Francisco, a los diáconos: ni “medio sacerdotes”, ni “monaguillos de lujo”

Papa Francisco diáconos (Vatican Media)
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Lo dijo el Papa Francisco el sábado por la mañana durante una audiencia con los diáconos permanentes de la diócesis de Roma, junto a sus familias, que tuvo lugar en el Aula de las Bendiciones.

Francisco señaló que el diaconado en la concepción anterior al Concilio Vaticano II «se reducía a una orden de paso al sacerdocio». Con el Concilio «recupera así su lugar y su especificidad». «El mero hecho de subrayar esta diferencia ayuda a superar la lacra del clericalismo, que sitúa a una casta de sacerdotes «por encima» del Pueblo de Dios», dijo.

«Este es el núcleo del clericalismo: una casta sacerdotal “por encima” del Pueblo de Dios. Y si esto no se resuelve, seguirá el clericalismo en la Iglesia. Los diáconos, precisamente por estar dedicados al servicio de este Pueblo, nos recuerdan que en el cuerpo eclesial nadie puede elevarse por encima de los demás», aseguró el Sumo Pontífice.

En la Iglesia debe prevalecer la lógica «del abajamiento». «Todos estamos llamados a abajarnos, porque Jesús se abajó, se hizo siervo de todos. Si hay alguien grande en la Iglesia es Él, que se hizo el más pequeño y el siervo de todos», recordó el Santo Padre.

«El poder reside en el servicio, no en otra cosa. Y como tú has recordado lo que digo, que los diáconos son los custodios del servicio en la Iglesia, por consecuencia se puede decir que son los custodios del poder “verdadero” en la Iglesia, para que nadie vaya más allá del poder del servicio. Pensadlo», instó el Papa.

Si no se vive esta dimensión del servicio, advirtió Francisco, «todo ministerio, en efecto, se vacía por dentro, se vuelve estéril, no produce frutos», se vuelve «mundano».

«La disminución del número de sacerdotes ha llevado a la dedicación prevalente de los diáconos a tareas de suplencia que, aunque importantes, no constituyen la naturaleza específica del diaconado. Son tareas de suplencia», recordó el Papa.

«Así no perderéis nunca la brújula: los diáconos no serán «medio sacerdotes», o curas de segunda categoría, ni «monaguillos de lujo»; no, por ese camino no se va; serán servidores solícitos que hacen todo lo posible para que nadie quede excluido y el amor del Señor toque concretamente la vida de las personas», indicó el Papa.

Al final, les animó a que fueran humildes. «Es triste ver a un obispo y a un sacerdote pavonearse, pero es todavía más triste ver a un diácono que quiere ser el centro del mundo, o el centro de la liturgia, o el centro de la Iglesia», les dijo.

Por último, les dijo que fueran «buenos esposos y buenos padres. Y buenos abuelos». «¡También con la suegra, es muy importante! «, bromeó el Santo Padre.

Les ofrecemos el discurso Francisco a los diáconos, publicado en español por la Oficina de Prensa de la Santa Sede:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y bienvenidos! Gracias por la visita.

Os agradezco vuestras palabras y vuestros testimonios. Saludo al cardenal vicario, a todos vosotros y a vuestras familias. Me alegro de que tú, Giustino, hayas sido nombrado director de Cáritas: mirándote creo que crecerá, ¡eres el doble de alto que don Ben, adelante! (ríen, aplausos). Me alegro también de que la diócesis de Roma haya retomado la antigua costumbre de confiar una iglesia a un diácono para que se convierta en una diaconía, como ha hecho contigo, querido Andrea, en un barrio obrero de la ciudad. Os saludo a ti y a tu mujer Laura con afecto. Espero que no termines como san Lorenzo, pero sigue adelante (ríen).

Ya que me habéis preguntado qué espero de los diáconos de Roma, os diré algunas cosas, como suelo hacer cuando me encuentro con vosotros y me detengo a hablar con algunos.

Comencemos reflexionando un poco sobre el ministerio del diácono. El camino principal a seguir es el indicado por el Concilio Vaticano II, que entendió el diaconado como «grado propio y permanente de la jerarquía». La Lumen Gentium, después de describir la función de los presbíteros como una participación en la función sacerdotal de Cristo, ilustra el ministerio de los diáconos, «que reciben -dice- la imposición de las manos «no en orden al sacerdocio, sino en orden al servicio» (n. 29). Esta diferencia no es insignificante. El diaconado, que en la concepción anterior se reducía a una orden de paso al sacerdocio, recupera así su lugar y su especificidad. El mero hecho de subrayar esta diferencia ayuda a superar la lacra del clericalismo, que sitúa a una casta de sacerdotes «por encima» del Pueblo de Dios. Este es el núcleo del clericalismo: una casta sacerdotal “por encima” del Pueblo de Dios. Y si esto no se resuelve, seguirá el clericalismo en la Iglesia. Los diáconos, precisamente por estar dedicados al servicio de este Pueblo, nos recuerdan que en el cuerpo eclesial nadie puede elevarse por encima de los demás.

En la Iglesia debe prevalecer la lógica opuesta, la lógica del abajamiento. Todos estamos llamados a abajarnos, porque Jesús se abajó, se hizo siervo de todos. Si hay alguien grande en la Iglesia es Él, que se hizo el más pequeño y el siervo de todos. Todo comienza aquí, como nos recuerda el hecho de que el diaconado es la puerta de entrada al Orden. Y diácono se permanece para siempre. Recordemos, por favor, que siempre para los discípulos de Jesús amar es servir y servir es reinar. El poder reside en el servicio, no en otra cosa. Y como tú has recordado lo que digo, que los diáconos son los custodios del servicio en la Iglesia, por consecuencia se puede decir que son los custodios del poder “verdadero” en la Iglesia, para que nadie vaya más allá del poder del servicio. Pensadlo.

El diaconado, siguiendo el camino marcado por el Concilio, nos lleva así al centro del misterio de la Iglesia. Así como he hablado de «Iglesia constitutivamente misionera» y de «Iglesia constitutivamente sinodal», digo que deberíamos hablar de «Iglesia constitutivamente diaconal». Si no se vive esta dimensión del servicio, todo ministerio, en efecto, se vacía por dentro, se vuelve estéril, no produce frutos. Y poco a poco se vuelve mundano. Los diáconos recuerdan a la Iglesia que lo que descubrió Santa Teresita es cierto: la Iglesia tiene un corazón quemado por el amor. Sí, un corazón humilde que palpita con el servicio. Los diáconos nos lo recuerdan cuando, como el diácono San Francisco, llevan a los demás la cercanía de Dios sin imponerse, sirviendo con humildad y alegría. La generosidad de un diácono que se entrega sin buscar las primeras filas huele a Evangelio, nos habla de la grandeza de la humildad de Dios que da el primer paso – siempre, Dios da siempre el primer paso- para salir al encuentro incluso de los que le han dado la espalda.

Hoy también debemos prestar atención a otro aspecto. La disminución del número de sacerdotes ha llevado a la dedicación prevalente de los diáconos a tareas de suplencia que, aunque importantes, no constituyen la naturaleza específica del diaconado. Son tareas de suplencia. El Concilio, después de hablar del servicio al Pueblo de Dios «en la diaconía de la liturgia, de la palabra y de la caridad», subraya que los diáconos están sobre todo – sobre todo- «dedicados a los oficios de la caridad y de la administración» (Lumen Gentium, 29). La frase recuerda los primeros siglos, cuando los diáconos atendían las necesidades de los fieles, especialmente de los pobres y los enfermos, en nombre y por cuenta del obispo. También podemos acudir a las raíces de la Iglesia de Roma. No pienso sólo en San Lorenzo, sino también en la decisión de dar vida a las diaconías. En la gran metrópoli imperial se organizaron siete lugares, distintos de las parroquias y distribuidos por los municipios de la ciudad, en los que los diáconos realizaban una labor capilar en favor de toda la comunidad cristiana, en particular de los «más pequeños», para que, como dicen los Hechos de los Apóstoles, ninguno de ellos pasara necesidad (cf. 4,34).

Por eso en Roma hemos intentado recuperar esta antigua tradición con la diaconía en la iglesia de San Estanislao. Sé que también estáis muy presentes en Cáritas y en otras realidades cercanas a los pobres. Así no perderéis nunca la brújula: los diáconos no serán «medio sacerdotes», o curas de segunda categoría, ni «monaguillos de lujo»; no, por ese camino no se va; serán servidores solícitos que hacen todo lo posible para que nadie quede excluido y el amor del Señor toque concretamente la vida de las personas. En definitiva, se podría resumir la espiritualidad diaconal, es decir, la espiritualidad del servicio, en pocas palabras: disponibilidad dentro y apertura fuera. Disponibles dentro, desde el corazón, dispuestos a decir sí, dóciles, sin hacer girar la vida en torno a la propia agenda; y abiertos fuera, con la mirada dirigida a todos, sobre todo a los que quedan fuera, a los que se sienten excluidos. Ayer leí un pasaje de don Orione que hablaba de la acogida de los necesitados y decía así: “En nuestras casas -hablaba a los religiosos de su congregación- en nuestras casas debe ser acogido cualquiera que tenga necesidad, cualquier tipo de necesidad, cualquier cosa, incluso el que tenga una pena”. Y esto me gusta. Recibir no solamente a los necesitados, sino al que tiene una pena. Ayudar a esta gente es importante. Os lo confío.

En cuanto a lo que espero de los diáconos de Roma, añadiré tres breves ideas más, -pero no os asustéis, que ya estoy terminando- que no van en la dirección de «cosas que hacer», sino de dimensiones que cultivar. En primer lugar, espero que seáis humildes. Es triste ver a un obispo y a un sacerdote pavonearse, pero es todavía más triste ver a un diácono que quiere ser el centro del mundo, o el centro de la liturgia, o el centro de la Iglesia. Humildes. Que todo el bien que hagáis sea un secreto entre vosotros y Dios. Y así dará frutos.

En segundo lugar, espero que seáis buenos esposos y buenos padres. Y buenos abuelos. Esto dará esperanza y consuelo a las parejas que pasan por momentos de fatiga y que encontrarán en vuestra sencillez genuina una mano tendida. Podrán pensar: «¡Mira nuestro diácono! Se alegra de estar con los pobres, pero también con el párroco e incluso con sus hijos y su mujer». ¡También con la suegra, es muy importante! Hacer todo con alegría, sin quejaros: es un testimonio que vale más que muchos sermones. Y nada de quejas, adiós. Sin quejarse. “He tenido tanto trabajo, tanto…” Nada. Tragáoslas. Fuera. La sonrisa, la familia, abiertos a la familia, la generosidad.

Por último, la tercera cosa, espero que seáis centinelas: no sólo que sepáis divisar a los lejanos y a los pobres -esto no es tan difícil-, sino que ayudéis a la comunidad cristiana a divisar a Jesús en los pobres y en los lejanos, ya que llama a nuestras puertas a través de ellos. Es una dimensión, diría también, catequética, profética, del centinela-profeta-catequista que sabe ver más allá y ayudar a los demás a ver más allá, y ver a los pobres, que están lejos. Podéis hacer vuestra la bella imagen del final de los Evangelios, cuando Jesús desde lejos pregunta a sus discípulos: «¿No tenéis nada que comer?» Y el discípulo amado lo reconoce y dice: «¡Es el Señor!». (Jn 21:5, 7). Cualquier necesidad, ver al Señor. Así, también vosotros divisad al Señor cuando, en muchos de sus hermanos más pequeños, pide ser alimentado, acogido y amado. Sí, quisiera que éste fuera el perfil de los diáconos de Roma y de todo el mundo. Trabajad en esto. Sois generosos y adelante así

Os doy las gracias por lo que hacéis y por lo que sois y os pido, por favor, que sigáis rezando por mí.

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Comentarios
49 comentarios en “Francisco, a los diáconos: ni “medio sacerdotes”, ni “monaguillos de lujo”
  1. El diaconado permanente se lo sacó san Montini de la manga. Es mentira que existiera en la iglesia primitiva y luego los oscurantistas medievales tridentinos lo eliminaran. Una burda mentira como todo.

    1. Ellos mismos lo dicen: la nueva iglesia monti niana es para servir al hombre. Ser cura es para entretener a la gente y dar servicios al hombre, como los servicios protestantes, por eso se eligen entre ellos. Eso de que el cura lo elije Dios para dar un servicio a Dios, ya no se lleva. Por eso había que darle la vuelta al cura en misa, para que mire al hombre al que sirve y no mire a Dios en el sagrario. En el lugar del sagrario mejor una silla para entronizar al hombre en el lugar de Dios. Hasta que no levanta la sagrada forma y el hombre en asamblea la observa, no se arrodilla, pues todos consagran y todos concelebran. A este desaire a Dios lo llaman celebrar el novus ordo con respeto y devoción.
      En la misa católica, el cura consagra, se arrodilla porque acaba de aparecer Dios delante, y levanta a Dios y lo ofrece al propio Dios para la redención. No ofrece «frutos de la tierra», pues estos no producen ninguna redención.

      1. Del mismo modo que se inventan que la iglesia primitiva tenía diaconos permanentes, se inventan que el novus ordo era la misa primitiva, que los mártires murieron por la libertad religiosa de todas las religiones, que el sacerdocio es para servir al hombre, que la misa es una santa sinaxis, que la resurrección es un salto evolutivo y una luz, que la doctrina va saliendo del p4p4 en cada momento y da igual que se contradiga con otro p4p4, que la Tradición consiste en constumbres humanas de mantelitos y encajitos, o que el Espiritu Santo suscita muchos caminos de salvación fuera de la iglesia. Una mentira tras otra, hasta que al final la totalidad de sea mentira. El problema es ahora la gente, que es muy mala y ya no quiere ser católica, por culpa de una iglesia preconciliar que supuestamente los obligaba. La cosa es seguir justificando su fracaso con lo que sea.

        1. – ¿Diáconos permanentes en la antigüedad? Pues claro. Es absurda la discusión. Sólo basta mirar santos diáconos antiguos, muchos de avanzada edad. Tenían vocación de diácono y vivieron toda su vida así. No se ordenaron de presbíteros. Y los hay mártires (san Lorenzo, san Vicente, san Antolín….) y otros no (san Efrén, san Francisco de Asís, el cual no quiso ser presbítero y hay pruebas que fue ordenado y ejerció el diaconado). Y en ambos grupos los hubo casados (en la basílica de Belén hay un fresco de un díacono y su familia).

          Y se olvida que los primeros ministros auxiliares que eligieron los apóstoles fueron los diáconos (Hch 6). No existía el presbiterado aún.

          1. Que en la Antigüedad hubiese diáconos que decidieran voluntariamente no ascender a otros grados de ordenación no significa que su diaconado tuviese un estatus jurídico-canónico diferente del de los diáconos que sí decidían ascender al presbiterado, como sucede en la actualidad.
            Ellos nunca se referían a su diaconado como ‘permanente’ y jurídicamente hablando ellos podían ascender sin ningún impedimento a parte de que ellos no quisieran.

          2. Barbaridad tras barbaridad. ¿Cómo es eso de que hubo un momento en que los presbíteros aún no existían y los apóstoles tenían solo diaconos? ¿Pero en qué te basas para decir eso? No te basas en nada, en lo que te contaron unos modernistas muy bien instruidos. Si te hubieses leído Trento descubriría que los apóstoles ya tenían las órdenes menores y mayores al completo porque Dios ya les dijo cómo tenía que ser el sacerdocio: por grados ascendentes, la Tradición puesta por Dios lo dice. Los mismos grados que ilegalmente te has saltado para ser diácono.

          3. Decir que no existía el presbiterado cuando nombraron diáconos es erróneo. El Orden Sacerdotal lo instituyó Cristo. El presbiterado se remonta a la fundación de la Iglesia por el Señor. Cristo instituyó a los primeros sacerdotes el Jueves Santo.

          4. Y el libro de los hechos de los apostóles hace referencia también a la elección de siete diáconos.

          5. Jesús instituyó el sacramento del Orden. Los presbíteros son un grado, como los diáconos. Los apóstoles tenían la plenitud del Orden, eran obispos. Por eso los actuales obispos son sus sucesores. Los grados dentro del sacramento es un desarrollo teológico posterior.

          6. ¿Pero hay algún problema en afirmar que el ministerio presbiteral era posterior al diaconal? Ninguno.Los apóstoles tenían la plenitud del Orden. Eran obispos tal como lo entendemos ahora, no presbíteros a secas. El desarrollo de los ministerios eclesiales es posterior a Cristo. Éste instituyó el sacramento del Orden, pero no sus grados.

            Los apóstoles eligieron como primeros colaboradores a los diáconos. Esto es así. Los presbíteros aparecen justo después. Casi a la par, pero después. Ya a partir de Hechos 8 se habla de ellos.

            ¿Afirman Uds que había presbíteros a secas antes que los 7 diáconos de Hechos 6? Pues entonces, si eso sostienen, no les será difícil decirme el nombre de algún presbítero anterior a los siete primeros diáconos.

          7. Diácono:

            Los primeros presbíteros de la historia de la Iglesia fueron los setenta discípulos que Cristo envió a predicar a las naciones (Luc. 10:1-24), los cuales son una evocación a los setenta ancianos (presbítero significa también anciano en el original griego) que Dios designó a Moisés que nombrara (Ex. 24:1).
            El ministerio presbiteral es cronológicamente hablando anterior al diaconal.

    2. Ellos mismos lo dicen: la nueva iglesia monti niana es para servir al hombre. Ser cura es para entretener a la gente y dar servicios al hombre, como los servicios protestantes, por eso se eligen entre ellos. Eso de que el cura lo elije Dios para dar un servicio a Dios, ya no se lleva. Por eso había que darle la vuelta al cura en misa, para que mire al hombre al que sirve y no mire a Dios en el sagrario. En el lugar del sagrario mejor una silla para entronizar al hombre en el lugar de Dios. Hasta que no levanta la sagrada forma y el hombre en asamblea la observa, no se arrodilla, pues todos consagran y todos concelebran. A este desaire a Dios lo llaman celebrar el novus ordo con respeto y devoción.
      En la misa católica, el cura consagra, se arrodilla porque acaba de aparecer Dios delante, y levanta a Dios y lo ofrece al propio Dios para la redención. No ofrece «frutos de la tierra», pues estos no producen ninguna redención.

      1. El clericalismo es precisamente lo que hay ahora: curas con una corte de pelotilleros laicos detrás metidos en las sacristías y en el presbiterio haciendo las funciones del cura: ministros extraordinarios, lectores habituales… Cortesanos. Todos sin ningún derecho a hacer lo que hacen. Mientras tanto los curas en reuniones y en congresos sin convertir a nadie y organizando chorradas. Todos iguales curas que laicos, pero unos siempre más déspotas y reyes soles que otros.

    3. Pues demostra con datos históricos que miente? Lo digo por qué con datos históricos puedo demostrar que no mienten en ese aspecto.

      1. ¿Datos históricos?
        La Tradición siempre igual desde el principio y que no entiende de historiografía, es la primera fuente de revelación de la iglesia y es anterior a la biblia. Ahí es donde hay que acudir.

        1. La tradición se basa en hechos no en divagaciones.
          Para mjustificar la tradición hay que mostrar los hechos en la que se basa sino… Pura inventiva.
          La tradición es su respuesta de siempre que no puede demostrar lo que dice.

          1. No sabes lo que dices. El nuevo testamento es del siglo IV: la Vulgata, y sólo por la Sagrada Tradición puedes conectar con los hechos, si no, no hay forma de llegar a los hechos, porque la Vetus Latina, que es lo anterior a la Vulgata, no es tan antigua como para ser contemporanea a Jesús. Contemporaneo a los hechos de Jesus no existe nada escrito, todo es mucho posterior, no hay originales, son copias de copias, y lo sabemos todo por Tradición oral, que luego se escribió. Si te cargas la Tradición (lo que hizo pablo VI) te lo cargas todo, porque no te basas en nada. ¿En qué se basa pablo VI para eliminar las ordenes menores? Pues en nada, en especulaciones y divagaciones de su cabeza, pues lo que dice la Tradición es que las órdends menores están desde los apóstoles. En la Tradición no hay diaconos permanentes sino diaconos que no querían ascender, y menos que se casaran. Busca y lee.

          2. Tú lo has dicho: pura inventiva.
            Por eso, el ecumenismo, la colegialidad, la concelebración, el novus ordo, la falsa libertad religiosa, la eliminación de las ordenes menores, la inversión de los fines del matrimonio y del sacerdocio, los diaconos permanentes, los laicos lectores en misa o los ministros extraordinarios de la eucaristía, son eso, invenciones ilegales que no se basan en nada, pues nada de eso se encuentra en la Tradición, no hay manera de encontrarlo, sino que lo que se encuentra es que la Tradición lo condena. Lo que no está en la Tradición no es católico. Ejemplo: los anatemas de ex c0munion de los concilios dogmaticos: Son hechos que están en la Tradición, vigentes para siempre, ya eran la doctrina desde el principio. En qué se basa pablo VI para dejarlos obsoletos y no aplicarlos? En nada, pura inventiva y pura divagación, la autoridad p4p4l no está para eso sino q su obligación es aplicarlos.

          3. Entonces…si el nuevo testamento y los hechos de los apóstoles se equivoca en esto se puede equivoar en todo.
            Creía que el nuevo testamento igual que los hechos de los apóstoles era palabra de Dios y fiel a la verdad.
            En resumen… Según usted la biblia miente.
            No sólo es un cismatica sino que está negando la verdad revelada en la biblia y otros documentos eclesiales.

  2. El diaconado permanente es un caballo de Troya creado por los liberales para acostumbrar a los fieles a ver clérigos casados y que así acepten más fácilmente un futuro levantamiento de la promesa de no casarse de los sacerdotes.

    1. ¡Mira que se leen tontadas a lo largo del día!
      Muchos aquí demuestran ignorancia supina. No es lo mismo un presbítero que un díacono permanente. Son ministerios distintos con distintas características:

      – El diaconado permanente no es caballo de Troya anticelibatario alguno. Hay diáconos permanentes célibes (no confundir con los transitorios). Los diáconos permanentes que recibieron el orden siendo célibes hacen promesa y han de mantenerse así, como cualquier presbítero. No pueden casarse. De hecho se permite ordenar a casados, no contraer nupcias a los célibes o a los que, ordenados casados, se han quedado viudos después.

      Como cualquier católico, y más siendo ordenado, se ha de ser fiel a la disciplina actual eclesial con respecto al celibato. Los diáconos permanentes no somos bandera anticelibataria alguna. Yo estoy totalmente a favor del celibato en los presbíteros

      1. Estimado Diácono, entiendo que te haya ofendido mi comentario aunque no es mi intención en absoluto el culpar a los diáconos permanentes. Es cierto que la ley prevé a los diáconos permanentes no casados pero en la práctica estos son más raros que los unicornios y en general, inexistentes para la mayoría de los fieles.

        Lo mismo ocurría con los lectores y acólitos instituidos, que en teoría eran ministerios que podían conferirse a los laicos varones, pero que en la práctica solo se «ordenaba» a los seminaristas como paso previo al diaconado. Si mi sospecha se confirma, ahora que que se permite conferirlos a las mujeres, habrá una explosión de acólitas y lectoras instituidas junto a los seminaristas, para acostumbrar a los fieles como paso previo al diaconado femenino. Otro caballo de Troya.

    2. De acuerdo Irenaeus, son un caballo de Troya justamente para eso. Así como las mujeres «ministros extraordinarios de la Eucaristía y acólitas» para que la gente se acostumbre y poco a poco hasta llegar a ordenarlas y la meta suprema es que lleguen a ser «papisas». El fin de la Iglesia se acerca…

  3. «Casta sacerdotal», «clericalismo»…Este Francisco tiene unas obsesiones que no se corresponden con la realidad. Y llamar a los diáconos «custodios del poder» es insulso. El poder de la Iglesia es el de salvar almas, y esto lo hacemos los sacerdotes con la potestad que hemos recibido, y especialmente con los sacramentos.

  4. Por qué se emperra este hombre en sacar lo peor de cada situación. Le encanta chapotear su oscuro mundo mental, que nada tiene que ver con el mundo real. Un mundo de sacerdotes rígidos, confesores inquisidores, monjas sometidas, diáconos perdidos en el ejercicio de sus funciones…

    Por el amor de Cristo, nadie piensa que los diáconos sean ni medio sacerdotes, ni monaguillos de lujo. Este tipo de construcciones solo pueden provenir de una mente insana que distorsiona negativamente la realidad.

    Todavía recuerdo cuando se dirigió a las monjas en términos parecidos diciendo con esos retruécanos bergoglianescos: «Por favor, servir sí, servidumbre no».

    Qué hartura Señor, qué hartura.

    1. Pues el comentario de sacerdote católico le da la razón al criticar esa actitud.
      Su comentario en este artículo es un claro ejemplo de lo que critica el papá.
      Sacerdotes que en vez de servir se les sube el pavo y creen que son los únicos que pueden hacer algo por las almas de los demás.

  5. Para Álex:

    Está ud. confundido. No «ascendían» (¿es un ascenso?, ¿no se trata de servir?) porque los diáconos eran los que detentaban los mejores puestos curiales. De ahí que manejaran y varios Papas se eligieron de entre diáconos. No se trataba en general de humildad, pues precisamente al ser ordenado presbíteros perdían sus prebendas.

    Y lo de «permanente» no se usaba porque no había un desarrollo canónico ni había diferencias entre diáconos. Igual que no se llama ahora «presbítero permanente» o transitorios, aunque algunos sean elegidos como obispos

    1. Os inventais unas historias alucinantes con tal de justificar todas las idas de olla de san Montini y otros. Cuando Viganó sea P4p4 os vamos a quitar todo, incluyendo las historietas. Un gran centro de reeducación vendría bien, porque es que realmente os creéis todas esas mentiras.

      1. Cuéntanos tu la «verdadera» historia.
        Y no digas que es tradición por qué hasta las tradiciones tienen su historia y dos mil años dan para muchas historias.

    2. ¿Cómo que te preguntas si es o no un ascenso pasar de diácono a presbítero?. Perdona que te diga pero realmente no sabes ni lo que eres. Te han dado gato por liebre y te lo has creído. No te preocupes que el circo Monti niano pronto se acabará.

          1. La Virgen ascendió. Ves, no sabes lo que dices. ¿Cómo vas a quitar esa palabra si aparece en los dogmas de fe?

      1. Cuando uno pasa de diácono a presbítero, y después a obispo, no «asciende», sino que adquiere potestades diversas para servir al Pueblo de Dios. Para servir. Más responsabilidad, más entrega, más don, pero más rendición de cuentas al Señor. Por eso cada grado que se adquiere conlleva más oblación. Un ejemplo: los diáconos permanentes tenemos que hacer Laudes y Vísperas, pero a partir de presbítero toda la Liturgia de las horas. También la exigencia de celibato según grado del Orden es señal de la diferencia en la entrega.

        Pero nunca, nunca, es un ascenso. La jerarquía eclesial es de servicio, no de dignidad.

        1. En la neo iglesia no te digo que no. En la doctrina de la iglesia católica se estanlece que de la tonsura que es el acto que te hace clérigo se pasa a las ordenes menores, luego al subdiaconado y de ahí se asciende a las mayores. Trento dice que quien diga que esto no es así, sea anatema de ex c0munión. Los anetemas son los cánones de los concilios, vigentes a perpetuidad, son dogmas de fe. Es ilegal e ilegítimo el acceso al diaconado sin haber ascendido antes por los otros grados. Esta es la doctrina que te deberían haber enseñado. Para ser diacono hay que ser clérigo mucho antes.

          1. Lo de ordenarse para servir al Pueblo de Dios es de ahora y de tiempos de Cristo. No nos vengas con Trento ni con gaitas para hacer tragarnos una visión del sacramento alejado de lo que Cristo dispuso. «Si no os laváis los pies unos a otros no tenéis parte conmigo».

            La condición de clérigo se obtiene con la ordenación diaconal. Entérese. No sé en qué siglo vive. Ya no existen las órdenes menores ni la tonsura.

        2. Es absolutamente mentira que el sacerdocio catolico sea para servir al pueblo de Dios. Te han engañado. Llamados directamente por Dios para servir a Dios, sin intermediarios eruditos sabelotodo entendidos en modernismo: sin eso. Directamente por Dios para servir a Dios, y sólo secundariamente al hombre en lo meramente relativo a Dios y no otra cosa. La doctrina no se puede invertir y poner lo secundario como lo principal. El fin del sacerdote es el sacrificio del altar: servir a Dios. Para eso no hace falta un casting para ver quién es más simpático con la gente, porque ser animador social no es su cometido, no está para la gente por eso no tiene que estar mirando para la gente en misa. ¿Es que toda la doctrina va a tener que ser dogma para que el modernismo no la cambie por otra?

  6. Uno

    El problema (aunque para ti será virtud) es que te has quedado en Trento; lo que viene después, según tú, es todo fraude, mentira, manipulación y tergiversación.
    Pues ya está dicho todo, difícilmente se puede argumentar ya nada con esos presupuestos intocables; no merece la pena prolongar un «diálogo de besugos» porque estamos en otra órbita histórica, eclesial y existencial.

    1. Es increíble que no solo acepte ningún documento posterior sino que además niega todo lo anterior a Trento como si tengo fuese el punto de partida y antes no existiera nada.

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