En este día, en el que se celebra la fiesta del trabajo en muchas partes del mundo, los obreros cristianos honran a san José, carpintero de Nazaret, como modelo y patrono suyo.
San José tuvo el privilegio de ser el padre adoptivo de Jesucristo y de ser esposo de la Virgen María. Los Evangelios nos dicen que era de Belén, aunque vivía en Nazaret.
El Evangelio de Mateo y el de Marcos nos dicen que era un ‘tekton’ que se traduciría como carpintero o albañil. San Justino confirmó esto y la Tradición en general ha aceptado esta interpretación.
Este Santo en el silencio, en un segundo plano -no dice nada en los Evangelios y apenas aparece- nos muestra la santidad de lo cotidiano.
En un día como hoy en el que el mundo celebra el día del trabajo, nos fijamos en el hombre que ofreciendo su trabajo al creador con una vida ‘escondida’ y un trabajo humilde, fue testigo de la encarnación de Dios.
Fue el hombre que le enseñó un oficio a Nuestro Señor Jesucristo, le enseñó un trabajo con el que ‘ganarse’ la vida. Que mejor modelo que el de San José para un día en el que se conmemora a los trabajadores.
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