Pésimas señales de la nueva mayoría polaca

Polonia
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Desde los primeros días tras la votación polaca del 16 de octubre, aunque todavía no está en el poder, las señales que muestran en qué dirección quiere dirigir el futuro del país la coalición de centro-izquierda son muy claras. Las ambigüedades están llegando a su fin tanto en Varsovia como en Bruselas.

Varios líderes de organizaciones a favor del aborto y LGBTI, a pesar de la cautela de los primeros días, quieren dar el paso y se muestran muy esperanzados con los cambios que la nueva coalición querría introducir: uniones civiles para homosexuales, cierta liberalización a nivel educativo para la doctrina de género y libertad para abortar hasta la semana doce. Donald Tusk, el primer ministro indicado por la oposición, ya lo había anticipado en sus promesas electorales y lo había reiterado unos días antes de la votación.

Por otra parte, en las ciudades donde ya gobiernan los partidos ahora mayoritarios, la victoria electoral contribuyó a desenmascarar los deseos más ocultos, claramente contrarios a las raíces judías y católicas. En primer lugar, la mayoría arcoíris de izquierdas, centrista y moderada del ayuntamiento de Breslavia, la tercera ciudad más grande del país, aprobó el 20 de octubre una resolución en la que pide «la supresión de la financiación de la enseñanza religiosa con cargo al presupuesto de la ciudad de Breslavia… en vista de la situación económica y del constante aumento de los costes de funcionamiento del sistema educativo». 

Cualquier decisión al respecto corresponde al gobierno nacional, que proporciona parte del presupuesto al municipio para este gasto, y por esta misma razón, el ayuntamiento de Breslavia, con la oposición de PiS y los partidos de derechas, al aprobar este acto puramente político, quiso apelar al primer ministro y al ministro de Educación, actual y futuro, para que encuentren soluciones legales que permitan a la ciudad recortar esta financiación.

Además, otra mala señal, el 21 de octubre, en la capital, Varsovia, gobernada por la coalición de centro-izquierda, tuvo lugar una increíble manifestación organizada por la izquierda a favor de los palestinos, en la que las consignas violentas y los insultos amenazantes dirigidos al pueblo judío (algunos llamando explícitamente a la limpieza de los judíos del mundo) hicieron que el embajador israelí, el presidente de la República y varios miembros del actual gobierno conservador intervinieran y denunciaran, no solo la violencia y las amenazas verbales de los manifestantes propalestinos, sino también el silencio absoluto de los actuales dirigentes de la mayoría y del alcalde de Varsovia Rafał Trzaskowski, antiguo candidato de unidad de la oposición en las últimas elecciones a la presidencia de la república, apoyado por organizaciones LGBTI y Open Society y que en el pasado había prohibido y disuelto varias manifestaciones de extrema derecha.

¿Acaso habéis visto que los periódicos italianos o europeos denuncien las manifestaciones de la izquierda antisemita en Varsovia? No, en cambio, continúan sin freno las alabanzas de los periodistas europeos a Tusk y a cómo, gracias al nuevo gobierno, toda Europa podrá derrotar a la derecha populista y autoritaria en las próximas elecciones europeas.

Mientras en Varsovia han comenzado las conversaciones de las fuerzas políticas y coaliciones con el presidente de la República Duda a fin de iniciar el procedimiento de nombramiento del primer ministro encargado y la confianza en el nuevo ejecutivo, Bruselas se muestra complaciente y taciturna ante los llamamientos del primer ministro en funciones Mateusz Morawiecki a la cooperación por el bien del país entre todos los partidos del Parlamento y las exigencias de Donald Tusk y sus aliados para poder gobernar cuanto y suprimir importantes organismos de control, purgar a los miembros no alineados de organismos públicos y tribunales de justicia, y modificar la composición de los altos tribunales judiciales. 

Ninguno de los comisarios europeos, ni la presidenta Ursula Von der Leyen, han dicho una sola palabra para denunciar las tentaciones de la coalición de Donald Tusk. En su lugar, la presidenta Von der Leyen ha recordado que «la votación de 2024 será uno de los acontecimientos más importantes de la historia de nuestra Unión y… debemos centrarnos en la misión común que nos une a todos: garantizar una competición electoral libre y justa» porque, «si actores extranjeros pagan en secreto campañas de presión para influir en nuestros procesos democráticos, tales actividades deben salir a la luz» y debemos evitar ver «a las democracias atacadas desde dentro».

Muy bien, pero entonces ¿por qué permanecer en silencio ante las flagrantes violaciones e influencias electorales extranjeras en la votación polaca, ahora sistemática y sólidamente demostradas a favor de Tusk y sus aliados? A estas alturas hay pruebas de que, al menos por parte de Soros, ha habido una ocupación de los medios de comunicación y un apoyo a las oposiciones, incluso mediante ayudas económicas a Fundación Báthory y, a través de ella, a una miríada de organizaciones cuyo único propósito es oponerse al PiS y a la Iglesia polaca.

El silencio es aún más inquietante a la vista de la transparencia del voto en las próximas elecciones europeas, si tenemos en cuenta que en el proyecto de dictamen sobre «Transparencia y rendición de cuentas de las organizaciones no gubernamentales financiadas con cargo al presupuesto de la UE», aprobada por la Comisión de libertades civiles, justicia y asuntos internos del Parlamento europeo, se pide que la obligación de informar incluso sobre la financiación extranjera «para las ONG siga siendo limitada». En otras palabras, ¿Bruselas solo quiere conceder el derecho a influir en las elecciones y en el resultado de las mismas en Europa a la armada de Soros &Co. a fin de mantener las alianzas políticas de centro-izquierda, las burocracias y la opacidad actual?

 

Publicado por Luca Volontè en la Nuova Bussola Quotidiana

Traducido por Verbum Caro para InfoVaticana

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Comentarios
9 comentarios en “Pésimas señales de la nueva mayoría polaca
  1. Leo, con estupor: «…claramente contrarios a las raíces judías y católicas.» Y me pregunto ¿qué tendrán que ver unas raices con otras especialmente en lo tocante al ordenamiento político? Mas concretamente ¿qué tendrá que ver la cosmovisión católica con la judía en relación con las ideologías que conforman la agenda satánica 2030 (LGTBI, uniones homosexuales, pedofilia, laicismo, woke, comunismo…)? ya que ambas son opuestas en lo referente a estos temas. Cierto que existe un fundamentalismo judío que también las rechaza, pero eso sí, en su sociedad no en la nuestra, en la que las fomentan e impulsan igual que los saduceos. Asi mismo, los poderes que están imponiendo esa agenda y sus cabezas visibles son igualmente judíos (Rothschild, Rockefeller, Soros,…). Por cierto, el nombre del alcalde de Varsovia, Rafał Trzaskowski, parece «alubio»; no me sorprende que esté apoyado por sociedades creadas por Soros y que haya prohibido manifestaciones «de extrema derecha», léase patrióticas.

    1. Creo que se debe al complejo de decir «raíces católicas» a solas, parece que entonces no vale. Hay q incluir a alguien más. De ahí lo de ‘»nuestra cultura judeocristiana», que bueno…. a mí me suena raro

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