Editorial Centro Católico Multimedial. ¡Verdaderamente ha resucitado!

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Editorial CCM / La alegría de esta noticia nos renueva año tras año para recordar el núcleo de nuestra fe y el sentido de ser cristianos. La pasión de Cristo no quedó en el hombre triturado y acabado por la violencia humana, suspendido de la cruz y colgado del madero hasta corromperse; por el contrario, esta tragedia da paso a un acontecimiento excepcional que trasciende los eones en el tiempo y el espacio hasta quie la creación misma esté conmovida. ¡Verdaderamente ha resucitado!

Para muchos, esta frase es hueca y sin sentido. Nada implica ni significa para la vida personal y comunitaria, saber que Cristo ha resucitado. Opacados por el ritmo de la vida que consume la existencia, vivimos en medio de una vorágine de violencia que hace que este país experimente cada día dolor y sin sentido. Es la pasión sin fin de México al cargar su cruz más pesada impuesta por la ambición autoritaria que utiliza el infortunio de millones de pobres que son presa de un sistema agresor e injusto que los ve sólo como botín para burlarse de ellos y conseguir lo que más ambiciona: votos y votos para afianzarse del poder.

Un país que parece regodearse en los infiernos y en la carne de la corrupción en el sepulcro. Vivir sumido en la confusión y la polarización. Ahora, todos los demonios parecen soltarse cuando la ambición por el poder echará mano de todo para conseguir, a como dé lugar, lo que es avaricia y no servicio. México, una nación con raíces cristianas y guadalupanas, vive en los infiernos, consumido y desgastado. Parece claudicar su esperanza para inclinarse a los ídolos de la ambición, el poder, el dinero y la corrupción.

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México debe operar un cambio de mentalidad que no sea de membrete o patrocinado por subliminales propósitos de transformación que esconden detrás mezquinas ambiciones. Desde cada persona, capaz de renovar la realidad completa arrebatándola del poder del egoísmo y maldad. La resurrección de Cristo es acontecimiento capaz de hacer lo impensable. La resurrección del maestro es una realidad que hará nuevas todas las cosas, si nosotros aceptamos que su sacrificio es capaz de dar un rostro distinto a este país, cansado, humillado y burlado por las miles de promesas que, al final, caen en la tierra estéril.

 Cristo no quedó suspendido en la cruz para permanecer al arbitrio de la naturaleza y ser consumido por las fuerzas de la corrupción de la carne. ¡Es verdad! Al tercer día resucitó de entre los muertos, un dogma que es el núcleo de la fe que abre la historia más allá de sí misma.

No busquemos entre los muertos al que está vivo. No es un mero recuerdo o símbolo. Cristo no revivió, ni es una ficción. Es Verdad, Camino, Vida… Es El Resucitado… Capaz de dar un rostro nuevo a cada uno de nostros y a este país, desfigurado por los golpes que no lo han ‘transformado’. Como han afirmado los obispos de México: En la humanidad glorificada de Jesucristo resucitado está también la nuestra. Esta es la raíz de nuestra esperanza; celebrar su Pascua es vibrar con el misterio de su resurrección (PGP 2031-2033 No, 126).

 

 

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