El obispo de Segovia se despide de las monjas cistercienses: «Marchan con dolor y esperanza»

César Franco, obispo de Segovia César Franco, obispo de Segovia
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Hace algunas semanas que las monjas cistercienses del convento de Segovia anunciaron su traslado al convento de la misma congregación, ubicado en Madrid.

Ante la inminente marcha de las cuatro monjas de esta comunidad que quedaban en Segovia, el obispo de la diócesis Monseñor César Franco, les ha querido dedicar su escrito de esta semana a modo de despedida.

«Con hondo pesar no pude celebrar, a causa del COVID, la eucaristía de despedida de las monjas cistercienses de santa María y san Vicente el Real, cuyo monasterio, acostado en la ribera del Eresma, en línea con san Juan de la Cruz, el Parral de los jerónimos, la iglesia de la Veracruz y el santuario de la Fuencisla ofrece de Segovia una fisonomía mística, heredera de grandes tradiciones espirituales que marcan la historia del Occidente cristiano.», comienza la carta de Franco.

Sobre las cuatro monjas que aún habitan el monasterio, «viven su partida como si las arrancaran de raíz de la bendita tierra que han trabajado y amado como una herencia recibida de Dios. La obediencia les conduce al final de sus vidas a otro hogar. Marchan con dolor y esperanza, con nostalgia de su vida escondida en este pequeño paraíso, testigo de la ofrenda de sus vidas, de su plegaria y silencio, de su hospitalidad fraterna, que echaremos de menos los segovianos», asegura el obispo.

César Franco narra su recuerdo de la primera vez que celebró la Eucaristía con esta comunidad, cuyo número ascendía entonces a once monjas. «Junto al altar, estaba el báculo de la abadesa mitrada (no sé si queda alguna en España con este rango). Bromeé con la madre diciéndole que su báculo era más alto que el mío y le pregunté si eso significaba competencia con mi autoridad. Sonrió como hacen los ángeles y me comentó que ella no lo usaba. En el Císter la autoridad pertenece a Cristo», cuenta Monseñor Franco.

Ahora, como detalle de su despedida, la abadesa ha regalado el báculo de su toma de posesión al obispo diocesano. «Lo usaré como recuerdo de la autoridad de las mujeres en la Iglesia (apenas recordada hoy), que se expresa en el servicio y amor mutuo, el cuidado fraterno de la comunidad y la diligencia en la oración y el trabajo que ha hecho del Císter un modelo indiscutible de humanidad y vida en común», afirma César Franco.

Además, el prelado también señala que «desde que la obediencia les dio a conocer el cierre del monasterio he tratado más con estas monjas y he percibido mejor su espiritualidad y virtudes, su extraordinario desprendimiento de los bienes de este mundo, y su deseo de consumar sus vidas fieles al camino de santidad que encontraron en su juventud».

«Se nos van las monjas cistercienses y, aunque muchos no lo entiendan, Segovia es más pobre sin ellas. Perdemos un hogar de oración y mística pegada a la tierra. Perdemos una tradición de siglos. Nos quedamos sin un reclamo hacia Dios, como la campana que toca a maitines y a las horas canónicas. Hasta el final, cansadas de ordenar y limpiar para dejar todo en orden, han luchado por dilatar su partida. Han podido celebrar el Triduo Sacro y contemplar la ciudad de Segovia desde sus celdas con la oración que nunca nos faltará mientras vivan en el agitado Madrid donde seguirán su camino de santificación. Para mí son santas y lo digo con el orgullo del pastor que conoce a sus ovejas, aunque no tanto como las conoce Cristo, el único que puede entrar en su secreto jardín interior», concluye el escrito del obispo de Segovia.

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Comentarios
2 comentarios en “El obispo de Segovia se despide de las monjas cistercienses: «Marchan con dolor y esperanza»
  1. Este tío, típico obispo, se termina sintiendo orgulloso como pastor de unas monjas santas, que no dan fruto y las tienen q echar y echar el cierre; y si se llevarán con ellas a su orgulloso pastor, dos pájaros de un tiro

    1. ¿Cómo que «no dan fruto»?
      Su vida contemplativa, sus oraciones, su hospitalidad, su testimonio de fe cristiana, … dan fruto; al ciento por uno. Mayor fruto que muchas ONGs que, al actuar como sarmientos separados de la vid (Cristo), no consiguen resultados duraderos. (Juan 15, 1-5)

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