Presionada y sobornada para abortar, decidió dar a luz a su hijo

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Elmira Naymark es el nombre de la joven neoyorquina de 32 años a la que su novio le ofreció 75.000 dólares para abortar al niño que esperaban juntos. 

Elmira Naymark es el nombre de la joven de 32 años que fue sobornada por su novio, con el que llevaba dos años y medio de relación, para abortar al niño que esperaban juntos. Fueron exactamente 75.000 dólares los que su novio Ozer, un rico empresario neoyorquino, ofreció a Elmira para que acabara con la vida del niño que venía en camino.

Según recoge el diario The New York Post, la demanda interpuesta por la víctima explica que la actitud de su novio cambió por completo cuando se enteró de que estaba embarazada. O

zer le sugirió que se tomara una píldora abortiva y «llamó a la clínica para que abortara», a lo que ella se negó rotundamente.

Según la denuncia, un amigo del empresario se acercó a la joven y le ofreció el dinero. «Él quiere ayudarte y hacerse cargo de esto», dijo el amigo. «Esta no es tu única oportunidad para tener hijos. No tienes que forzar esta situación y hacerlo sola. Te ofrece una suma de dinero…estoy seguro de que no tendrás problema con 75.000 dólares», le sobornó.

A pesar de la presión y los sobornos, la joven neoyorquiina decidió seguir adelante con su embarazo y dar a luz a su hijo. En dicha denuncia, la mujer pide que se realice un test de paternidad, ya que el padre no ha querido reconocer al niño y se ha negado a hacer ninguna contribución económica.

Cabe destacar que un reciente estudio publicado por The Medical Science Monitor evidencia que el 64% de los abortos son forzados, habitualmente por la pareja.

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Comentarios
3 comentarios en “Presionada y sobornada para abortar, decidió dar a luz a su hijo
  1. El Ozer ese de la puñeta es un salvaje egoista y rastrero
    Con ese nombre no se puede esperar otra cosa.

    Edelmira, vete a por el.Mejor dicho, a por su dinero. El no merece la pena ni que le mires a la cara. Exprimele el bolsillo.
    Te doy la enhorabuena por tu valentía.

  2. Detrás de una mujer que aborta hay, en muchísimos casos, un hombre que ya abortó en su corazón y que la dejó tirada cuando más lo necesitaba. La ley debería obligar a todo hombre a hacerse responsable de sus actos, pero el gender, de tan dogmático, resulta, además de irracional, altamente machista.

  3. Cuando las izquierdas reivindicaban el aborto en los años 80, proclamaban que LAS RICAS iban a abortar a Londres y que «las pobres» (que querían abortar) resultaban discriminadas por no tener capacidad de costear esos gastos. ¿Entonces, las ricas también abortan o no? Ahora, sin embargo, parece, con tal de salvaguardar, en todo caso y a toda costa, a «la mujer» de toda responsabilidad, se diría que SOLO practican el aborto aquellas pobres a las que la necesidad aboca, contra su voluntad, a esa terrible decisión. Pero no olvidemos que el crimen del aborto lo ha convertido fundamentalmente en un «derecho» «la mujer» (ese mayestático de sus poderosos movimientos radicales de vanguardia). Y lo ha hecho, en primer lugar, contra el DERECHO a la vida del NASCITURUS (ese sí, auténtico débil, indefenso y necesitado), convirtiendo el vientre materno en un vientre cadalso. Pero también contra el varón ( el padre) a quien se ha convertido en un cero a la izquierda y se le ha despojado de todo derecho y acción a salvaguardar la vida de su hijo (nosotras parimos, nosotras decidimos) mientras que, con cinismo miccioso y asimétrico, se le hace plenamente solidario y responsable en caso de que la «voluntad suprema» decida consumar el parto. Como los ojos del Guadiana, la paternidad responsable aflora, a conveniencia, tras sumergirla durante nueve meses en la absoluta nulidad. Es más, aun dentro del nuevo marco de esa lógica y órbita abortista, no parece, sin embrago, advertirse propósito alguno de que se decline a los varones en general la exigencia de seguir , en circunstancias límite, ofreciendo sus vidas para defender y salvar la de prole y mujeres (susceptibles de estar embarazadas, se entiende, porque consecuentemente con las nuevas concepciones hembristas, ellas ya son, en realidad, el sexo fuerte). Así las cosas. ese poder del «nosotras parimos, nosotras decidimos» es, como se ve, tan exorbitante como contradictorio, en cuanto que nadie puede aducir el derecho a la absoluta libertad de su cuerpo allí donde otros son llamados sin cesar a sacrificar el suyo por defendérselo. También podría plantearse así: ¿ Con qué derecho puede exigir privilegios prelacionales sobre su vida gestante quien se pretende decisora exlusiva sobre la vida en gestación? Pero como sugieren los dos comentarios anteriores, el malo y el responsable SIEMPRE o CASI SIEMPRE es el macho. Nada tendrá que ver con su etimología, desde luego, pero algo de atávico hay en el concepto «varón», ya desde el episodio de Adán en la Biblia, que arrastra el inseparable significado de «único e indeclinable responsable en todo hecho maligno y bajo cualquier circunstancia tormentosa». Pero en este caso, ya es el colmo: que se aplique tal sambenito a la segunda víctima principal de las desconsideras ( y aberrantes ante todo) leyes abortistas. Por favor, no mezclemos en nuestros juicios mundos sociales, jurídicos y mentales. En el ámbito del respeto absoluto a la vida del no nacido, de derecho y de hecho, es coherente pedir responsabilidad al padre; y siempre se ha considerado, por cierto, un canalla al que eludía tales obligaciones. Pero en el engendro predominante en el mundo actual, y dentro de ese ámbito conceptual, esa crítica resulta plenamente contradictoria y cínica.

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