San Antolín

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Palencia_cripta_San_Antolin_escultura_san_Antolin_detalle_niSan Antolín fue un mártir de la Iglesia Católica, es patrono de los cazadores, de Palencia y de Pamiers (Francia).

El nombre de Antolín corresponde a distintos mártires, creando gran confusión acerca de cuál es el que se venera en España y Francia, asegurando algunos que se trata de un mártir sirio del siglo I, originario de Apamea. Sin embargo, todo indica que el santo venerado en Palencia y Pamiers (Francia) no sea el sirio, sino un príncipe visigodo, hijo del rey Teodorico, y que la confusión se puede de ver a la similitud en latín entre el nombre de Apamea en Siria y Pamiers en Francia.

Como todos los visigodos del siglo V, el príncipe Antolín fue educado como arriano, pero se convirtió a la fe católica, partiendo a Roma a ser ordenado diácono. Tras ser formado y ordenado, el príncipe diácono vuelve a Francia, instalándose en Rouerge con una comunidad de hombres piadosos. Ahí predicó con mucho ahínco, logrando la conversión de la mayor parte de sus habitantes, incluso del gobernador Festus.

A pesar de la oposición de la gente, Antolín abandonó Rouerge para seguir predicando y convirtiendo arrianos. Comprometido con esa empresa, viajó a Tolosa, donde se encontraba su padre Teodorico. Ahí le fue ofrecido el obispado de la ciudad, pero éste lo rechazó, empeñándose en convertir a su padre y a su nueva esposa. Viendo lo cerca que estaban de la conversión, un grupo de arrianos decidieron acusar a Antolín de tener una relación impropia con la mujer de su padre, por lo que fue encarcelado.

Tras enterarse de la acusación, el rey Teodorico se volvió enfurecido hacia su hijo, creyendo las habladurías aseguradas por los arrianos. En un arranque de furia, Teodorico mandó torturar a Antolín, sumergiéndolo en aceite hirviendo, tras lo cual fue arrojado al río Garona con una rueda de molino atada al cuello. De manera milagrosa, Antolín salió a flote vivo, convirtiendo a mucha gente y haciendo temer a los arrianos la venganza de Dios por tratar de esa manera a uno de sus hijos predilectos.

El hecho milagroso logró que su padre Teodorico lo soltara temeroso del pecado que había cometido. Antolín experimentó aquella máxima del Evangelio que dice: «Nadie es profeta en su propia tierra.» El príncipe diácono partió entonces para Rouerge, donde su palabra había sido bien acogida. Antolín se estableció a las afueras de la ciudad con su amigo Almaquio, a quien conoció en la cárcel de Tolosa, y vivieron una intensa vida de oración así como una amistad orientada a Cristo y a ayudarse mutuamente en la búsqueda por la santidad.

Tiempo más tarde, un rey arriano llamado Metopius, buscaba enfurecido a aquél diácono que había convertido a tanta gente, decidido a terminar el trabajo que no había sido logrado por el rey Teodorico, Metopius mandó apresar a Antolín y Almaquio, ejecutándolos a orillas del río Ariege. La ejecución se hizo por espada, cortándolos por la mitad. Cuenta la tradición, que al cortar a Antolín, su cabeza y su brazo derecho cayeron de un lado, mientras que el resto del cuerpo y su brazo izquierdo cayeron del otro, explicando así la distribución de las reliquias, las cuales se repartieron entre Palencia y Pamiers.

Cerca de Palencia, se le construyó una cripta en el bosque, a donde llegaban muchos peregrinos a rezarle al santo. Cuenta la tradición, que el rey Don Sancho III de Pamplona se encontraba cazando en las merindades de los bosques palentinos, cuando un jabalí se escondió detrás de la cripta de San Antolín. El rey, empeñado en matar a la bestia, decidió entrar a la cripta para desde ahí apuntar mejor al cochino. Una vez dentro, el brazo del rey quedó inmóvil, siendo incapaz de manejar el arma. Entonces Don Sancho se hizo consciente del sacrilegio que estaba cometiendo. Con el corazón arrepentido por su imprudencia, el rey hizo un voto a San Antolín, prometiendo que si le ayudaba a recuperar la movilidad del brazo le construiría ahí una catedral. Finalmente, logró recuperar el movimiento y mandó construir sobre la cripta la famosa catedral de Palencia, en cuyos sótanos aún se encuentra la cripta visigótica de San Antolín.

Los restos de San Antolín que se conservan en Palencia son los únicos que quedan, pues la mitad que restaba en Pamiers (Francia) fue expoliada durante la Revolución Francesa, ignorándose el paradero actual de las santas reliquias.

San Antolín es patrono de los cazadores, de Palencia y Medina del Campo.

Cripta visigótica de San Antolín en la Catedral de Palencia.
Cripta visigótica de San Antolín en la Catedral de Palencia.

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