Ortega y los obispos que atacan al Papa Francisco, ‘Debates en torno a la fe’ de Léonard, guerra civil en el Vaticano.

PHD135637 The Angel Wakes St Peter, from 'The Liberation of St Peter' in the Stanza d'Eliodoro, 1512-14 (fresco) (detail) (see 135638-9) by Raphael (Raffaello Sanzio of Urbino) (1483-1520); Vatican Museums and Galleries, Vatican City; Italian, out of copyright.
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Empezamos otra semana informativa con gran fuerza. En el ángelus del domingo seguimos con ‘esfumaturas jesuíticas’: “Las normas religiosas son útiles, son buenas, pero son solo el comienzo: para cumplirlas es necesario ir más allá de la letra y vivir su sentido”.  “Los mandamientos que Dios nos ha dado no deben estar encerrados en las cajas fuertes asfixiadas de la observancia formal, de lo contrario quedamos en una religiosidad externa y desprendida, servidores de un ‘dios maestro’ más que hijos de Dios Padre».

Al fin hemos escuchado una tímida condena a los hechos de Nicaragua: “Aquí no puedo dejar de recordar con preocupación al obispo de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez, a quien tanto quiero, condenado a 26 años de prisión y también a las personas que fueron deportadas a Estados Unidos”.  En Nicaragua las cosas son tristes con un gran sufrimiento de la población:  “Estas personas son víctimas de la política imperialista, que los envía a buscar cómo destruir la paz de un país”. Algo tenía que decir el Papa Francisco, lo que ha dicho es lo que hemos oído, ni más ni menos, hay casos en los que el silencio es mucho más digno,  si no fuera por la tradicional complicidad con los amigos de ‘Sao Paulo’. Ortega cuenta que  su esposa, la Murillo, elaboró la lista y  tras un «operativo extraordinario», el traslado de presos por autobús al pie del avión, el avión finalmente despegó. Ortega se siente muy respaldado por el Papa Francisco y critica a los obispos de Nicaragua: “Incluso atacan e insultan al Papa”.

Vivimos un tiempo en el que nos invaden libros de firmas sonoras. Lo cierto es que, independientemente de que contienen datos siempre interesantes, suena al derecho al pataleo. Son muchos los que antes de dejar este mundo quieren dejar su conciencia tranquila y poder decir en el cercano juicio ante Dios que hicieron lo que pudieron. Con la disculpa de un libro autobiográfico se nos cuenta muchas apreciaciones del tiempo en que vivimos. El de hoy es del arzobispo Léonard, que fue de Bruselas y ex primado de Bélgica. El título: «L’Eglise dans tous ses états: 50 ans de débats autour de la foi», «La Iglesia en todos sus ‘estados’: 50 años de debates en torno a la fe», en el que ofrece un análisis  de los acontecimientos que han tenido lugar en la Iglesia durante las últimas cinco décadas, desde las derivas teológicas y pastorales que marcaron el período posterior al Vaticano II hasta los debates actuales en torno al Sínodo sobre la Sinodalidad y los diversos escándalos de abuso sexual que han surgido durante estos años. Sus puntos de vista ortodoxos sobre asuntos de fe y su franqueza le han valido la ira de la prensa belga e incluso de las Femen, ligeras de ropa,  por equiparar la homosexualidad a un “bloqueo en el desarrollo psicológico normal” en una entrevista de 2007.

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Miembro de la Comisión Teológica Internacional de 1987 a 1991, lo que lo llevó a numerosas reuniones con su entonces presidente, el cardenal Joseph Ratzinger y  se le encomendó la redacción de la encíclica Fides et ratio de Juan Pablo II de 1998. Tenemos entrevista con motivo de la publicación que no tiene desperdicio: «los textos del Concilio son objetivamente irreprochables en cuanto a su contenido, pero en las intenciones de ciertos editores o expertos pudo haber, a veces, una ambigüedad deliberada que luego permitió una interpretación tendenciosa. Mi obispo de entonces, que justamente luchó para que la constitución Lumen Gentium no empezara por la jerarquía, sino por el misterio, es decir, por la realidad profunda de la Iglesia, y por el Pueblo de Dios en su conjunto- me expresó, algunos años después, su pesar porque este enfoque se había interpretado de una manera que no estaba en consonancia con la misión de la Iglesia, que este enfoque se había interpretado como en el modelo de las democracias políticas, la autoridad doctrinal de los obispos les venía de abajo y no de Cristo, y se sospechaba que esta falaz interpretación del orden de los capítulos era una intención oculta de ciertos expertos».

En una serie de cuestiones doctrinales, como el sacerdocio femenino, el matrimonio de los sacerdotes y la bendición de las parejas homosexuales. ¿Crees que las enseñanzas de la Iglesia sobre estos temas están realmente amenazadas en la actualidad? «¡Sí, esta amenaza existe! Está ya presente en una pastoral que se aparta de puntos esenciales de la fe católica, como el sacerdocio masculino, la representación del Esposo (¡masculino!) de la Iglesia, Cristo, el alto valor del celibato sacerdotal en Occidente, y la complementariedad de hombre y mujer en matrimonio. Por desgracia, me temo que muchas de las solicitudes expresadas en el “Sínodo sobre la sinodalidad” ¡qué redacción tan abstrusa! — buscará socavar o relativizar estas realidades vitales».

Sobre el abuso sexual en Bélgica usted denuncia el uso del término “sistémico” para describir este fenómeno dentro de la Iglesia.  ¿Por qué es tan problemático este término?  «Me parece inapropiado considerar todo abuso sexual como “sistémico”, es decir, cuando es cometido por clérigos, como ligado a la naturaleza o funcionamiento del mundo clerical o consagrado; pues, en este caso, todos los sacerdotes y frailes, habiendo pasado por un cierto “molde” durante su formación, el número de abusadores debería ser muy alto, cuando en realidad, y afortunadamente, sigue siendo una minoría muy pequeña. Además, dado que la mayor parte de la violencia sexual tiene lugar dentro de la célula familiar (y cometida por padres, padrastros, abuelos, tíos, hermanos, primos), diremos que, aquí nuevamente, el problema es “sistémico” y que es “la familia”. ¿Cuál es la causa de todos estos males? Temo, pues, sin poder probarlo, que la intención secreta —quizás inconsciente— del Informe Sauvé fuera poner en tela de juicio el celibato sacerdotal y el compromiso con la vida consagrada».

Sobre los recuerdos de Benedicto XVI: «Recuerdo sobre todo la cortesía y la inmensa cultura e inteligencia. Durante las sesiones de la comisión, no intervino mucho en nuestros debates. Pero por la tarde nos ofrecía una síntesis de los pensamientos expresados en varias direcciones durante el día y trazaba caminos precisos para el trabajo del día siguiente. Como su amigo Hans Urs von Balthasar, dominó el arte de la profundidad combinado con la concisión. En su tiempo libre, siempre nos recibiría, si lo deseábamos, para un intercambio personal de rara sencillez. Y tuvimos la sensación de encontrarnos con un viejo amigo».

Su principal aportación a la Iglesia contemporánea: «opuesto a toda forma de relativismo, comprometió su obra teológica con la verdad objetiva de la revelación bíblica y la tradición apostólica, sin compromiso, pero con todos los matices necesarios en la expresión de tal verdad. Y, en el plano práctico, sabía que no se puede forzar la verdad, que solo será efectivamente recibida desarrollando una pedagogía que con paciencia conduzca a ella». «Toda la cultura contemporánea —o la falta de ella— estando impregnada de este relativismo, justamente denunciado por Benedicto XVI, es inevitable que la llama viva de la vida cristiana pierda su vigor».

Afortunadamente,  existen centros de vida cristiana, movimientos llenos de ardor evangélico, dispuestos a anunciar la belleza de Cristo en las buenas y en las malas, sin dejarse desanimar por aquellos (incluso los obispos) que sermonean incansablemente: “Sobre todo, no ¡convertir!» Desacreditan a San Pablo, el que fue el mayor prosélito de la historia de la Iglesia, el que habló y actuó para permitir que el mayor número de personas se “acerque” a Cristo. Esto es lo que significa la palabra griega prosélito: “el que viene a”.

Vemos estos días muchos titulares hablando de un clima de «guerra civil», en un momento en que la Iglesia Católica está inmersa en un enfrentamiento sobre cómo encarar  su futuro. Muchos, dicen que del ala conservadora de la Curia, el sentimiento es muy generalizado, se han quejado durante mucho tiempo de que el Papa Francisco  es autoritario y demasiado centrado en cuestiones pastorales en detrimento del rigor teológico.  George Pell, no se acallan las voces sobre las circunstancias que rodearon su muerte,  describía el pontificado actual como una «catástrofe» y, entre otras cosas, criticaba los «graves fracasos» de la diplomacia vaticana bajo su mandato. Müller con su libro echó leña al fuego explicando la «confusión doctrinal» del Papa Francisco y criticó la influencia de un «círculo mágico» a su alrededor. El mismo Papa Francisco dijo a los periodistas en su avión de regreso desde Sudán del Sur el domingo pasado que sus críticos habían «explotado» la muerte de Benedicto XVI: «gente sin ética, es gente que pertenece a un partido, no a la Iglesia”.

El Papa Francisco se postula con el ‘capo’ de la iglesia mundial deseada por loso nuevos órdenes, su compromiso es aglutinar a los alejados que,  sin cambiar su creencias, entraran a formar parte de una especie de fraternidad diluida. En este contexto no puede permitirse pasar a la historia como el que ha dividido ‘su’ iglesia y tiene que llevarla por el ‘buen camino’. Las ovejas están muy encabritadas y no lo tiene fácil.  La guerra  civil en el seno de la Iglesia continuará hasta el último día del pontificado.  Con el sínodo, que debe concluir en 2024, «veremos el peso de las diferentes corrientes dentro de la Iglesia» y los  críticos del Papa Francisco están convergiendo en una «corriente de pensamiento capaz de influir en el próximo cónclave» y, por extensión, en el próximo papado.

«…se presentaron los fariseos y se pusieron a discutir con Jesús; para ponerlo a prueba, le pidieron un signo del cielo».

Buena lectura.

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