Esto no hay quien lo pare. El Papa Francisco ha utilizado la vieja táctica del miedo para acallar las voces discrepantes y eliminar toda posible oposición de sus presuntos ‘enemigos’. Desde Becciu a Burke todo es posible, se actúa con absoluta arbitrariedad y así se hace ver que cardenal que se mueve se elimina, al más puro estilo marxista. En otros niveles, basta recordad al secretario de Benedicto XVI, a la lista de obispos misericordiados, o al Opus Dei, para que todo el mundo permanezca callado ante cualquier aberración. Como si de una secta se tratase, no es posible discrepar del jefe, se paga con la vida, pero todavía nos quedan algunos, pocos, mártires que no callan y defienden lo que creen y con argumentos.
«El Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la fe (DDF), con la declaración Fiducia supplicans (FS) sobre el sentido pastoral de las bendiciones, ha realizado una afirmación inaudita en la enseñanza de la Iglesia católica. Pues este documento afirma que es posible a un sacerdote bendecir, no litúrgicamente sino privadamente, parejas que viven la sexualidad fuera del matrimonio, incluidas parejas del mismo sexo. Las múltiples preguntas de obispos, sacerdotes y fieles laicos que han surgido ante estas afirmaciones merecen una respuesta clara y distinta. ¿No está esta afirmación en directa contradicción con la doctrina católica? ¿Está obligado el fiel a aceptar esta nueva enseñanza? ¿Está permitido al sacerdote cumplir este tipo de bendiciones privadas recién inventadas? ¿Y puede prohibirlas el obispo diocesano en caso de que se dieran en su diócesis?».
«El documento en cuestión, que la asamblea general de cardenales y obispos de este Dicasterio no discutió ni aprobó, reconoce que la hipótesis (¿o enseñanza?) que propone es completamente nueva, y que se basa sobre todo en el magisterio pastoral del Papa Francisco». «La dificultad de bendecir la unión es especialmente clara en el caso de la homosexualidad. Pues la bendición, en la Biblia, tiene que ver con el orden creado por Dios, que Él vio que era bueno. Este orden se apoya en la diferencia sexual de hombre y mujer, llamados a ser una sola carne. La bendición de una realidad que se opone a la creación, no solo no es posible, sino que constituye una blasfemia».
«La otra pregunta que nos hacíamos era si un sacerdote puede aceptar bendecir estas uniones, algunas de las cuales coexisten con el matrimonio legítimo o en las que no es infrecuente cambiar de pareja. Lo podría hacer, según FS, con una bendición pastoral, no litúrgica ni oficial (tipo «c»). Esto significaría que el sacerdote tendría que dar estas bendiciones sin actuar en nombre de Cristo y de la Iglesia. Pero esto implicaría no actuar como sacerdote. De hecho, estas bendiciones tendría que hacerlas, no como sacerdote de Cristo, sino como quien ha renegado de Cristo. Pues el sacerdote que bendice estas uniones está presentándoles, con sus gestos, como un camino hacia el Creador. Por tanto, comete un acto sacrílego y blasfemo contra el designio del Creador y contra la muerte de Cristo por nosotros para llevar a plenitud el designio del Creador. Esto implica también al obispo diocesano. Este, como pastor de su Iglesia local, está obligado a impedir que estos actos sacrílegos sucedan, o se haría partícipe de ellos y renegaría del mandato que le dio Cristo de confirmar en la fe a sus hermanos».
«Y no es prueba de una sana hermenéutica que los defensores valientes de la doctrina cristiana sean tachados de rigoristas, más interesados en el cumplimiento legalista de sus normas morales que en la salvación de personas concretas. Porque esto es lo que dice Jesús a la gente corriente: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera»
Interesante artículo que entre en el verdadero fondo de la situación que estamos viviendo. ¿Estamos ante declaraciones formales de cisma?. No hay dos cismas iguales y no podemos imaginar como serían los anteriores en nuestros tiempos. La situación en la que estamos, si no es un cisma, o se le parece mucho. Con la publicación de la Declaración Fiducia Supplicans, el Vaticano parece respaldar que las parejas en «situaciones irregulares» reciban bendiciones que no «validan su estatus». «En definitiva, una especie de invitación a evadir la doctrina, para evitar cualquier disgusto que pueda surgir de la condena por parte de la Iglesia de actos que no respetan la ley divina. Se podría pensar que el Dicasterio para la Doctrina de la Fe permite (¿alienta?), de este modo, al clero a mantener una especie de pureza ritual, afirmando que no ha tratado la unión homosexual como un matrimonio, mientras que a los ojos del mundo ha hecho exactamente esto».
«…dispersa a los soberbios de corazón…»
Buena lectura.
Está en pecado mortal por haberlo firmado, difundido y corroborado como «no rígido».
«Vuestro trabajo aquí en el Vaticano se realiza principalmente en la clandestinidad diaria». ¿Será «cotidianeidad»?