Siete razones para rezar el Oficio Divino

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(Carl McColman)– Todo el mundo sabe que los monjes dedican su vida al silencio, pero también a la oración diaria y al canto. La oración monástica se realiza en determinadas horas a lo largo del día. La serie de salmos, cánticos, lecturas de la Escritura, antífonas y otras oraciones que forman la liturgia diaria se conoce como Oficio Divino (u Oficio Diario, o Liturgia de las Horas).

Rezar el Oficio Divino es fundamental en la vida monástica, pero incluso para los que no somos monjes este tipo de oración es una parte esencial de nuestra práctica espiritual.

Pero implica un gran compromiso y mucha gente encuentra que es una tarea abrumadora rezar incluso parte del Oficio Divino de una manera regular.

Si usted ha leído Befriending Silence, entonces sabe que tengo una relación tempestuosa con la oración diaria. En el capítulo siete confieso lo siguiente: «Cuando me convertí en un laico cisterciense, luchaba con la liturgia… Mi vida estaba demasiado ocupada, desorganizada, libre y era demasiado espontánea para que me ocupara de algo como la oración diaria. O era lo que yo me decía a mí mismo. Me las iba arreglando, rezando de vez en cuando, y me justificaba todos los días que no conseguía rezar».

En el libro, hablo sobre mi amistad con un musulmán devoto, que reza cinco veces al día, y que fue la inspiración que hizo que me tomara en serio el Oficio Divino. Desearía poder decir que soy un modelo de práctica de oración diaria, pero la verdad es que sigo luchando con ello.

Hace poco tuve un encuentro con uno de los monjes que guía nuestra comunidad laica cisterciense y hablamos sobre la liturgia. Me preguntó por qué creo que vale la pena rezar el Oficio Divino. Improvisé cuatro razones y mientras reflexionaba, pensé en tres más. Las comparto con ustedes.

Si reza el Oficio Divino, tal vez esto le inspire para seguir adelante. Si aún no lo reza o necesita que le animen a hacerlo o (como es mi caso) necesita que le refuercen en su compromiso de rezar diariamente, espero que las siguientes razones sean de ayuda.

1 – El Oficio Divino nos proporciona un lenguaje para la oración. A veces es difícil encontrar las palabras para rezar. Pero en la Liturgia de las Horas tenemos acceso a una sabiduría que se remonta a los tiempos anteriores a Jesucristo. Los salmos, los cánticos y otros pasajes de la Escritura forman la mayor parte del Oficio Diario; en gran medida, es la Biblia en oración. Pero la liturgia también incluye muchas otras oraciones que transmiten una serie de sentimientos y preocupaciones; es un vocabulario rico y lleno de matices para la oración, que profundizará su habilidad para dialogar con Dios a lo largo del día.

2 – El Oficio Divino nos enseña quién es Dios, quién es la Iglesia y quiénes somos nosotros. Lo interesante sobre la liturgia es que no toda está dirigida a Dios; algunas partes (por ejemplo, los cánticos de Zacarías y María) versan sobre Dios. Pero siguen siendo oración, porque la oración es mucho más que hablar con Dios: es Dios hablándonos a nosotros. Y en toda la liturgia se nos revelan detalles sobre la personalidad y el carácter de Dios, junto a otros que nos dicen qué significa ser humano en relación con Dios, como individuos y como comunidad.

3 – El Oficio Divino forma nuestra identidad como miembros del Cuerpo de Cristo. La liturgia hace mucho más que decirnos quién es Dios y quiénes somos nosotros. También nos guía para que seamos lo que Dios quiere que seamos. Nuestra fe es nítida: hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, pero a veces fracasamos en nuestro intento de vivir como Dios quiere que seamos. Necesitamos ser guiados para ser lo que estamos llamados a ser. La abundante sabiduría que hay en el Oficio nos muestra el camino que Dios quiere que sigamos. No es magia: necesitamos seguir respondiendo a la llamada de Dios a ser santos. Y la liturgia es un mapa fiable.

4 – El Oficio Divino nos ayuda a rezar a un nivel más profundo que nuestros sentimientos o experiencia. La liturgia es un compromiso diario, no un compromiso para «cuando me apetece». Se supone que hay que ofrecerlo a Dios diariamente, sin importar cómo te sientes ese día o qué preocupaciones tienes. En este sentido, es como el matrimonio: un compromiso de amor, que te hace comprender que el verdadero amor es más profundo que las emociones que cambian de un día para otro o de estación en estación. Y aunque es difícil seguir rezando en los momentos de sequedad o en tiempos de tempestad emocional, hacerlo es un modo poderoso para profundizar la fe.

5 – El Oficio Divino nos enseña a ser humildes, obedientes, fieles y pacientes. Es el otro lado del punto anterior. Rezamos regularmente, cada día, no porque nuestras emociones veleidosas nos dicen que lo hagamos, sino porque queremos ser fieles a Dios, obedientes a su palabra y comprometidos en una relación de confianza con Dios construida sobre valores eternos como la humildad y la paciencia. Son valores que están en el verdadero centro de la espiritualidad cristiana, aunque nuestra cultura secular no los tiene en alta estima. Pero cuando maduramos en estos valores auténticos, nos conformamos de manera más plena a la imagen y semejanza de Dios que nos creó.

6 – El Oficio Divino nos ayuda a crecer en intimidad con Dios. He comparado la liturgia con el matrimonio y es una analogía apropiada, porque como el matrimonio, el Oficio Diario tiene que ver con el amor. Demasiado a menudo recibimos mensajes negativos sobre Dios, no sólo por parte de la sociedad secular, sino incluso de la Iglesia. Muchos de nosotros tenemos una imagen de Dios en la que prevalece la cólera sobre el amor, el juicio sobre la misericordia, la severidad sobre la ternura. Sí, Dios es santo y justo, esto es verdad. Pero Dios es Amor y la promesa de espiritualidad es descubrir ese Amor y ser uno con él. El Oficio Divino nos llama a este descubrimiento de gracia.

7 – El Oficio Divino nos recuerda que cada día podemos alcanzar la eternidad. Mi experiencia con la liturgia es muy variada: a veces me inspira, otras me alienta y, siendo sincero, a veces me peleo o me irrito con ella. Todo esto está bien. La liturgia nos habla de la gloriosa complejidad de nuestra humanidad, que significa que reaccionaremos de maneras muy distintas. Pero lo que siempre forma parte del Oficio Divino es su orientación hacia la eternidad: es una invitación a ver a Dios, la vida y la humanidad desde el punto de vista del cielo, no de la tierra. Nos recuerda que la comunión con Dios no es algo que sucede sólo los domingos o en las iglesias o monasterios. La sanación y el poder que tiene la intimidad con Dios de transfigurar la vida puede tocar (y transformar) nuestras vidas en cualquier momento y en cualquier lugar. Mantener la liturgia diaria, regular, nos ayuda a recordar esto.

Espero que todo esto les ayude, les anime y les sirva de inspiración para continuar y profundizar su viaje al corazón de Dios.

(Traducción de Helena Faccia Serrano)

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Comentarios
3 comentarios en “Siete razones para rezar el Oficio Divino
  1. Importante, no… Imprescindible acompañar en cada hora a la Iglesia universal en el rezo de la Liturgia. Muy bien por resaltarlo.

  2. Yo rezo laudes y completas. A veces visperas. Es maravilloso.Tal como lo dice el articulo ayuda a encontrar las palabras, a encontrarse reflejado en las distintas circunstancias. Puede ayudar youtube. Encontraran videos muy hermosos. Dios bendiga a quienes los suben.

  3. A veces creo que no es necesario orar. Entiendo que el misterio de fe de la Iglesia solo es posible sino practicando los sacramentos y demás mandatos. y esto no es posible sin estar orando continuamente. Así que Gracias.

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