La noche fue tan clara como el día. En la noche del Sábado santo, miles de fieles cantaron el pregón que anunció la resurrección del Hijo de Dios. La renovación de las promesas bautismales o el bautismo de nuevos cristianos fue también el momento de más solemnidad cuando los obispos, en cada comunidad, incorporaron al cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, a los nuevos hijos de Dios, hermanos de Cristo y templos vivos del Espíritu Santo. Los días de la pasión terminaron. ¡Aleluya! ¡Ha resucitado! Y así se dio a conocer en diversos medios y redes sociales.