La pasada semana se ha conmemorado el décimo aniversario del acontecimiento católico más importante celebrado en este siglo en Madrid y en España, la XXVI Jornada Mundial de la Juventud.
El jueves 16 de agosto de 2011 aterrizó en Madrid Benedicto XVI quien había convocado a los jóvenes del mundo a un encuentro para celebrar la alegría de la fe y la esperanza que no defrauda. Pasó cuatro días con una agenda repleta y una sonrisa en sus labios que aún hoy se recuerda.
Dos millones de jóvenes, de 193 países, atravesaron España en los días previos para llegar a Madrid y llenar sus calles de la alegría juvenil en una inolvidable fiesta católica. Convocados por el papa, los participantes en esa Jornada ofrecieron un inolvidable testimonio de fe. Hubo centenares de conversiones de jóvenes en un encuentro que tuvo momentos estelares como la adoración con el Santísimo Sacramento en la Vigilia en Cuatro Vientos.
Diez años. Parece que un silencio se ha hecho en la cristiandad sobre esa JMJ, al menos en la española. Trece televisión, aprovechando la escasez de programación y de audiencia veraniega, ha salvado la cara y ha emitido un especial diario. Todo gracias al empeño de Fernando Giménez Barriocanal, presidente del grupo mediático de la Iglesia y uno de los responsables principales de la organización de aquella JMJ. Tampoco es que el contenido de algunas emisiones sobre esa JMJ haya sido de la mayor calidad de contenidos y técnica.
Estamos ante una Damnatio memoriae, condena del recuerdo, de la JMJ de Madrid 2011. Habría que preguntar a quién y por qué no interesa recordar ese acontecimiento.
Resulta sorprendente que sobre el evento católico más relevante de la historia reciente de la Iglesia en Madrid, por el número de participantes, por la naturaleza del encuentro masivo, pese un silencio intencionado. ¿Han leído ustedes algún mensaje del arzobispo de Madrid, cardenal Osoro, recordando la JMJ? ¿Se ha pronunciado la Conferencia Episcopal sobre el aniversario? ¿Qué ha dicho el Presidente de la Conferencia Episcopal, cardenal Omella, estos días? ¿Cuántos obispos españoles, que entonces estaban eufóricos y no pararon de dar catequesis a los jóvenes, han publicado textos rememorando lo que pasó en Madrid hace diez años? ¿Quién se ha referido en estos días a los impresionantes discursos de Benedicto XVI en esa Jornada?
Es cierto que las redes sociales se han llenado estos días pasados de testimonios de personas que participaron en esa Jornada. Una vez más, el Pueblo de Dios tiene que salvar la dignidad de la Iglesia.
Lo único que tenemos del cardenal Osoro y la JMJ son sus declaraciones en un clandestino acto de recuerdo que se celebró, para unos elegidos, el pasado 23 de junio en los locales de la madrileña parroquia de san Juan de la Cruz. Allí Osoro dijo, en una intervención que no se entendía, que “seguimos adelante abriéndonos a las situaciones reales que vive hoy la gente. No podemos vivir añorando porque las necesidades y las preguntas de hoy son otras”. Está claro. Recordar la JMJ es un acto de añoranza y hoy las preguntas son otras. ¿Y las respuestas también?
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La 13 TV dió una programación sobre la JMJ. Que va a decir Osoro pues todas las comparaciones son odiosas, Osoro no llena ni una plaza y está en lo que está, en agradar al mundo en imitación a lo que hacen los del Vaticano y bajarse los pantalones ante la ideología de género, lo LGTBI y demás estupideces en las que parecen muchos nuevos prelados nadar a gusto. Pensará que así tiene opciones para poder ser elegido nuevo Papa el día de mañana, pues alguien tan mediocre ha llegado a la sede madrileña aún siendo doctor en ciencias exactas que claro el pontificado lo debe ver ya en las manos.
Los masones funcionan con el palo y la zanahoria.
Si obedecen, ascienden, si no, peligra su vida. Hay mucho covid por ahí y mucho masón en los hospitales.
Recemos por sus pobres almas.
De «matemático», nada. Y de «doctor», menos.
Si Osoro y los San Egidios organizasen una JMJ en Madrid con asistencia confirmada de Francisco, no llenarían ni el Callejón del Gato.
Pero estaríamos durante años aguantando un día sí y otro también que se nos recordase tan «magno2 acontecimiento
Intenté contactar el sábado 21 – desde Brasil – preguntando por la intención de misa (10 años desde la visita de Benedicto XVI a la Catedral de la Almudena) en la misma catedral. Resultado: nadie contestó el teléfono (en la sacristía mayor y menor) y en la cripta no nos hicieron caso.
Recuerdo que aquel 21 de agosto de 2011 fuimos muy bien recibidos por el Padre Fausto, que organizó la liturgia.