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Arquidiócesis de Guadalajara: «Participar para construir democracia»

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La participación ciudadana es uno de los principios de la Doctrina Social de la Iglesia, que establece que cada uno de los ciudadanos pueden ejercer, de manera libre y responsable, aquellos derechos que implican el trabajo solidario en la búsqueda del bien común.

La participación de los creyentes en la vida pública tiene como propósito mejorar las condiciones sociales, salvaguardar la democracia y la dignidad de la persona. Desde una visión cristiana de la vida, la responsabilidad cívica exige interesarse por las cuestiones sociales que aquejan al país, para generar un diálogo que permita superar los obstáculos para la participación solidaria en comunidad.

Sin embargo, la participación, como principio rector de la democracia ha sido ninguneada por el Ejecutivo Federal, a través de señalamientos, y juicios políticos ante quienes piensan diferente. Los ciudadanos que llevan a cabo acciones en favor de la sociedad en general, fuera del oficialismo, son cuestionados y calificados como aspiracionistas, hipócritas, enemigos del Estado, en resumen, el poder considera que no son ciudadanos con derecho a manifestarse.

En Fratelli Tutti, la encíclica sobre la fraternidad y la amistad social, el Papa Francisco señala que “el diálogo necesita ser enriquecido e iluminado por razones, por argumentos racionales, por variedad de perspectivas, por aportes de diversos saberes y puntos de vista que no excluyen la convicción de que es posible llegar a algunas verdades elementales que deben y deberán ser siempre sostenidas”.

Y advierte que el populismo implica el abatimiento de la noción de pueblo como noción simbólica donde el sector populista se auto denomina pueblo e “inmediatamente convierte a los que están fuera de ella en enemigos, en el mal que debe ser destruido”.

En México, la participación ciudadana hizo posible la creación del Instituto Nacional Electoral que, aún con muchas imperfecciones, ha sustentado nuestra “democracia germinal”, inacabada y, por momentos, en permanente transición democrática.

La masiva marcha en defensa del INE demostró la preocupación de la sociedad de este momento histórico, de saber si los ciudadanos, en esta reforma político-electoral, tendremos la posibilidad de elegir los candidatos que den la confianza para ejercer imparcial y profesionalmente las tareas de árbitro electoral.

La ciudadanía tiene serias dudas en esta reforma político-electoral; por eso, es necesario escuchar las preocupaciones válidas de la sociedad y ofrecer respuestas por parte del partido que gobierna.

Vivir la democracia es participar intentando siempre hacer un camino juntos, para resolver pacíficamente los conflictos, aspirar siempre al bien común. Vivir la democracia es participar con un respeto profundo a la pluralidad, y no denostar todo lo que no vaya de acuerdo a un solo modo de pensar.

Ahora, más que nunca, se necesita nuestra participación en la vida pública. Hay muchos acontecimientos en la sociedad que, si no se les cuestiona, podría desvanecerse ante nosotros la posibilidad de un entorno democrático empujado por ideologías sociales que impiden la construcción del bien común. Si no seguimos participando, la voz de los cristianos en nombre de todos y en especial de los pobres y vulnerables será callada.

Para nosotros los ciudadanos, vivir la democracia es aceptar que pensamos y somos diferentes, que tenemos diversas visiones y proyectos que pueden complementarse e interactuar.

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