Las inquietantes preguntas que plantea ‘El secreto de Benedicto XVI’

El nuevo libro de Antonio Socci anula el 'estado de calma' con el que acogimos en su momento la renuncia de Benedicto XVI Benedicto XVI
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(Marco Tosatti) Ha salido publicado el último libro de Antonio Socci: El secreto de Benedicto XVI, publicado en español por Bibliotheca Homo Legens. Es una obra fascinante; diríamos más, sustancialmente inquietante, en el sentido literal de la palabra, es decir, que anula el «estado de calma» con el que todos los que hemos vivido y seguido la dramática renuncia de Benedicto XVI hemos acogido (con naturalidad, se puede decir) un acontecimiento tan dramático. Y, sobre todo, si no nos equivocamos con la interpretación, este libro quiere romper el «estado de calma» de la gestión actual de la Iglesia, del Pontífice reinante y de su corte.

Se parte con una constatación clara para muchos: es decir, que la Iglesia Católica, «la Santa Madre Iglesia se encuentra ante una crisis sin precedentes en toda su historia», como escribió el padre Serafino M. Lanzetta. También R. Emmett Tyrrell Jr., del Washington Post, utiliza la misma imagen: «Ha llegado la hora de que el Papa Francisco reconozca que ha estado al frente de la Iglesia Católica en un momento de crisis sin precedentes».

 

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El autor señala, con razón, que «la dolorosa serie de escándalos por abusos que la arrolla –y que el vértice vaticano no afronta– es sólo la punta del iceberg de un gran desconcierto espiritual», el signo de una pérdida de fe y de confianza en aquella que ha sido, y sigue siendo para muchos, la doctrina católica. Y subraya: «El nódulo del drama, más amplio y profundo, es la crisis de credibilidad del papado de Jorge Mario Bergoglio, origen de una inmensa confusión entre los fieles, y el inminente riesgo de desviaciones de la doctrina católica que podría llevar a la cristiandad a la apostasía y el cisma».

Socci sitúa la dimisión de Benedicto XVI en su contexto histórico. Hasta el momento de la renuncia, la Iglesia no había sucumbido al espíritu del mundo ni a las tormentas que venían de lejos, desde los días de la Revolución Francesa, y desde hace dos siglos con ataques superlaicistas y anticatólicos. Había sido el único bastión que se ha opuesto a la globalización de las conciencias. Benedicto incluido.

«Por eso la Iglesia siempre ha buscado –en la medida de lo posible, en la hostil oscuridad del mundo– impedir que las fuerzas mundanas pudieran minar la pureza de la fe, de la doctrina católica, y desnaturalizar la misión divina de la Iglesia. La Iglesia siempre ha sabido que sufriría la persecución, y que no debía temer el martirio del cuerpo. Pero siempre ha procurado protegerse de los poderes mundanos y las herejías que atentan al alma de la Iglesia».

Con la presidencia de Barack Obama/Hillary Clinton -en continuidad con las presidencias de Bill Clinton de los años 90-, una ideología laicista se impuso a escala planetaria, disfrazada de ideología políticamente correcta, en apoyo de la hegemonía planetaria de los Estados Unidos y la globalización financiera. Por eso, el pontificado de Benedicto XVI se había convertido en un obstáculo. Y la Iglesia católica se encontró totalmente indefensa, sin alianzas…

«Con la presidencia de Barack Obama cambia la música […], hay choques […] sobre los matrimonios homosexuales, el aborto, la investigación con células estaminales. La misma Conferencia episcopal nacional no se pone de acuerdo con la Administración de Washington sobre la reforma sanitaria o sobre la llamada agenda «liberal»».

«Rogad por mí, para que, por miedo, no huya ante los lobos». Todos recordamos esa frase, tan misteriosa y perturbadora del Papa Benedicto. Socci recuerda que «el Papa indicaba así una serie de elementos a tener en cuenta: apostasía en la Iglesia, odio del mundo a la fe, el anticristo y «el final (perverso) de todas las cosas»». Y recuerda también aquello que Benedicto quiso decir sobre su encuentro con el otro gran adversario de los poderes que tratan de apoderarse del mundo, el cuerpo y el alma:

«[Con Putin] hablamos en alemán, porque lo domina perfectamente. No profundizamos muchos, pero creo que él –un hombre ávido de poder, por supuesto– está de algún modo convencido de la necesidad de la fe. Es un realista. Ve cómo está sufriendo Rusia a causa del desmoronamiento de la moral. También como patriota, como alguien que quiere volver a hacer de Rusia una gran potencia, ve que la destrucción del cristianismo amenaza con arruinar a Rusia. El ser humano necesita a Dios: eso lo percibe él con toda claridad y a buen seguro también está convencido de ello en su interior. Recientemente, cuando entregó al papa [P.S.: el papa Francisco] el icono, incluso primero se hizo la señal de la cruz y luego besó la imagen».

La renuncia de Benedicto aún sigue siendo para muchos un gran signo de interrogación, una pregunta con múltiples respuestas posibles. Socci ofrece aquí la tesis del analista Germano Dottori: «Aun no teniendo prueba alguna, siempre he pensado que Benedicto XVI fue inducido a la abdicación por una compleja maquinación, urdida por quienes tenían interés en bloquear la reconciliación con la ortodoxia rusa, pilar religioso de un proyecto de progresiva convergencia entre Europa continental y Moscú. Por razones similares, creo que también se detuvo la carrera a la sucesión del cardenal Scola, que como patriarca de Venecia había llevado a cabo las negociaciones con Moscú».

«Nadie intentó chantajearme. Yo tampoco me habría prestado a ello. Si alguien hubiera intentado algo así, yo no habría entrado al trapo, porque no puede ser que uno quede sometido a semejante presión». Así se ha expresado Benedicto. Pero es interesante el análisis de Germano Dottori. El enfrentamiento a un proyecto de un mundo unipolar con hegemonía estadounidense -que intenta someter a una Rusia independiente y autónoma- es la última locura ideológica nacida del siglo XX de los totalitarismos… Es un proyecto imperialista suicida para los Estados Unidos y muy peligroso para el mundo, pero que ha calado de manera tan profunda en el establishment estadounidense (tanto en las facciones neoconservadoras como en las liberales) que incluso Donald Trump -que ganó contra ellos y contra esta ideología- debe transigir y se encuentra fuertemente condicionado por este bloque de poder, que parece más fuerte que el presidente electo porque tiene al Deep State en sus manos.

Es importante recordar, y hace bien Socci en hacerlo, las maniobras de la administración Obama-Clinton para organizar una «revolución» en la Iglesia. De hecho, como hemos visto y vemos, sí que hubo una revolución. Y no son pocos quienes la vinculan a los fuertes poderes financieros e ideológicos a los que les molestaba no sólo la Iglesia de Benedicto, sino también los obispos estadounidenses, comprometidos en una batalla cultural, a los que la prensa dominante -pagada por el régimen actual- denomina «guerreros culturales» en tono despectivo -y es sólo una forma de expresarse.

También por esta razón, «Benedicto XVI, durante los años de su pontificado, fue sometido a ataques sistemáticos y continuados y se vio en una condición de aislamiento evidente, cada vez más difícil, hasta no tener ya ni tan siquiera el poder real en el interior de la Curia». Renuncia y, luego, tiene lugar el cónclave. U una de las reuniones clave para organizar la elección de Bergoglio se lleva a cabo -como si no hubiera aulas y conventos e institutos religiosos en Roma- en la embajada británica ante la Santa Sede. Observa Socci: «Resulta un tanto extraño el papel jugado por una potencia históricamente anticatólica (y además cuna de la masonería). Cualquiera que conozca un poco la formidable e «imperial» política exterior británica puede fácilmente pensar que hubo un fuerte interés político, por parte de este importante país, para que fuera elegido Jorge Mario Bergoglio».

Mencionamos solo de pasada, por razones de espacio, los análisis muy interesantes relacionados con lo que está sucediendo en Europa y en el mundo, el proyecto de hacer inexistentes las fronteras y las identidades, para administrar más fácilmente las nuevas masas destinadas a servir a un capital sin rostro. Y llegamos al núcleo central de la obra: la renuncia de Benedicto, pero sobre todo qué ha significado, en qué medida,  a qué ha renunciado.

«Por eso, en el caso de Benedicto XVI, tenemos que preguntarnos: ¿de verdad ha renunciado al ministerio petrino? ¿Ya no es papa?”. Socci responde: «Desde el punto de vista subjetivo podemos, por lo tanto, afirmar que su intención, decisiva para definir el acto que ha realizado, no era la de no ser ya papa.

Desde el punto de vista subjetivo podemos, por lo tanto, decir que su intención – que es decisiva para definir el acto que realizó – no era dejar de ser Papa. […] Es evidente que, aun habiendo renunciado al papado (¿pero de qué tipo?), él ha pretendido seguir siendo papa, si bien de una manera enigmática y de una forma inédita, que no ha sido explicada (al menos hasta una determinada fecha)».

Y, en efecto, debemos recordar que Benedicto dijo, hablando del pontífice romano: «El ‘siempre’ es también un ‘para siempre’ -ya no existe una vuelta a lo privado. Mi decisión de renunciar al ejercicio activo del ministerio no revoca esto».

El autor tiene razón al enfatizar que esta separación, «justa o errónea», no ha sido tenida suficientemente en cuenta por parte de los observadores y -dejándonos de lado a nosotros, los periodistas, por definición superficiales y algo burros, brillantes también pero burros-, sobre todo, por parte de estudiosos y canonistas.

«A la luz de este último discurso suyo se comprende por qué Joseph Ratzinger ha permanecido «en el recinto de Pedro», sigue firmando como Benedicto XVI, se define «Papa emérito», tiene el escudo heráldico papal y sigue llevando las vestimentas papales».

Entonces, a diferencia de lo que sucedió anteriormente en la historia de la Iglesia, hoy hay dos papas de facto; que se reconocen, de una manera más o menos ambigua, una legitimidad mutua. Una situación excepcional y sin precedentes.

En este punto surge otro enorme problema: «Entonces, tenemos que preguntarnos –¡atención!– si para el Derecho canónico (como veremos) una renuncia dudosa no es de hecho una renuncia nula, con las enormes consecuencias que podemos intuir».

No es el único problema vinculado a la decisión del Papa Benedicto. Destaca el autor: «Por otra parte, fue también una prisa contradictoria, porque la renuncia, ese 11 de febrero, no fue inmediata como debería, sino que se inició a partir de las 20:00 horas del 28 de febrero sucesivo, sin motivo alguno, es decir, sin que hubiera ninguna razón técnica o pastoral (ni evidente, ni declarada) de esa validez pospuesta durante diecisiete días». Es la razón por la que se abre la hipótesis de la posible nulidad del acto: «La razón por la que los actus legitimi, como la aceptación o la renuncia, no toleran la inclusión de condiciones o plazos», responde un experto, «reside en el hecho de que se trata de actos que se cumplen mediante la pronunciación de certa verba, como decían los juristas romanos, por lo que resultan lógicamente incompatibles con un aplazamiento –como comportan la condición y el plazo–, de los efectos del mismo que, con esos certa verba, se cumple. Por tanto, la clasificación de la aceptación o la renuncia en esta categoría jurídica implica la radical nulidad del acto (vitiatur et vitiat)».

La conclusión del canonista es clara: «La execution muneris mediante la acción y la palabra (agendo et loquendo) es, de hecho, el objeto de la irrevocable renuncia, no el munus que se le confió una vez para siempre».

Y «la renuncia circunscrita sólo al ejercicio activo del munus constituye la novedad absoluta de la renuncia de Benedicto XVI».

Elementos confirmados por el prefecto de la Casa pontificia, monseñor Georg Gänswein, según el cual la «renuncia» de Benedicto XVI -que «decidió no renunciar al nombre que había elegido»- es diferente a la del Papa Celestino V el cual, tras su abandono del papado, «había vuelto a ser Pietro dal Morrone».

Y aquí llega una de las afirmaciones más sorprendentes y clamorosas: «Por lo tanto, desde el 11 de febrero de 2013 el ministerio papal ya no es el de antes. Es y sigue siendo el fundamento de la Iglesia católica; sin embargo, es un fundamento que Benedicto XVI ha transformado profundamente, para mucho tiempo, en su pontificado de excepción (Ausnahmepontifikat)».

Es el nudo del ministerio dual, es decir, el punto en el que se plantea la «dimensión colegial» del ministerio de Pedro, «casi un ministerio en común».

Un concepto que es necesario que, tarde o temprano, sea aclarado. Pero quien se oponga y quisiera impugnar esta concepción de los hechos, se encontraría haciendo frente a la cuestión de la validez de una renuncia dudosa o parcial. Este es el paquete explosivo que Antonio Socci arroja, con su libro, a la mesa del debate sobre y en la Iglesia de hoy. Una serie de cuestiones y preguntas que esperan respuestas precisas.

Publicado por Marco Tosatti en Stilum Curiae; traducido por Pablo Rostán para InfoVaticana.

 

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Comentarios
36 comentarios en “Las inquietantes preguntas que plantea ‘El secreto de Benedicto XVI’
  1. Las preguntas que plantea el libro de Socci ya han sido debidamente contestadas por Roberto de Mattei, que no es precisamente sospechoso de «bergoglianismo».

      1. Di Mattei no ha contestado debidamente ningún argumento de Socci, más allá de poner en duda -sin ningún tipo de explicación- los conocimientos de un notable profesor de Derecho Canónico como lo es Stefano Violi y de esbozar la insólita hipótesis que la validez de la elección de un Papa en la Iglesia depende de lo que marquen los sensores de acogida a la misma.

        Di Mattei, es sospecho de lefe-jorgismo. Hay dos tipos de jorgismo.

        Uno es el jorgismo puro que aplaude al Comandante sin cortapisas, asignándole a Bergo glio el rol querido por él: héroe y víctima.

        Y el otro es el del asqueroso, táctico y utilitario «reconocimiento y resistencia» del cual un punto alto es Di Mattei, quien lo practica de frac con la idea de captar tontos útiles.

  2. No, no estamos al borde del cisma: Estamos en pleno cisma, pero nadie va a hacer una declaración formal. Habrá excomuniones, como las que ya se van haciendo, empezando por los minutellas hasta llegar a todo aquel que no acepte en su integridad el nuevo paradigama, la nueva iglesia del cachondeo infinito con la excusa de la acogida. Irán poco a poco en la cuestión de las excomuniones.

  3. Evidentemente, hay un solo papa: Francisco. Los matices de Benedicto XVI son interesantes y muy en su línea teológica, pero no mueven un ápice la cuestión fundamental.
    Ahora bien, sin duda hubo una compleja maquinación, pero no para inducir al papa a la renuncia, sino para provocar su muerte «natural». El cardenal Dario Castrillón se hizo eco de ella tras un viaje al lejano Oriente, aun sin saber bien de qué se trataba.
    Evidentemente no era un atentado contra su vida, sino someterle a tal presión física y psicológica que se produjese su muerte natural. Continuos viajes extenuantes, vatiliks, traiciones internas, enfrentamientos dentro y fuera de la Iglesia, ataques mediáticos, etc.
    Si recordamos cómo aparecía en el último año de su pontificado, parecía terminal. Por eso, su renuncia, en realidad, les pilló con el pie cambiado a todos y, providencialmente salvó su vida. Providencialmente para este pontificado legítimo de Francisco.

  4. Si la renuncia fue inválida, también lo fue la renuncia al ejercicio del cargo, y hay un solo Papa, que es Benedicto XVI, porque el plazo entre la comunicación de la renuncia y su vigencia efectiva, que según ese jurista hace inválida la renuncia, corrió también para la supuesta renuncia al ejercicio del cargo. Y si es una enormidad demasiado grande decir que Benedicto XVI es hoy el único Papa, puesto que toda la Iglesia (con la misma totalidad moral que hace falta para que un Concilio sea Ecuménico, por ejemplo) desde el principio ha aceptado sin chistar a Francisco, entonces hay que aceptar la validez de la renuncia y que el único Papa hoy día, en uno de los peores momentos en toda la historia de la Iglesia, es Francisco. Como parece que Socci quiere sostener ambas cosas, que la renuncia no fue válida, y que la renuncia parcial sí lo fue, su tesis es una pura contradicción.

  5. Pero por qué plantean en esta web temas como éste si no admiten dudas que provoca la renuncia de Benedicto? Al menos aclaren de antemano qué dudas son admisibles y cuáles no.

  6. Dejando de lado todos los elementos aquí mencionados por los comentaristas, quisiera llamar la atención sobre dos declaraciones enigmáticas: 1) la de Mons Ganswein, diciendo que se abre una nueva forma de ser del papado y 2) la de Francisco, quejándose de los que renuncian pero no se van por completo.
    Recuerden, asimismo, la profecía de Emmerich: Vi la oposición entre dos papas.
    Si jurídicamente no puede haber dos papas, entonces, qué otro significado puede tener esta profecía?

  7. Agradezco y felicito a Infovaticana por la publicación de este importantísimo artículo de Tosatti, de los mejores vaticanistas que hay sino es el mejor.

    Agradezco a Infovaticana la publicación en Homo Legens del libro Socci que explica porqué Benedicto XVI sigue siendo el Papa, y Papa hay sólo, en éste su pontificado de excepción como bien lo llama Ganswein, que consiste ahora en haber resignado el ejercicio activo del Papado y pasar a llevar su Cruz y oración para bien de la Iglesia.

    Por último, reconozco que Infovaticana no se pliega a las bobadas nada católicas sostenidas por algunos, incluso algún conocido blogger, en cuanto a tomar la validez del supuesto papado de Bergo glio como un «principio indiscutible» como si fuera un dogma de la Iglesia, lo cual suena ridículo en este tiempo, en que Jorge mismo ataca olímpicamente dogmas de verdad de la Iglesia y a ellos les sigue pareciendo Papa.

  8. «Socci sitúa la dimisión de Benedicto XVI en su contexto histórico. Hasta el momento de la renuncia, la Iglesia no había sucumbido al espíritu del mundo ni a las tormentas que venían de lejos, desde los días de la Revolución Francesa, y desde hace dos siglos con ataques superlaicistas y anticatólicos. Había sido el único bastión que se ha opuesto a la globalización de las conciencias. Benedicto incluido.»

    Este párrafo por sí solo invalida la tesis de Socci. La Iglesia lleva sucumbiendo al espíritu del mundo desde el Concilio Vaticano II y, en algunos casos, incluso antes. El pontificado de Francisco es sólo la culminación de un proceso que empezó en 1962.

    1. Hipótesis habitual en el lefe-jorgismo: la Iglesia Católica era una maravilla con Pío XII, llegaron San Juan XII y San Pablo VI y arruinaron todo. Mas allá del detalle de que Montini era la mano derecha de Pacelli.

      Y sin reparar en el enorme dato que Jorge es el representante de San Gallen. La corriente heredera de Fuchs y Haring, rehabilitado ahora por el jorgato.

      1. He dicho que, ya antes del Concilio, había signos de la adaptación de la Iglesia al espíritu de los tiempos. ¿A qué se debió, si no, la lucha de S. Pío X contra el modernismo?

        1. No sé si refiere al Sodalitium Pianum de Pío X. Pero esa forma de lucha contra el modernismo, nada evangélica, fue un fracaso teórico y práctico. Tanto es así que Benedicto XV, muy buen Papa a mi juicio, las suprimió.

          Las inquisiciones nunca fueron algo bueno -estimulan el espíritu de delación y alcahuetería, tal lo marca la historia y el presente- y menos aún si son secretas. Las checas católicas de Pío X fue una mala copia de adaptación al mundo, político en este caso, utilizando sus peores metodologías.

          El católico de verdad va de frente, discute, combate dialécticamente, al modo de los Padres de la Iglesia. No lucha con checas al estilo mundano.

          1. No, me refiero a la encíclica «Pascendi» y al decreto «Lamentabili».

            En cualquier caso, que el «Sodalitium Pianum» estuviese bien o mal no niega lo que digo; ya antes del Concilio Vaticano II hubo intentos de adaptar la Iglesia al espíritu del mundo.

  9. «siempre he pensado que Benedicto XVI fue inducido a la abdicación por una compleja maquinación, urdida por quienes tenían interés en bloquear la reconciliación con la ortodoxia rusa»

    Menuda ingenuidad. Creo que ninguno de nosotros conocerá la reconciliación entre la Iglesia Ortodoxa Rusa y Roma. ¡Buenos son los ortodoxos rusos! Son los más contrarios al ecumenismo de todos los ortodoxos.

    1. La hipótesis Scola y los rusos no es nada ingenua. Seguramente el fraude san gallense fue aplicado directamente a él en el cónclave, entronizando al usurpador.

  10. Uy…ustedes ven demasiadas películas de terror…y luego pasa esto…
    Y el Socci ese no ve muchas…pero como vive del rollo…pues como si las viera…

  11. La respuesta está en el informe secreto Herranz-De Giorgi-Tomko de 300 páginas, del que apenas se habla, en el que aparecen retratadas todas las mafias que pululan en el interior de la Iglesia y que están haciendo un daño descomunal, pues no sólo no son expulsadas, sino que son promocionadas.

  12. Vaya por delante que, al menos yo y la inmensa mayoría de fieles, no tenemos los datos suficientes como para discutir el tema que no ocupa en esta entrada, Por tanto, creo que podemos hablar de suposiciones, e intuiciones, o plantearnos incluso dudas o hipótesis. Pero poco más.
    Dicho lo cual, y aunque me he vuelto a releer la crítica que De Mattei le hace a Socci, me sigue pareciendo tremendamente superficial por varios motivos que sería muy largo de enumerar y que explicaré si me publican lo que escribo.

  13. Ya me animo a escribir.
    En primer lugar, tengo que decir que aún no me he leído el libro de Socci. Supongo que un escritor de su categoría lo que publique lo hará con mucha documentación.
    Pues je ahí la primera superficialidad que comete De Mattei: una crítica como Dios manda ha de hacerse al mismo nivel, punto por punto, de manera exhaustiva, y no de modo tan somero como hace De Mattei. Si yo fuera Socci, me sentiría dolido.

  14. En segundo lugar, me parece que De Mattei no se hace cargo de la situación de excepcionalidad que vive la Iglesia, y juzga los acontecimientos surgidos con Benedicto XVI y Francisco de manera completamente atemporal.
    Prueba de ello es la poca atención que le merecen las declaraciones del secretario personal de Benedicto sobre el carácter excepcional de su renuncia.

  15. El secretario privado de Benedicto , Greorg Ganswein,, habla del carácter excepcional del pontificado de Benedicto, al explicar por qué Benedicto ha optado por esta figura canónica de Papa emérito. Podemos no estar de acuerdo con lo que dice, pero ése no es el tema. El tema está en que quien lo dice es la persona más cercana a Benedicto, además de ser jurista. Este hecho ha sido tratado muy por encima por De Mattei cuando correspondía un debate canónico sobre ello.

  16. Como contrapartida a esta falta de ‘empatia’ y consideración a las declaraciones de Ganswein, De Mattei carga contra Benedicto y trata su renuncia como de inmoral
    No sé si De Mattei o yo viviremos lo suficiente como para enterarnos en esta vida de todas las razones de Benedicto para su renuncia, pero bien podría ser que tuviera que arrepentirse con gran dolor de su precipitación en juzgarle
    En tercer lugar, la razón más poderosa que da para admitir que la elección de Francisco ha sido válida es que ningún miembro del colegio cardenalicio se ha opuesto a su elección
    Pero es esto cierto,? Puede que no haya habido una oposición formal, pero se puede afirmar que todos los cardenales que han participado en el cónclave están de acuerdo con su validez,?
    Podemos asegurar que todos ellos conocían los preámbulos que se dieron en su elección?

  17. En cuarto lugar, cómo es posible que ignore la Constitución Apostólica «Universi Dominici Gregis» de Juan Pablo II, según la cual, y en su punto 81 , varios de los electores del cónclave estarían excomulgados por participar, según declaraciones de los propios participantes, en lo que ellos han autodenominado «la mafia de Saint Gallen»?
    Será que la situación de excepcionalidad a la que apela Ganswein incluye también la banalización de algo tan grave como la excomunión latae sentenciae, saturados compra estamos por noticias realmente graves e inimaginables?

  18. En quinto lugar, y sin ánimo de cansar a nadie, De Mattei cae en un sofisma con una falta de rigor impropio de él: supone que la inmoralidad de la renuncia de Benedicto da validez a la elección de Francisco
    Una cosa es el desacuerdo ante la renuncia del primero y otra conceder validez a la elección del segundo.
    En sexto lugar, él supone que Benedicto renunció con plena libertad, algo que no tiene motivos para asegurar. Da como razón el que Benedicto ha asegurado que lo ha hecho con total libertad
    A quién puede convencer este argumento? Es que acaso la misma amenaza que le ha llevado a renunciar no ha podido llevarle a decir que lo ha hecho libremente?
    Su argumento resulta tan pueril que hasta da risa.

      1. Y aunque, por supuesto, te considero una persona la mar de enterada de todo y de todos, a juzgar por la propiedad con la que hablas y por cómo te diriges a los demás, te aconsejo que te leas el artículo de Carlos Esteban titulado ‘Ultima hora: Francisco es el único Papa de la. Iglesia católica
        Lo encontrarás fácilmente en esta página o en la red. Te darás cuenta que de sedevacantista nada. Aparte que el plantear dudas, sí, dudas, sobre la validez de la renuncia de Benedicto no tiene nada que ver con el sedevacantismo.

  19. Yo recomiendo los artículos que sobre el tema ha publicado Luis Suárez Falcó y que dan una visión más amplia de todo esto. Se podrá estar en desacuerdo con su tesis, pero proporciona mucho material para intentar verlo con más objetividad.

  20. Excelente reseña. Lo único que me parece errado es la interpretación que se hace de la figura de Putin. Si uno piensa en cómo debería ser el anticristo, uno concluye que tendría que ser como Putin. Un antiguo agente de la KGB, un estadista que ha cometido todo tipo de crímenes, pero que, por un habilidoso uso de la retórica, aparece como un héroe a los buenos precisamente. Su actitud frente a Venezuela lo delata. Allí coinciden las políticas de Putin y las de otros agentes criticados en esta reseña.

  21. En definitiva, Socci: ¿renunció válidamente a algo Benedicto XVI, o no? En caso afirmativo ¿ahí no vale el argumento de la separación temporal entre la comunicación de la renuncia y la efectividad de la misma? En caso negativo ¿a qué esa distinción entre el «munus» y su ejercicio?

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