La Iglesia, como muchas otras instituciones y personas, también es víctima de la pandemia. Así lo afirma en entrevista Mons. Alfonso G. Miranda Guardiola, obispo auxiliar de Monterrey y secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano. No obstante, el catolicismo en esta parte de mundo está robustecido gracias a la experiencia de otras crisis y desastres que han dado herramientas y elementos para seguir adelante y apacentar a millones de fieles. El coronavirus ha transformado las maneras pastorales y ahora, gracias a los modernos recursos tecnológicos, hay una “explosión” de creatividad asequible a millones y que permiten transmitir la fe. A juicio de Mons. Miranda Guardiola, hay optimismo para afrontar el futuro y confianza en el trabajo de los miles de sacerdotes y organizaciones eclesiales dispersas en el centenar de arquidiócesis y diócesis de la geografía nacional: La actual emergencia por coronavirus toma a la Iglesia en un momento particularmente bueno y de fortaleza.
Agradecemos esta entrevista para nuestro portal. ¿Cómo está viviendo personalmente esta crisis del coronavirus?
-Hasta el viernes pasado (20 de marzo) estuvimos trabajando en la CEM en sus puestos y posteriormente todos comenzaron a laborar desde su casa. Un servidor estuvo hasta el martes (24 de marzo) en la CEM en Ciudad de México y a partir del miércoles desde Monterrey en la casa sacerdotal donde vivo, tratando de vincular a toda la Iglesia, diócesis, comisiones, dimensiones, de América Latina y de Roma, Cáritas y todo lo que se pueda hacer…
Sin duda, tiempos difíciles para la Iglesia en los aspectos pastorales, para los fieles ha sido difícil la suspensión de los actos de culto. ¿Qué decirles a estas personas que desean las celebraciones en los templos?
-Es una situación muy compleja que tiene en jaque a todo el mundo, incluyendo a la máxima esfera religiosa católica, el Vaticano, del cual hemos recibido no sólo documentos oficiales, también continuos mensajes y homilías del Santo Padre, gestos donde él solo recorre las calles para orar y tenemos noticias de sacerdotes en Roma confinados viviendo difícilmente la situación. La Iglesia es otra víctima más de esta pandemia a nivel universal y Ella está buscando, en primer lugar, el resguardo y protección sanitaria de todos los fieles; en segundo lugar, por la manera de hacerse presente, si no es posible físicamente en las misas, sí a través de los medios digitales que todos conocemos y aplicar los protocolos de actuación en el caso visitas de enfermos y hospitales donde esto sea posible, de acuerdo con las medidas de seguridad más estrictas. Finalmente, se está desarrollando una gigantesca creatividad pastoral de sacerdotes, religiosas y obispos ante esta emergencia.
La percepción es que estas recomendaciones y protocolos de la CEM para cuidado de los fieles y sacerdotes no son aplicados de manera uniforme en el país. ¿Por qué existe diversidad de criterios para llevarlos a cabo?
Es importante conocer la naturaleza de la Conferencia Episcopal Mexicana. Somos un órgano colectivo, no jerárquico. Nuestra capacidad es de influencia y de acuerdos de asamblea. Fuera de eso, como se ha dicho en los comunicados, es de recomendaciones encarecidas a los obispos para que cada uno, en su autonomía episcopal, tome las medidas en bien de la población de acuerdo con las circunstancias locales. Hemos emitido muchos comunicados desde muy temprana hora tomando las medidas mínimas de años anteriores y, conforme ha ido escalando, enviado recomendaciones más estrictas, la última de ayer (25 de marzo) para todos quienes no hubieran suspendido las misas públicas.
En cuanto a la semana santa, el panorama cambió drásticamente. ¿Qué sugiere la CEM para su celebración?
-En primer lugar, nuestros comunicados oficiales recomiendan a los señores obispos aplicar las medidas de prevención de campo de acuerdo con la Secretaría de Salud Nacional tomando en cuenta las recomendaciones internacionales que nos llegan de todas partes del mundo; en segundo lugar, es importante compartir que, desde el 13 al 23 de marzo, se emitieron 188 comunicados diocesanos después de los nuestros. Según sabemos, nunca en nuestra historia se habían dado tantos. Hoy llevamos casi 150 comunicados de diócesis y de comisiones episcopales en torno al coronavirus. Lo digo por lo siguiente. Queremos marcar criterios generales, de acuerdo con las instrucciones del Vaticano, de cómo celebrar sin fieles. Nuestros comunicados no abarcan explícitamente la semana santa. Obispos y arzobispos han establecido criterios los cuales, la inmensa mayoría, sigue las recomendaciones del Vaticano y las nuestras para celebrar sin la asistencia de fieles. Ese es el criterio común que se maneja en México.
La CEM tiene un buen Observatorio de la realidad nacional. Un punto es el de la prospectiva económica. ¿Cómo afrontará la Iglesia y acompañará a los fieles ante esta difícil situación de la economía en los próximos días?
-Hay que decirlo con honestidad. La Iglesia católica, fundamentalmente parroquias, rectorías o comunidades religiosas, serán afectados como todos los ciudadanos. Las parroquias mismas están siendo muy golpeadas económicamente, con dificultad pueden pagar hoy los servicios o a los empleados si no hay limosnas. Esto lo estamos ya experimentando en diócesis más fuertes como Monterrey y no se diga en otras en lugares más pobres y necesitados. La Iglesia se verá un poco disminuida: no obstante, estamos buscando la forma para mantener abiertos los centros Cáritas que son 73 en México, comedores para pobres, casas de migrantes, dispensarios, todos los lugares donde la gente más necesitada acude. Será una prueba muy difícil para la sociedad y también para la Iglesia que tendrá que sacar lo mejor de sí en todos los aspectos.
La Iglesia, como otras asociaciones, tiene obligaciones y responsabilidades fiscales. Estamos en el tiempo de las declaraciones anuales ante el fisco. ¿La CEM ha tenido algún acercamiento o negociación con las autoridades hacendarias para la prórroga del pago de impuestos?
-Absolutamente negativo, no lo hemos tenido.
En el aspecto espiritual, un aspecto es el de la gente que se siente huérfana al no estar en sus templos. Algunos consideran que los medios virtuales podrían ser contraproducentes y apagar la fe del pueblo ¿Qué opinión tiene al respecto?
-Tengo varios comentarios al respecto. Todos positivos partiendo de una realidad negativa y triste al no poder ir a la Iglesia a orar para recibir los sacramentos, para confesarse o celebrar bautizos, bodas o XV años… Todos lo resentimos y más el pueblo fiel católico, humilde y sencillo. No son acciones que nos gusten, lo hacemos buscando la salud integral del pueblo. En segundo lugar, la noticia positiva es el detonante gigantesco de la creatividad pastoral en el uso de los medios electrónicos para hacer videos, homilías, horas santas, exposición del Santísimo, contacto con los fieles por Whatsapp, llamadas por teléfono a los fieles en estado de necesidad, creación de grupos de escucha vía telefónica, juntas de trabajo episcopales y sacerdotales vía telemática, el contacto con CELAM o Roma. Por otra parte, nos unimos con el Santo Padre en la oración que nos convocó y como Iglesia católica en México, a la Congregación de la Virgen de Fátima en Portugal. El 3 de abril próximo convocaremos a una Jornada Penitencial con ayuno, hora santa penitencial. Será una Jornada Nacional Penitencial para convocar a todo el pueblo santo de Dios en México. Otro adelanto, y lo estamos todavía elaborando, es que, en unión con CELAM, se convocó a todas las conferencias de América Latina a unirnos en oración ante la Virgen de Guadalupe. Nosotros hicimos contacto con el presidente de CELAM y establecimos una fecha en Pascua para hacer un evento latinoamericano donde los países nos unamos en oración, ya veremos un rosario o una misa telemática, esto está por definirse, para postrarnos ante la Virgen de Guadalupe, emperatriz de América, y rogar por el fin de la pandemia.
Quienes están en la primera línea de batalla en el cuidado de los enfermos son los sacerdotes. La CEM ¿ha emitido recomendaciones o protocolos o de qué forma se atenderá a alguno de ellos que atenciones médicos o apoyo tendrán en caso de que alguno enferme de coronavirus en cumplimiento de su deber pastoral?
-Hay un protocolo de la arquidiócesis de Monterrey para la atención de enfermos con las medidas indispensables y de acuerdo con las disposiciones sanitarias locales y nacionales. Por otro lado, la Dimensión Episcopal del Clero, junto con la Dimensión Episcopal de Salud, prepararon tres documentos, un documento madre, junto con un protocolo de atención a enfermos y otro de cuidado sacerdotal ante la pandemia. Están a punto de salir. Por otro lado, los sacerdotes, dependiendo de cada diócesis, tienen un sistema de salud. A nivel nacional tenemos OCEAS (Obra de Clérigos en Ayuda Solidaria) institución sobre la salud de sacerdotes. Hasta donde sé está trabajando y atenderá el caso de quienes lo ameriten.
Por otro lado, en el futuro, las comunidades podrían resentir que la vida de sus comunidades tarde en reponerse o arrancar, que no haya confianza para volver a ellas… ¿Hay optimismo?
-Desde luego que hay optimismo. Por otro lado, como hemos visto, tanto la Conferencia Episcopal como las diócesis han respondido a la emergencia, no sólo de acuerdo con cada fase, en cada día conforme a las noticias que nos llegan. Hemos respondido sin adelantarnos demasiado porque no conocemos el futuro. Los criterios de semana santa se tardaron porque hoy, hace quince días, no sabíamos que iba a pasar. Adelantarnos hasta a mayo, junio, julio o agosto, no está en nuestra capacidad para ver más allá. Tenemos optimismo, sí, alto y fuerte. Estamos activando, a través de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, los temas de salud en general, de migrantes, de las Cáritas, todos los recursos que tenemos para ayudar a la gente.
¿Qué aprenderemos de esta crisis? ¿Cómo ve el obispo auxiliar de Monterrey y secretario general de la CEM este reto que tenemos enfrente y apenas comienza en México? ¿Cómo ver esta pandemia a la luz de la fe?
Pienso lo siguiente. Tengo cuatro años en la Conferencia Episcopal Mexicana, hemos trabajado sin parar prácticamente todo este tiempo. He visto las fortalezas que tiene México y la Iglesia católica. La voz de la Iglesia se une en una sola especialmente en emergencias. Sale a flote toda la solidaridad eclesial, parroquial, como lo fue en los sismos, o bien con las casas de migrantes, en el tema de la trata, de los desaparecidos o la violencia, con nuestras limitaciones, estamos trabajando en eso. Hay una fuerte disposición eclesial que se ha mantenido por muchos años. Siento que la actual emergencia, a nivel eclesial, nos está tomando en un momento bueno, fuerte. Me atrevería a decir que la sociedad nos está tomando en un momento relativamente fuerte. No garantiza nada desde luego, pero tenemos algunos recursos acumulados que hoy habrá que utilizarlos para hacer uso de ellos para enfrentar esto y salir adelante. Finalmente, esto nos ha unido y nos debe unir más como familia mexicana, como Iglesia e iglesias, en la oración, en la esperanza, en la perseverancia, en la sensibilidad y generosidad.
¿Algún mensaje final en esta entrevista?
-Pienso en Italia, en España, en China, en Estados Unidos y otros países que están golpeados fuertemente. Todos lo estamos siendo, pero nuestros ojos deben ver a México y más allá. No podemos quedar en nuestro país sino ser sensibles al sufrimiento de los demás y ver, como familia planetaria, qué debe hacer cada uno y, al mismo tiempo, no dejar de arrodillarnos ante el Señor para suplicarle su ayuda y a la Virgen María para que no nos quite de su manto, no nos quite de su mirada…