mérito y consenso, ¿no? Pero bueno, para contestar a tu pregunta, diría que era un problema mío de conciencia que podría haber arreglado en confesión. Pero te quiero confiar otra curiosidad que indirectamente te permite tener una respuesta: entre mis consejeros más fiables tenía a magos y videntes con los que tomaba las decisiones, prefiriéndolos a teólogos y canonistas. Me dicen, aquí donde estoy, que también un papa en el siglo XXI desconfía de los teólogos y canonistas fieles a la tradición. Pero como donde estoy ahora se miente que da gusto, me cuesta creerlo. Piensa que me dicen que los jesuitas se han vuelto positivistas, evolucionistas, progresistas, ecumenistas y hasta «luteranófilos». No me lo creo ni aunque viniera a decímelo una maga… ¿Tienes bastante para llevarte una mala impresión de mí? A ver, joven ¿Quién hizo la Contrarreforma? Y los dos monumentos ecuestres de Mochi en la Plaza Cavalli de Piacenza (representando a mi sobrino y sobrino nieto, Alejandro y Ranuccio Farnesio), levantados ochenta años después de mi muerte, ¿a quién se los deben?

***

Este fragmento ha sido extraído del libro Coloquios mínimos (2019) de Ettore Gotti Tedeschi, publicado por Bibliotheca Homo Legens.

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