El Instrumentum Laboris: manual de psicología sinodal

Asamblea Sínodo
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(Luisella Scrosati/la nuova bussola quotidiana)-Un nuevo análisis extremadamente interesante del Instrumentum Laboris (IL) del Sínodo sobre la Sinodalidad.

Es lo que ofrece el sitio web lex-orandi.org, que reúne a diferentes asociaciones de fieles activas en la defensa de la forma antigua de la liturgia romana, en un documento de 30 páginas titulado L’Instrumentum Laboris pour la premiére session du Synode. Une guide de lecture. Dejando en segundo plano la cuestión del contenido teológico y disciplinario del documento, el análisis se detiene en otros aspectos, hasta ahora poco discutidos.

Más allá de la retórica sobre la participación de todos en la vida de la Iglesia, el verdadero objetivo del Sínodo se enuncia en el núm. 15 de la IL, que indica la trayectoria a seguir, la meta a alcanzar dentro de los muchos temas que están sobre la mesa de discusión: “su propósito es ayudar a enfocar cómo la puesta en práctica de las conclusiones de las dos Asambleas sinodales de 2015 y 2018 y de las indicaciones de las sucesivas exhortaciones apostólicas postsinodales Amoris laetitiae y Christus vivit, representa una oportunidad para caminar juntos como Iglesia capaz de acoger y acompañar, aceptando los cambios necesarios en normas, estructuras y procedimientos. Lo mismo se aplica a muchos otros temas que subyacen”. Así, los autores del análisis aciertan al subrayar que el Sínodo no tiene otra finalidad que “hacer aceptar y aplicar los cambios disciplinares e institucionales iniciados bajo el pontificado de Francisco” (pp. 2-3).

Precisamente porque el propósito de este Sínodo es hacer digerir y asimilar lo que ha surgido de sínodos anteriores, se necesita un método apropiado: la conversación en el Espíritu. Presentada como la gran novedad, es en realidad la versión “espiritualizada” de un método de psicología social bien probado precisamente para vencer posibles resistencias. Y no es casualidad que, tras el lenguaje brumoso, la IL lo tenga de hecho bien presente (cf. nn. 37-39). Después de que cada uno, en los pequeños grupos de doce miembros, haya tomado la palabra, mientras los demás escuchan en silencio, de nuevo todos pueden intervenir, pero -atención- “no para reaccionar y rebatir lo que se ha oído, reafirmando la propia posición”. La tercera etapa tiene como objetivo la “identificación de los puntos clave que han surgido y la construcción de un consenso sobre los frutos del trabajo común, que cada uno considere fiel al desarrollo del proceso y en el que, por tanto, pueda sentirse representado. (…) es necesario un discernimiento que también preste atención a las voces marginales y proféticas”.

Los autores del análisis señalan con agudeza cómo este procedimiento se parece mucho a ese método de las ciencias psicosociales que recibe el nombre de “dinámica de grupo”. Esto también se admite explícitamente en el módulo B 3. 1 de la IL: “La perspectiva de transparencia y rendición de cuentas (…) también suscita temores y resistencias. Por eso es importante afrontar seriamente, con actitud de discernimiento, los hallazgos más recientes de las ciencias de la gestión y el liderazgo. Además, la conversación en el Espíritu se indica como una forma de gestionar los procesos de toma de decisiones y de construcción del consenso (…)”. Eliminar resistencias y construir consensos, según técnicas tomadas “de las ciencias de la gestión y del liderazgo”: el Espíritu Santo no pinta nada aquí y sólo aparece como un nombre usado para justificar una técnica psicosocial. Del mismo modo que los Apóstoles tampoco tienen nada que ver con la decisión de montar pequeños grupos de doce para la discusión pública. Todo es cuestión de técnicas ya probadas para gestionar la dinámica de grupo.

Veamos más de cerca esta “dinámica de grupo”. Su “inventor”, Kurt Lewin, estaba convencido de que era más fácil cambiar a un grupo que a un individuo. El psicólogo y sociólogo francés Jean Maisonneuve explica por qué: “Uno de los principales recursos de la resistencia al cambio es el miedo a desviarse de las normas del grupo” (p. 9). El grupo tiende a mantener un equilibrio, en cualquier ámbito. Por tanto, es necesario provocar el cambio a través de dos métodos: ejercer presión en la dirección del cambio deseado y disminuir la resistencia al mismo. Pero -subraya Maisonneuve- “practicar únicamente el primer método acaba prácticamente siempre por provocar tensiones, conflictos más o menos vivos. Por lo tanto, hay que emplear también el segundo método” (Ibid.).

Los dos Sínodos sobre la familia y la Amazonia adoptaron el primer método, el Sínodo actual el segundo. El método sinodal y la conversación en el Espíritu no indican más que dinámicas que pretenden la disminución de todas las resistencias mediante el cambio promovido en el grupo. Del grupo al individuo. Por eso, como hemos visto, el Sínodo no prevé debates ni discusiones; ni siquiera se puede tomar la palabra para “reaccionar y rebatir”. Se trata a todos los efectos de un “abandono de la racionalidad (…) preocupante y no acorde con la dignidad del cristiano” (p. 11).

Desde este punto de vista, se comprende también el énfasis puesto en los “animadores”, es decir, los que dirigen la danza del cambio; en efecto, en el nº 42 de la IL se lee: “la formación en este método, en particular de animadores capaces de acompañar a las comunidades a practicarlo, se percibe como una prioridad en todos los niveles de la vida eclesial”. Ahora bien, se supone que el método sinodal combate todo tipo de abusos; pero, se preguntan con razón los autores del análisis, “¿no abre esto la puerta a derivas y manipulaciones, o al abuso de las conciencias, puesto que se afirma a priori que el consenso obtenido será la voz del Espíritu Santo?” (Ibid). La conversación en el Espíritu no es más que una técnica de manipulación, tanto más eficaz cuanto que se oculta tras una máscara espiritual.

El nº 42 de la IL concluye con una frase digna de mención: «la formación para la conversación en el Espíritu es la formación para ser una Iglesia sinodal”. La “Iglesia sinodal” es el resultado del método de la “conversación en el Espíritu” y, por tanto, una comunidad en la que se superan todas las resistencias y el programa llevado a cabo por unos pocos es aceptado y compartido gracias a la maestría de los “animadores”. El análisis muestra que no es una coincidencia que la expresión “Iglesia sinodal” se repita 98 veces en la IL (donde “Iglesia católica” sólo aparece 10), el término “sinodal” 159 veces y sinodalidad 42. Los otros términos más usados son, obviamente, “discernimiento” (93 veces), escucha (98), proceso (86).

Tampoco sorprende que esta “sinodalidad” sea, de hecho, un proceso altamente elitista: “El sínodo es un proceso decidido en gran medida por el clero, aplicado por el clero y dirigido por el clero (aunque a través de laicos colocados por ellos)” (p. 10). Y es aún menos sorprendente que no represente en absoluto al pueblo de Dios. El análisis da algunos ejemplos que muestran que la respuesta real de la base durante la primera etapa del Sínodo fue de alrededor del 1%. Además, las síntesis intermedias manipularon efectivamente algunas reclamaciones críticas que provenían de la base, como la relativa a la liturgia antigua, claramente presente en la síntesis de la Conferencia Episcopal francesa, pero que desaparece en la IL.

A la luz de la “dinámica de grupo” se comprende aún mejor por qué se saca siempre a colación el sensus fidelium, sin recordar nunca las condiciones presentes en Lumen Gentium 12, ni el documento de la Comisión Teológica Internacional de 2004, a saber, que no hay sensus fidelium sin seguir al Magisterio, al que se debe obediencia. Según la visión sinodal, el sensus fidelium no es más que ese consenso fruto de la manipulación; estrictamente contrario al Magisterio.

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Comentarios
8 comentarios en “El Instrumentum Laboris: manual de psicología sinodal
  1. Pretenden y buscan una iglesia catoprotestante. Y dicen que no hay vocaciones….en realidad no las quieren. Quieren la figura del pastor protestante amparándose en el sacerdocio universal por el bautismo. ¿De qué modo, si no, pueden fabricar ese engendro de religión global? No nos confundamos ni erremos el tiro: los masones controlan ya la estructura temporal de la Iglesia y lo siguiente es desnaturalizar a la mismísima Transubstanciación y la reducción de María a una mujer más, muy piadosa, pero una mujer más.

    Vade retro, satanás!!

  2. No perdáis ni un minuto ‘discirniendo’ nada del Sínodo de la Subnormalidad, como no lo perdemos con las cláusulas del golpe sociocomunista y separatista de Sánchez.
    ¡Repudiemos ambas conjuras en su totalidad. Con el Diablo no se dialoga!

  3. Estos métodos de manipulación sicológica vía la presión grupal recuerdan las reuniones de secta y las tácticas que usan para bajar su línea ideológica al grupo, a cuyos miembros controlan tenazmente.
    Es manipulación, prohibición del disenso, objetivación de los criaturas creadas por Dios a su imagen y semejanza. Va contra la obra de Dios y contra el primer mandamiento.

  4. Sobre la Santísima Virgen María, tipo… figura… modelo de la Iglesia, pero sobre todo Madre de la Iglesia (de los hijos de Dios llamados por Él a esta Familia y Sociedad visible y sobrenatural), un Santo Sacerdote contó que en un exorcismo, al preguntársele al enemigo sobre cual era la cosa que más le disgustaba de la Virgen Purísima, tuvo que contestar: que jamás ha tenido acceso a Ella! Ella es el refugio de los pecadores, porque el infernal enemigo jamás ha podido ensuciar su Inmaculado Corazón… Este es el mejor refugio de los hijos de la Iglesia para estos tiempos de tanta confusión! Viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe!

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