Francisco: “Estamos llamados a ser libres de una observancia religiosa que nos vuelve rígidos”

Papa rígidos Francisco reza ante la tumba de san Pedro (Vatican Media)
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En la Festividad de San Pedro y San Pablo, Su Santidad ha vuelto a cargar contra -¿lo adivinan?- los “rígidos”. Los apóstoles que conmemoramos serían, sobre todo, ejemplos de cómo Dios nos libera de la rigidez.

Como Pedro, estamos llamados a liberarnos de la sensación de derrota ante nuestra pesca, a veces infructuosa; a liberarnos del miedo que nos inmoviliza y nos hace temerosos, encerrándonos en nuestras seguridades y quitándonos la valentía de la profecía”, ha dicho el Santo Padre en la homilía de la celebración de la fiesta de San Pedro y San Pablo. “Como Pablo, estamos llamados a ser libres de las hipocresías de la exterioridad, a ser libres de la tentación de imponernos con la fuerza del mundo en lugar de hacerlo con la debilidad que da cabida a Dios, libres de una observancia religiosa que nos vuelve rígidos e inflexibles, libres de vínculos ambiguos con el poder y del miedo a ser incomprendidos y atacados”.

«Es una nueva historia de apertura, de liberación, de cadenas rotas, de salida del cautiverio que encierra. Pedro tuvo la experiencia de la Pascua: el Señor lo liberó», señala Su Santidad hablando de San Pedro. En cuanto al Apóstol de los Gentiles, asegura Francisco que fue liberado “de la esclavitud más opresiva, la de su ego. Y de Saulo, el nombre del primer rey de Israel, pasó a ser Pablo, que significa ‘pequeño’. Fue librado también del celo religioso que lo había hecho encarnizado defensor de las tradiciones que había recibido. Así, Pablo comprendió que «Dios eligió lo débil del mundo para confundir a los fuertes» (1 Co 1,27), que todo lo podemos en aquel que nos fortalece, que nada puede separarnos de su amor (cf. Rm 8,35-39). Por eso, al final de su vida ―como nos dice la segunda lectura― el apóstol pudo decir: «el Señor me asistió» y «me seguirá librando de toda obra mala». Pablo tuvo la experiencia de la Pascua: el Señor lo liberó”.

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Este Pablo liberado de la observancia religiosa escribiría más tarde a los Corintios: “¿O no sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No os dejéis engañar: ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios”.

Les ofrecemos la homilía del Papa, publicado en español por la Oficina de Prensa de la Santa Sede:

Dos grandes Apóstoles, Apóstoles del Evangelio, y columnas de la Iglesia: Pedro y Pablo. Hoy celebramos su memoria. Observemos de cerca a estos dos testigos de la fe. En el centro de su historia no están sus capacidades, sino que en el centro está el encuentro con Cristo que cambió sus vidas. Experimentaron un amor que los sanó y los liberó y, por ello, se convirtieron en apóstoles y ministros de liberación para los demás.

Pedro y Pablo son libres sólo porque fueron liberados. Detengámonos en este punto central.

Pedro, el pescador de Galilea, fue liberado ante todo del sentimiento de inadecuación y de la amargura del fracaso, y esto ocurrió gracias al amor incondicional de Jesús. Aunque era un pescador experto, varias veces experimentó, en plena noche, el amargo sabor de la derrota por no haber pescado nada (cf. Lc 5,5; Jn 21,5) y, ante las redes vacías, tuvo la tentación de abandonarlo todo. A pesar de ser fuerte e impetuoso, a menudo se dejó llevar por el miedo (cf. Mt 14,30). Si bien era un apasionado discípulo del Señor, siguió razonando según el mundo, sin ser capaz de entender y aceptar el significado de la cruz de Cristo (cf. Mt 16,22). Aunque decía que estaba dispuesto a dar la vida por Él, fue suficiente sentir que sospechaban que era uno de los suyos para asustarse y llegar a negar al Maestro (cf. Mc 14,66-72).

Sin embargo, Jesús lo amó gratuitamente y apostó por él. Lo animó a no rendirse, a echar de nuevo las redes al mar, a caminar sobre las aguas, a mirar con valentía su propia debilidad, a seguirlo en el camino de la cruz, a dar la vida por sus hermanos, a apacentar sus ovejas. De este modo lo liberó del miedo, de los cálculos basados únicamente en las seguridades humanas, de las preocupaciones mundanas, infundiéndole el valor de arriesgarlo todo y la alegría de sentirse pescador de hombres. Y lo llamó precisamente a él para que confirmara a sus hermanos en la fe (cf. Lc 22,32). A él le dio ―como hemos escuchado en el Evangelio― las llaves para abrir las puertas que conducen al encuentro con el Señor y el poder de atar y desatar: atar los hermanos a Cristo y desatar los nudos y las cadenas de sus vidas (cf. Mt 16,19).

Todo esto fue posible sólo porque ―como nos dice la primera lectura― Pedro fue el primero en ser liberado. Se rompieron las cadenas que lo tenían prisionero y, al igual que había ocurrido en la noche que los israelitas fueron liberados de la esclavitud en Egipto, se le pidió que se levantara rápidamente, que se pusiera el cinturón y se atara las sandalias para poder salir. Y el Señor le abrió las puertas de par en par (cf. Hch 12,7-10). Es una nueva historia de apertura, de liberación, de cadenas rotas, de salida del cautiverio que encierra. Pedro tuvo la experiencia de la Pascua: el Señor lo liberó.

También el apóstol Pablo experimentó la liberación de Cristo. Fue liberado de la esclavitud más opresiva, la de su ego. Y de Saulo, el nombre del primer rey de Israel, pasó a ser Pablo, que significa “pequeño”. Fue librado también del celo religioso que lo había hecho encarnizado defensor de las tradiciones que había recibido (cf. Gal 1,14) y violento perseguidor de los cristianos. Fue liberado. La observancia formal de la religión y la defensa a capa y espada de la tradición, en lugar de abrirlo al amor de Dios y de sus hermanos, lo volvieron rígido: era un fundamentalista. Dios lo libró de esto, pero no le ahorró, en cambio, muchas debilidades y dificultades que hicieron más fecunda su misión evangelizadora: las fatigas del apostolado, la enfermedad física (cf. Ga 4,13-14), la violencia, la persecución, los naufragios, el hambre y la sed, y —como él mismo contaba— una espina que lo atormentaba en la carne (cf. 2 Co 12,7-10).

Así, Pablo comprendió que «Dios eligió lo débil del mundo para confundir a los fuertes» (1 Co 1,27), que todo lo podemos en aquel que nos fortalece (cf. Flp 4,13), que nada puede separarnos de su amor (cf. Rm 8,35-39). Por eso, al final de su vida ―como nos dice la segunda lectura― Pablo pudo decir: «el Señor me asistió» y «me seguirá librando de toda obra mala» (2 Tm 4,17). Pablo tuvo la experiencia de la Pascua: el Señor lo liberó.

Queridos hermanos y hermanas, la Iglesia mira a estos dos gigantes de la fe y ve a dos Apóstoles que liberaron la fuerza del Evangelio en el mundo, sólo porque antes fueron liberados por su encuentro con Cristo. Él no los juzgó, no los humilló, sino que compartió su vida con afecto y cercanía, apoyándolos con su propia oración y a veces reprendiéndolos para moverlos a que cambiaran. A Pedro, Jesús le dice con ternura: «He rogado por ti para que no pierdas tu fe» (Lc 22,32), a Pablo le pregunta: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?» (Hch 9,4). Jesús hace lo mismo con nosotros: nos asegura su cercanía rezando por nosotros e intercediendo ante el Padre, y nos reprende con dulzura cuando nos equivocamos, para que podamos encontrar la fuerza de levantarnos y reanudar el camino.

Tocados por el Señor, también nosotros somos liberados. Siempre necesitamos ser liberados, porque sólo una Iglesia libre es una Iglesia creíble. Como Pedro, estamos llamados a liberarnos de la sensación de derrota ante nuestra pesca, a veces infructuosa; a liberarnos del miedo que nos inmoviliza y nos hace temerosos, encerrándonos en nuestras seguridades y quitándonos la valentía de la profecía. Como Pablo, estamos llamados a ser libres de las hipocresías de la exterioridad, a ser libres de la tentación de imponernos con la fuerza del mundo en lugar de hacerlo con la debilidad que da cabida a Dios, libres de una observancia religiosa que nos vuelve rígidos e inflexibles, libres de vínculos ambiguos con el poder y del miedo a ser incomprendidos y atacados.

Pedro y Pablo nos dan la imagen de una Iglesia confiada a nuestras manos, pero conducida por el Señor con fidelidad y ternura ―es Él quien guía a la Iglesia―; de una Iglesia débil, pero fuerte por la presencia de Dios; la imagen de una Iglesia liberada que puede ofrecer al mundo la liberación que no puede darse a sí mismo: liberación del pecado, de la muerte, de la resignación, del sentimiento de injusticia, de la pérdida de esperanza, que envilece la vida de las mujeres y los hombres de nuestro tiempo.

Preguntémonos hoy, en esta celebración y después de ella, preguntémonos, ¿cuánta necesidad de liberación tienen nuestras ciudades, nuestras sociedades, nuestro mundo? ¡Cuántas cadenas hay que romper y cuántas puertas con barrotes hay que abrir! Podemos ser colaboradores de esta liberación, pero sólo si antes nos dejamos liberar por la novedad de Jesús y caminamos en la libertad del Espíritu Santo.

Hoy nuestros hermanos arzobispos reciben el palio. Este signo de unidad con Pedro recuerda la misión del pastor que da su vida por el rebaño. Dando su vida, el pastor, liberado de sí mismo, se convierte en instrumento de liberación para sus hermanos. Hoy nos acompaña la Delegación del Patriarcado Ecuménico, enviada para esta ocasión por nuestro querido hermano Bartolomé: vuestra grata presencia es un precioso signo de unidad en el camino de liberación de las distancias que dividen escandalosamente a los creyentes en Cristo. Gracias por vuestra presencia.

Rezamos por vosotros, por los pastores, por la Iglesia, por todos nosotros para que, liberados por Cristo, seamos apóstoles de liberación en el mundo entero.

 

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Comentarios
56 comentarios en “Francisco: “Estamos llamados a ser libres de una observancia religiosa que nos vuelve rígidos”
  1. Se. Bergo lios déjenos en paz.
    Hágase su secta y cante al sol al amanecer, usted no es católico y no nos la cuela.
    Seguiremos los mandamientos del Único Dios trinidad y veneráremos a Maria nuestra madre. Con usted o sin usted.
    Viva Cristo Rey

    1. Ya ha perdido Francisco todo contacto con la realidad: vive en un idealismo irracional Solo le queda a Dios-médico.

      Mientras, oponerse y no aceptar nunca jamás semejantes graves errores: el centro y lo primero del catolicismo es la liberación del pecado grave que impide la bienaventuranza, la cura animarum, la salvación de las almas.

      En el catolicismo no hay lugar para la rigidez ni mucho menos para la laxitud, libertinaje, permisividad y condescendencia frente al pecado, por el que muchos santos lucharon contra él hasta el martirio por su amor a la Ley de Dios.

      1. Sería muy interesante una entrevista a la psiquiatra que trató al joven Bergoglio. Si no fuese por el secreto profesional al que está obligada seguramente entenderíamos el porqué de las muchas «ocurrencias» de este hombre

      1. LA OBSERVANCIA RELIGIOSA QUE NOS HACE RÍGIDOS
        Tomar esa experiencia del S. Pablo hebreo, antes de su conversión a Cristo, para aplicarlo a los YA CRISTIANOS es un fallo garrafal….
        Este papa es ignorante o es malvado???

    2. Saray: te recomiendo el hermoso elogio a los «rígidos» que hizo ayer el P. Santiago Martín en la homilía de la Misa de San Ireneo. (Minuto 6:00 en adelante.) Son palabras de aliento para los católicos fieles, tan atacados desde arriba.

    3. «déjenos» … Por qué piensas que el Santo Padre Francisco habla de ti??? Por qué te pones el saco??? Las palabras del Papa te mueven, y no porque tu sana doctrina sea ortodoxa, sino porque en tu corazón, la rigidez, de la que habla Francisco, está presente… Si ves a Francisco como tu enemigo, procura hacer lo que Jesucristo manda, ora por él y evita hacer juicios tan temerarios, porque al final pecas más de lo que crees…Dios bendiga al Santo Padre Francisco, lo ilumine y le dé fuerza ante los ataques de tantos católicos

  2. Otro grave error de Francisco: si tu mano te hace pecar, córtatela, líbranos del mal, no nos dejes caer en la tentación. La liberación es del mal y del pecado.

    No cabe el rígido que no analiza las circunstancias, ni el laxo, condescendiente y permisivo que todo pecado grave tiene excusa.

    Francisco no sigue la moral católica de los actos intrínsece malum, sino la moral luterana de los actos morales bonum incompletum et imperfectum, por el que el vivir recasados (Amoris laetitia) o con uno del mismo género, se convierte de un intrínsece malum hacia un bien incompleto e imperfecto, lo suficiente bueno como para ser virtud querida por Dios y para recibir su gracia santificante, porque existen circunstancias o elementos positivos (amor, respeto, ayuda mutua) y porque son discernidas por el cura y los afectados y aceptadas por el obispo.

    Francisco es luterano, moralmente luterano.

  3. Pues anda que los apóstoles no eran «rígidos»… Si hasta morían por hacer proselitismo, eso que está tan mal visto por Bergoglio…

    1. Hay que cortar por lo sano y de manera firme y rápido con los delirios de Bergoglio el lioso: el centro preferente y supremo del catolicismo es la misericordia de la salvación de las almas a través del perdón sacramental y el amor a los Mandamientos de la Ley de Dios.

      El mal de la existencia de Bergoglio sirve para un bien mayor: reforzar nuestra verdadera Fé contra el error procedente de la misma Cabeza. No le tengamos miedo a Bergoglio: es un hombre, un día acabará, deberá responder ante Dios, su obra será irrelevante y olvidada por el futuro.

      1. Cuidado por qué un día ti también acabarás y también tendrás que pasar cuentas de cómo has amado a Cristo y a tu prójimo.
        Al igual que yo lo haré.

      2. ¡¡¡Qué RÍGIDO es el Santo Padre con los que no son modernistas, ni progresistas, sino conservadores o tradicionalistas!!! …

    2. Proselitismo implica imponer la fé católica como sea y que yo sepa los apóstoles proponían un nuevo camino no lo imponían a nadie. Ni Cristo tampoco.

      1. Miguel, un prosélito es un converso. Obviamente, converso por voluntad propia.

        Hoy en día se impone el evangelio LGTBI, no la fe católica.

    3. Lo entiendo perfectamente pero como siempre manipulas mis palabras para que parezca que digo otra cosa cuando solo uso la misma metáfora.

      1. Miguel, pues si entiende la parábola perfectamente, ¿a qué viene su ridículo dilema entre la confesión y cortarse la mano?

        No, evidentemente no entendió nada de nada. Para variar.

  4. Hemos de renegar de Francisco. Él no es fiel a las enseñanzas de San Pedro y San Pablo. Él desvía del camino de Cristo.

      1. Sota de Bastos: Yo me refería a que hemos de negar los errores de Francisco, no renegar del Papa. El cismático es el que enseña una doctrina diferente. Yo estoy en plena comunión con el Papa, pero por obediencia a Cristo, reniego de sus errores. La Biblia enseña: «Si alguno de nosotros, incluso un ángel bajado del Cielo, os predica un evangelio distinto al que os hemos enseñado, sea anatema.»

      2. El qué dice y apoya HEREJÍAS desde 2013 es FRANCISCO I, es él el CISMATICO. No sigue el MAGISTERIO DE LA IGLESIA. A ver si nos enteramos, papólatra (el que adora la figura y persona del Papa)

      1. El cisma lo declara Bergo-Lío en cada afirmación y en cada silencio,cuando no confirma a sus hermanos en la Fe, que él es encargado de custodiar y transmitir TAL CUAL SE LE ENTREGÓ.
        No tiene autoridad ninguna para trastocarla a su antojo.

        1. Que tú no te sientas confirmada en tu fe no significa que no nos confirme en la fé católica.
          Lo hace pero no te gusta Tener que esforzarse.

    1. Nunca renegaré de un papa (ni de éste ni de ningún otro), pero tampoco seguiré (y me sentiré liberado por ello) ninguna enseñanza de este papa que esté en contra de las enseñanzas seguras de la Iglesia Católica. Una multitud de SANTOS de todos los tiempos están orando a Dios en estos momentos para que la Iglesia de Dios (no la Bergoglio o la nuestra, sino la de Él, la eterna) se mantenga fiel a sus preceptos. MARANATHA. ¡¡Ven, Señor Jesús!!

  5. me gusta lo ue dicen los comentaristas a excepción de la Sota de Bastos. Bargoglio es un pirado, se le ha subido el poder a la cabeza

  6. Estamos llamados a la conversión, a una vida de gracia de Dios, o sea a vivir libres de todo pecado. Y no a las ocurrencias de un pobre hombre, por muy Papa que sea.
    Si tu ojo o tu mano peca, córtala, ¿Son demasiado rígidos los evangelios, para la nueva religión modernista?

  7. Hablando de los rigidos, no toleran a los protestantes por que no creen en maria, hay que llevarse bien con todos los cristianos mas sabiendo que la iglesia catolica es la iglesia universal lugo no puede ser rigida en unas ideas, el cristianismo es variedad de ideas que nos enrriquecen.

    1. Si,lo enriquecen para ir bien surtido de cabeza al averno.
      En vez de buscar llevarse bien…,busque convertirlos para que no se condenen.
      Qué clase de amor profesan ustedes????????????

          1. Cuando se ha abolido el mandamiento de amar al prójimo como a uno mismo? Cuando se ha abolido amaros los unos a los otros como yo os he amado? Cuando ha quedado descartada la carta de san Pablo a los corintios? No tengo noticias de que eso sea pecado.

        1. El amor al prójimo no se ha derogado. Simplemente, ocurre que usted omite la primera y principal parte: amar a Dios sobre todas las cosas.

          1. No esa es evidente en mi día a día solo que no es el tema a tratar en estos comentarios.
            Si quieres hablamos de que si. Mi amor a Dios no es posible el amor al prójimo pues uno emana del otro.

  8. El que realmente rompe la Comunión eclesial es Bergoglio cuando enseña lo contrario de sus predecesores. Por ejemplo sus entusiasmos con Lutero o la carta laudatoria que acaba de mandar al «jesuita» pro LGBT.

  9. SPECOLA: Escribir al padre Martín en este momento y apoyar sin reservas la acción del jesuita pro-gay, es contradecir explícitamente la enseñanza de la Iglesia de dos mil años de antigüedad. El llamado ‘método Bergoglio’ es tan banal y repetitivo como eficaz: reiterar la verdad, basada en la Escritura y la Tradición, cuando es inútil, y contradecirla en el momento decisivo. Los católicos de buena fe siempre puedan referirse a declaraciones «ortodoxas», fuera de tiempo y fuera de lugar, mientras que en la práctica se consuma el alejamiento de la sociedad de la ley de Dios y la división entre los fieles. El resultado es que la Iglesia aparece como una banda de aficionados en crear problemas, en la que todo el mundo vaga sin propósito ni dirección, y todo el mundo puede creer lo que quiera.

  10. Hay una afirmación de Francisco «ser libres de la tentación de imponernos con la fuerza del mundo» que entra en contradicción con el resto de la historia que relata, es cierto lo que afirma para no es lo que hacen los que hacen lío o pretenden convertir a la Iglesia en una Asamblea Sinodial que siga los pedidos del mundo, veamos lo que ocurre en Alemania o en USA, hay algunos que están más cerca del mundo que de Dios.
    Esas contradicciones no son nuevas, es un estilo de sostener lo que Groucho Marx afirmaba claramente «estos son mis principios, si no le gustan tengo otros», de forma tal que cada uno pueda acomodarse a los discursos y «sacar su parte que piensa favorable».

  11. Lo q yo entiendo q dice es q no hay q observar la ley con la rigidez q lo hacía S.Pablo antes del encuentro con Cristo sino como lo hacía después de ese encuentro: liberado de la esclavitud de la ley y movido por la gracia a darle plenitud en el amor.

    Y q darle plenitud no significa negarla,como tampoco la negó St.Pablo, como queda demostrado en la cita a los Corintios,que menciona.

    Ciertamente creo q sin el encuentro con Cristo la ley es fría y se queda coja pq le falta la misericordia. La ley ,entonces, conduce a la rigidez.

    Es como vivían la fe los judíos antes de la llegada de Cristo. Nosotros ,ahora, podemos caer en lo mismo. Necesitamos el encuentro con Cristo.

    1. ACS, es que la ley de la Iglesia es ley de Cristo. No hay oposición ni contradicción. Dejar de aplicar un precepto canónico apelando a la misericordia es falsearla, es convertirla en relativismo.

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