Francisco, sobre el diablo: «El enemigo está ahí, al acecho, tened cuidado»

Vatican Media
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«Debemos ser conscientes de la presencia de este enemigo astuto, interesado en nuestra condena eterna, en nuestro fracaso, y prepararnos para defendernos de él y combatirlo». Lo dijo el Papa durante el rezo del Ángelus de ayer, ante una soleada Plaza de San Pedro.

Francisco, comentando el evangelio hodierno, invitó a pensar en el desierto. «Detengámonos un momento en este entorno, natural y simbólico, tan importante en la Biblia. El desierto es el lugar donde Dios habla al corazón del hombre, y donde brota la respuesta de la oración, o sea, el desierto de la soledad, el corazón sin apego a otras cosas y solo, en esa soledad, se abre a la Palabra de Dios», explicó el Santo Padre.

También, dijo, es el lugar de la prueba y la tentación, «donde el Tentador, aprovechando la fragilidad y las necesidades humanas, insinúa su voz engañosa, alternativa a la de Dios, una voz alternativa que te muestra otro camino, un camino de engaños. El Tentador seduce», aseguró.

«Todo el ministerio de Cristo es una lucha contra el Maligno en sus múltiples manifestaciones», señaló Su Santidad. Este Evangelio de las tentaciones de Jesús en el desierto «nos recuerda que la vida del cristiano, tras las huellas del Señor, es una batalla contra el espíritu del mal», «nos recuerda que al diablo se le concede la posibilidad de actuar también sobre nosotros con sus tentaciones».

«Debemos ser conscientes de la presencia de este enemigo astuto, interesado en nuestra condena eterna, en nuestro fracaso, y prepararnos para defendernos de él y combatirlo. La gracia de Dios nos asegura, mediante la fe, la oración y la penitencia, la victoria sobre el enemigo», advirtió Francisco.

«No tengáis miedo del desierto, buscad más momentos de oración, de silencio, para entrar en nosotros mismos. No tengáis miedo. Estamos llamados a caminar por las sendas de Dios, renovando las promesas de nuestro bautismo: renunciar a Satanás, a todas sus obras y a todas sus seducciones. El enemigo está ahí, al acecho, tened cuidado. Pero no dialoguéis nunca con él. Nos encomendamos a la intercesión maternal de la Virgen María», terminó el Papa.

Les ofrecemos las palabras del Papa, publicadas en español por la Oficina de Prensa de la Santa Sede:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El pasado miércoles, con el rito penitencial de la ceniza, iniciamos el camino de la Cuaresma. Hoy, primer domingo de este tiempo litúrgico, la Palabra de Dios nos indica el camino para vivir fructuosamente los cuarenta días que conducen a la celebración anual de la Pascua. Es el camino recorrido por Jesús, que el Evangelio, en el estilo esencial de Marcos, resume diciendo que Él, antes de comenzar su predicación, se retiró durante cuarenta días al desierto, donde fue tentado por Satanás (cf. 1,12-15). El evangelista subraya que «el Espíritu empuja a Jesús al desierto» (v. 12). El Espíritu Santo, que descendió sobre Él nada más recibir el bautismo de Juan en el río Jordán, el mismo Espíritu le empuja ahora a ir al desierto, para enfrentarse al Tentador, para luchar contra el diablo. Toda la existencia de Jesús se pone bajo el signo del Espíritu de Dios, que lo anima, lo inspira y lo guía.

Pero pensemos en el desierto. Detengámonos un momento en este entorno, natural y simbólico, tan importante en la Biblia. El desierto es el lugar donde Dios habla al corazón del hombre, y donde brota la respuesta de la oración, o sea, el desierto de la soledad, el corazón sin apego a otras cosas y solo, en esa soledad, se abre a la Palabra de Dios. Pero es también el lugar de la prueba y la tentación, donde el Tentador, aprovechando la fragilidad y las necesidades humanas, insinúa su voz engañosa, alternativa a la de Dios, una voz alternativa que te muestra otro camino, un camino de engaños. El Tentador seduce. Efectivamente, durante los cuarenta días vividos por Jesús en el desierto, comienza el “duelo” entre Jesús y el diablo, que terminará con la Pasión y la Cruz. Todo el ministerio de Cristo es una lucha contra el Maligno en sus múltiples manifestaciones: curaciones de enfermedades, exorcismos de los endemoniados, perdón de los pecados. Después de la primera fase en la que Jesús demuestra que habla y actúa con el poder de Dios, parece que el diablo prevalezca  cuando el Hijo de Dios es rechazado, abandonado y finalmente capturado y condenado a muerte. Parece que el vencedor es el diablo. En realidad, la muerte era el último “desierto” a atravesar para derrotar definitivamente a Satanás y liberarnos a todos de su poder. Y así Jesús triunfó en el desierto de la muerte para triunfar después en la Resurrección.

Cada año, al comienzo de la Cuaresma, este Evangelio de las tentaciones de Jesús en el desierto nos recuerda que la vida del cristiano, tras las huellas del Señor, es una batalla contra el espíritu del mal. Nos muestra que Jesús se enfrentó voluntariamente al Tentador y lo venció; y al mismo tiempo nos recuerda que al diablo se le concede la posibilidad de actuar también sobre nosotros con sus tentaciones. Debemos ser conscientes de la presencia de este enemigo astuto, interesado en nuestra condena eterna, en nuestro fracaso, y prepararnos para defendernos de él y combatirlo. La gracia de Dios nos asegura, mediante la fe, la oración y la penitencia, la victoria sobre el enemigo. Pero hay algo que me gustaría subrayar: en las tentaciones Jesús no dialoga nunca con el diablo, nunca. En su vida, Jesús no tuvo jamás un diálogo con el diablo, jamás. O lo expulsa de los endemoniados o lo condena o muestra su malicia, pero nunca un diálogo. Y en el desierto parece que haya un diálogo porque el diablo le hace tres propuestas y Jesús responde. Pero Jesús no responde con sus palabras; responde con la Palabra de Dios, con tres pasajes de la Escritura. Y esto es lo que debemos hacer también todos nosotros. Cuando se acerca el seductor, comienza a seducirnos: “Pero piensa esto, haz aquello…”. La tentación es la de dialogar con él, como hizo Eva; y si nosotros entablamos diálogo con el diablo seremos derrotados. Grabaos esto en la cabeza y en el corazón: no se dialoga nunca con el diablo, no hay diálogo posible. Solo la Palabra de Dios.

En el tiempo de Cuaresma, el Espíritu Santo nos empuja también a nosotros, como a Jesús, a entrar en el desierto. No se trata —como hemos visto— de un lugar físico, sino de una dimensión existencial en la que hacer silencio y ponernos a la escucha de la palabra de Dios, «para que se cumpla en nosotros la verdadera conversión» (Oración colecta 1er Domingo de Cuaresma B). No tengáis miedo del desierto, buscad más momentos de oración, de silencio, para entrar en nosotros mismos. No tengáis miedo. Estamos llamados a caminar por las sendas de Dios, renovando las promesas de nuestro bautismo: renunciar a Satanás, a todas sus obras y a todas sus seducciones. El enemigo está ahí, al acecho, tened cuidado. Pero no dialoguéis nunca con él. Nos encomendamos a la intercesión maternal de la Virgen María.

Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

Saludo cordialmente a todos vosotros, romanos y peregrinos. En particular, saludo a los fieles polacos que están aquí delante. Hoy mi pensamiento va al santuario de Płock, en Polonia, donde hace 90 años el Señor Jesús se manifestó a santa Faustina Kowalska, confiándole un mensaje especial de la divina misericordia. Llegó al mundo entero a través de san Juan Pablo II y no es otro que el Evangelio de Jesucristo, muerto y resucitado, que nos da la misericordia del Padre. Abramos nuestro corazón diciendo con fe: «Jesús, confío en ti».

Saludo a los jóvenes y adultos del grupo Talitha Kum de la parroquia de San Giovanni dei Fiorentini de Roma. Gracias por vuestra presencia y seguid adelante con alegría en vuestros proyectos de bien.

¡Y os deseo a todos un hermoso domingo, hermoso porque hace sol y también un buen domingo!

Y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!

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Comentarios
11 comentarios en “Francisco, sobre el diablo: «El enemigo está ahí, al acecho, tened cuidado»
  1. En la fiesta de la Cátedra de San Pedro, mi felicitación a Su Santidad el Papa Benedicto XVI y mi oración por la conversión de Francisco.

    1. Pero, si la lógica del evangelio, es que al final todos nos salvamos, de que habla este hombre? Del que hay que tener miedo es de aquel que confunde.
      Dios bendiga al papá BENEDICTO XVI !!!

  2. ¿Está insinuando que dialogar con los cardenales de las «dubia», o con los pocos obispos dispuestos a denunciar sus errores, es dialogar con el diablo? Y puesto que Jesucristo respondió al diablo con la Palabra de Dios ¿por qué le molesta cuando escucha a cristianos «recitar versículos de la Biblia como loros»?

  3. No sé por qué dice el papa que hay que tener cuidado del diablo si el mismo Francisco afirmó que nadie va al infierno. ¿Dónde está el peligro? Alguno puede explicarme si es que alguno razona si estas dos proposiciones no son por sí contradictorias y se habla como se quiere.

  4. El Papa ha cometido un grave error teológico al decir: «Jesús no responde con sus palabras, responde con la Palabra de Dios.» Dicho así establece una separación entre las palabras de Jesús y la palabra de Dios, de donde se podría deducir una negación de la divinidad de Jesús, lo cual es…

    1. lo cual es… aberrante. Las ovejas, se han quedado sin su pastor. Y quién es el que entra por la puerta de atrás? O, mejor, por la puerta de atrás, la de San Gallo?

      1. Yo ya tengo cuidado, primero por que es verdad, con el diablo no se dialoga, el manda.Y en segundo lugar es por ello que no lo pierdo de vista,para ello sigo atentamente todo lo que JMB dice, lo analizo , y separó la cal de la arena(mucho más abundante esta última),aunque todo en su conjunto es un conglomerado de confusión.Una de cal (,ortodoxia) y dos de arena(heterodoxia).

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