Felipe Monroy. VC Noticias / Aguascalientes, Ags.- Ante cerca de tres mil fieles hidrocálidos, el nuevo obispo de Aguascalientes, Juan Espinoza Jiménez manifestó su deseo de trabajar conjuntamente con una diócesis «de gran tradición religiosa, con grandes recursos: un presbiterio abundante, amplia vida consagrada, parroquias vivas, un sólido seminario y muchos movimientos laicales comprometidos en el servicio de la Iglesia y de los más necesitados».
Espinoza celebró la misa de Inicio de Ministerio en la Arena San Marcos de la capital hidrocálida y en su primer mensaje como VIII obispo de Aguascalientes llamó a todos los miembros de la Iglesia a renovar su compromiso pues «ninguna persona en nuestro territorio diocesano debería quedarse sin escucharnos hablar de Cristo»; especialmente porque hay «grandes retos y desafíos que urge atender y precisan de una respuesta».
El obispo enumeró que los desafíos para la Iglesia de Aguascalientes transitan no sólo por los estragos de la pandemia de COVID-19 «sino por muchos otros males: individualismo, injusticia, consumismo, la falta de respeto a la vida, la indiferencia, la inseguridad, la desigualdad, la pobreza y la violencia desenfrenada».
«A estas tristes realidades, puedo interpretar que el Señor nos pide lo siguiente: Que pongamos al centro de nuestra vida a Jesús, que le demos un espacio en nuestro corazón», convocó.
Espinoza aseguró que lo anterior no se logra sino acompañando a Jesús que se hace presente en todas las personas: «Con quienes nos rodean… y Jesús especialmente se hace presente entre los pobres y excluidos, los forasteros y migrantes, los enfermos y los que sufren… y también se hace presente en todos los que necesitan de nuestra ayuda».
Espinoza Jiménez, de 56 años, asume la sede de Aguascalientes luego de que la diócesis permaneció sin obispo tras la muerte de José María de la Torre Martín, acaecido víctima de COVID-19 el 14 de diciembre de 2020.
El nuevo obispo llegó a la Arena San Marcos luego de un recorrido por las calles de la capital del estado donde centenares de fieles lo saludaron y solicitaron su bendición bajo un intenso sol de mediodía.
Espinoza fue recibido en el recinto por cerca de tres mil feligreses, los sacerdotes de Aguascalientes, la vida consagrada presente en la diócesis y fue acompañado en la celebración eucarística por una treintena de obispos, incluidos el cardenal arzobispo emérito de Morelia, Alberto Suárez Inda; el cardenal arzobispo de Guadalajara, Francisco Robles Ortega; representantes de las Provincias Eclesiásticas y de la Conferencia Episcopal Mexicana. Asistió el gobernador del estado, Martín Orozco Sandoval, junto a su esposa Yolanda Ramírez; también se hicieron presentes otras autoridades estatales y municipales.
La ceremonia comenzó con la lectura de las letras pontificias en donde el papa Francisco encomienda la enseñanza, santificación y gobierno pastoral de Aguascalientes a Juan Espinoza Jiménez. El documento fue leído por el encargado de la oficina de la Nunciatura apostólica en México, Roberto Lucchini, y el pergamino fue exhibido por el propio Espinoza al colegio apostólico, al clero y al pueblo fiel de Aguascalientes.
Para la ceremonia, Espinoza Jiménez solicitó al cardenal arzobispo emérito de Morelia, Alberto Suárez Inda, predicara la homilía en la Misa de inicio del ministerio. En su mensaje, el purpurado destacó que todo obispo debe contar con tres rasgos característicos del buen pastor: «El Buen Pastor conoce a sus ovejas y permite que les conozcan, tiene una gran preocupación por la unidad de su rebaño y tiene siempre inquietud por atraer a los alejados».
Suárez Inda dijo al pueblo hidrocálido que son testigos de un acontecimiento de gran significado: «La llegada de un nuevo obispo a esta Iglesia particular es una manifestación de la fidelidad de Dios»; y agregó: «El inicio de este ministerio apostólico es todo un reto y en cierto sentido una aventura. Él no pidió venir, no lanzó su candidatura. Soy testigo de que para él fue algo totalmente inesperado».
El cardenal Suárez insistió en que esta encomienda exige «un servicio humilde con espíritu de sacrificio» pero también una actitud de apertura para «crear confianza, romper barreras y superar prejuicios… Y esto vale para el obispo y para todos los cristianos. Hemos de buscar el diálogo, abrir el corazón, no poner máscaras fingiendo lo que no somos».
Al concluir la celebración Eucarística, se leyó un profuso relato sobre la experiencia pastoral de Juan Espinoza Jiménez durante sus 30 años de ministerio presbiteral y los once años como obispo auxiliar de Morelia. Se destacaron sus servicios en la Congregación de los Obispos en el Vaticano, los trabajos para el dicasterio de educación católica y la gestión de la Secretaría General del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).
Del mismo modo, el obispo auxiliar de Morelia, Herculano Medina, ofreció unas palabras en nombre de la Iglesia michoacana para agradecer el servicio de Juan Espinoza y desearle un fecundo ministerio. La vida consagrada también dirigió palabras de bienvenida a su nuevo pastor: «Nosotros, la vida consagrada, nos unimos a su oración… queremos ser colaboradores de la construcción del Reino» y, los fieles católicos de Aguascalientes regalaron un ramillete espiritual al obispo: un símbolo de las oraciones que la grey elevó durante un año para pedir por un nuevo obispo y, desde el 23 de enero, las oraciones por el obispo Juan al ser electo por el papa Francisco como residencial de Aguascalientes».
Espinoza respondió en su mensaje conclusivo con un agradecimiento especial por ser recibido «en estas bellas tierras hidrocálidas»; hizo un reconocimiento al servicio del sacerdote Juan Gabriel Rodríguez Campos, quien fungió como administrador diocesano tras la muerte del obispo José María de la Torre Martín.
El nuevo obispo recordó a los fieles que «Jesús quiere cambiar nuestro corazón y nuestra vida» y convocó a «seguir un camino de perfección evangélica y de santidad… para que nuestras comodidades y estructuras se renueven… en un camino constante de conversión». Insistió en que trabajará a favor de la unidad de la Iglesia y concluyó con un llamado para «recuperar a los fieles perdidos» y para «ser una Iglesia en salida y misionera» para llegar «a los que siempre han estado alejados de la Iglesia».
«Ninguna persona en nuestro territorio diocesano debería quedarse sin escucharnos hablar de Cristo», concluyó.