INFOVATICANA pone a disposición de sus lectores el mejor extracto de Laudato Sii, el elaborado por el propio Francisco para difundirlo por Twitter. Sesenta y tres tuits en el espacio de poco más de veinte horas: en la era de las redes sociales el Papa Francisco eligió difundir su encíclica también a través de Twitter, con un ritmo acelerado, que prevé un mensaje de 140 caracteres cada veinte minutos. El primero de la serie se publicó a las 12 en la cuenta @Pontifex en diversos idiomas, al mismo tiempo de la presentación oficial del esperado documento pontificio: «Invito a todos —se lee en español— a detenerse a pensar en los desafíos sobre el medio ambiente». En el segundo, a las 12.20, aparece por primera vez el hashtag #LaudatoSi, que se repite otras veinte veces y se propone llegar a ser uno de los más clicados. Significativo, por último, en ámbito ecuménico el tuit de las 14.00 donde el Papa cita explícitamente una frase del Patriarca Bartolomé: «Un crimen contra la naturaleza es un crimen contra nosotros mismos y un pecado contra Dios » [2] Necesitamos un nuevo diálogo sobre el modo como estamos construyendo el futuro del planeta. [3] Hay una íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta. [4] Debemos buscar otros modos de entender la economía y el progreso. [5] Se ha de reconocer el valor propio de cada criatura. [6] La cultura del descarte de hoy obliga a un nuevo estilo de vida. [7] “Un crimen contra la naturaleza es un crimen contra nosotros mismos y un pecado contra Dios.” (Patriarca Bartolomé) [8] El clima es un bien común, de todos y para todos. [9] El cambio climático plantea uno de los principales desafíos actuales para la humanidad. [10] La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería. [11] Estos problemas están íntimamente ligados a la cultura del descarte. [12] Un problema particularmente serio es el de la calidad del agua disponible para los pobres. [13] El ambiente humano y el ambiente natural se degradan juntos. [14] El deterioro del ambiente y el de la sociedad afectan de un modo especial a los más débiles. [15] Hemos de escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres. [16] Culpar al aumento de la población y no al consumismo extremo es un modo de no enfrentar los problemas. [17] Hay una verdadera «deuda ecológica», particularmente entre el Norte y el Sur. [18] Es necesario que los países desarrollados contribuyan a resolver esta deuda limitando el consumo de energía no renovable. [19] No hay espacio para la globalización de la indiferencia. [20] Muy fácilmente el interés económico llega a prevalecer sobre el bien común. [21] La alianza entre la economía y la tecnología termina dejando afuera lo que no forme parte de sus intereses inmediatos. [22] Cualquier cosa que sea frágil, como el medio ambiente, queda indefensa ante los intereses del mercado divinizado. [23] Basta mirar la realidad con sinceridad para ver que hay un gran deterioro de nuestra casa común. [24] El actual sistema mundial es insostenible desde diversos puntos de vista. [25] Cada comunidad tiene el deber de proteger la tierra y de garantizar su fertilidad para las generaciones futuras. [26] Decir «creación» es más que decir naturaleza, porque tiene que ver con un proyecto del amor de Dios. [27] Cada criatura es objeto de la ternura del Padre, que le da un lugar en el mundo. [28] Un mundo frágil interpela nuestra inteligencia para reconocer cómo deberíamos orientar, cultivar y limitar nuestro poder. [29] A veces se lleva adelante una lucha para otras especies que no desarrollamos para defender la igual dignidad entre los seres humanos. [30] Deberían exasperarnos las enormes inequidades que existen entre nosotros. [31] Seguimos admitiendo en la práctica que unos se sientan más humanos que otros. [32] La tierra es esencialmente una herencia común, cuyos frutos deben beneficiar a todos. [33] Para los creyentes, esto se convierte en una cuestión de fidelidad al Creador. [34] Nunca la humanidad tuvo tanto poder sobre sí misma y nada garantiza que vaya a utilizarlo bien. [35] Cada época tiende a desarrollar una escasa autoconciencia de sus propios límites. [36] Es posible que hoy la humanidad no advierta la seriedad de los desafíos que se presentan. [37] Con mucha lentitud se aprenden las lecciones del deterioro ambiental. [38] El mercado por sí mismo no garantiza el desarrollo humano integral y la inclusión social. [39] El avance de la ciencia y de la técnica no equivale al avance de la humanidad y de la historia. [40] Lo que está ocurriendo nos pone ante la urgencia de avanzar en una valiente revolución cultural. [41] El pensamiento cristiano reclama un valor peculiar para el ser humano por encima de las demás criaturas. [42] La cultura del relativismo empuja a una persona a aprovecharse de otra y a tratarla como mero objeto. [43] Es contrario a la dignidad humana hacer sufrir inútilmente a los animales y sacrificar sin necesidad sus vidas. [44] Necesitamos una aproximación integral para combatir la pobreza y cuidar la naturaleza. [45] Para las comunidades aborígenes, la tierra no es un bien económico, sino don de Dios y un espacio sagrado. [46] La posesión de una vivienda tiene mucho que ver con la dignidad de las personas y con el desarrollo de las familias. [47] La tierra que recibimos pertenece también a los que vendrán. [48] ¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los niños que están creciendo? [49] Lo que está en juego es nuestra propia dignidad. [50] Somos nosotros los primeros interesados en dejar un planeta habitable para la humanidad que nos sucederá. [51] La interdependencia nos obliga a pensar en un solo mundo, en un proyecto común. [52] La reducción de gases de efecto invernadero requiere honestidad, valentía y responsabilidad. [53] Desacelerar un determinado ritmo de producción y de consumo puede dar lugar a otro modo de progreso y desarrollo. [54] Sabemos que es insostenible el comportamiento de aquellos que consumen y destruyen más y más. [55] Habrá que interpelar a los creyentes a ser coherentes con su propia fe. [56] Muchas cosas tienen que reorientar su rumbo, pero ante todo la humanidad necesita cambiar. [57] Mientras más vacío está el corazón de la persona, más necesita objetos para comprar, poseer y consumir. [58] Lo que el Evangelio nos enseña tiene consecuencias en nuestra forma de pensar, sentir y vivir. [59] Vivir la vocación de ser protectores de la obra de Dios no consiste en un aspecto secundario de la experiencia cristiana. [60] La espiritualidad cristiana propone un modo alternativo de entender la calidad de vida. [61] Una ecología integral implica dedicar algo de tiempo para reflexionar acerca de nuestro estilo de vida y nuestros ideales. [62] Caminemos cantando. Que nuestras luchas y nuestra preocupación por este planeta no nos quiten el gozo de la esperanza. [63] Señor, tómanos a nosotros con tu poder y tu luz, para proteger toda vida, para preparar un futuro mejor.
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Vamos, más claro agua.
Los «tuits» hacen patente el sincretismo universal
de la «Gran utopía verde».
!Caminemos cantando. Que nuestras luchas y nuestra preocupación por este planeta no nos quiten el gozo de la esperanza! (t-62)
…………
Más claro el agua, ¿no?
El tuit 58 me encanta.
Como docente, puedo afirmar que estas frases tienen la altura intelectual de mis alumnos de secundario. Muchas de estas frases son las mismas que ellos escribirían en un ensayo sobre el clima para la materia de Ciencias Naturales.
¿Cuánto tiempo y dinero habrá gastado el Vaticano en la contratación de especialistas (sesgados, ya que hay muchos científicos que refutan la teoría del calentamiento global) para escribir semejante documento?
¡Oído cocina! Y suerte.
Ojalá que la doctrina de fe y de moral presente en la Encíclica —junto con muchas otras cosas que caen fuera de ese núcleo central— pueda ejercer su influjo benéfico en el mundo. Lo dudo mucho, porque exigen una conversión a la fe cristiana, o al menos a la forma de vida compatible con la naturaleza, que es incompatible con la aventura de la autonomía atea que actualmente domina las conciencias.
En cuanto a estos tuits, me parecen una lamentable reducción.
Leídos por sí solos, nadie diría que son los textos de un sacerdote, de un cristiano.
Ni siquiera tienen la sal y el contraste con la visión mundana de la ecología, que le Encíclica claramente rechaza.
Ninguno de los 63 tuits me quita el sabor amargo de la cita a la Carta de la Tierra, documento panteísta que busca reemplazar los diez mandamientos por una ética panteísta. A partir de ahora un Papa puede citar a Marx o a Hitler siempre y cuando la cita no contradiga la fe católica. Hemos caído en lo absurdo.
Hala, vamos a descansar un rato por hoy. Un saludo a todos.
Caracol, no sé si lo sabe usted (lo dudo), pero esa manera que tiene de «contestar», repitiendo «mesajes cortos» machaconamente, sin aportar más palabra o argumento no sea que el reo resulte contestón ( mensajes que ni son suyos) es típica de las técnicas de lavado de cerebro de los comunistas (los japoneses también las usaron y Schopenhauer las dejó por escrito en sus técnicas de «debate»)
Caracol, faltó tuitear » 233. El universo se desarrolla en Dios, que lo llena todo. Entonces hay mística en una hoja, en un camino, en el rocío, en el rostro del pobre» (159)
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Para qué necesitamos la teología católica si podemos contar con el sufismo panteísta!
Lean la explicación de la cita 159:
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[159] Un maestro espiritual, Ali Al-Kawwas, desde su propia experiencia, también destacaba la necesidad de no separar demasiado las criaturas del mundo de la experiencia de Dios en el interior. Decía: «No hace falta criticar prejuiciosamente a los que buscan el éxtasis en la música o en la poesía. Hay un secreto sutil en cada uno de los movimientos y sonidos de este mundo. Los iniciados llegan a captar lo que dicen el viento que sopla, los árboles que se doblan, el agua que corre, las moscas que zumban, las puertas que crujen, el canto de los pájaros, el sonido de las cuerdas o las flautas, el suspiro de los enfermos, el gemido de los afligidos…» (Eva De Vitray-Meyerovitch [ed.], Anthologie du soufisme, Paris 1978, 200).
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SUfismo: Doctrina religiosa ascética y mística del islamismo, de carácter heterodoxo y panteísta, que se caracteriza por aspirar a la unión mística con Alá a través de un camino en el que hay que seguir sucesivas etapas
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Gracias «Mariana» de Infocatólica.
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No hay peor ciego que el que no quiere ver.