Lunes post Venecia, llevábamos meses, siete, sin que el Papa Francisco saliera de Roma. En este periodo se han multiplicado audiencias en casa a todo lo que se mueve para dar imagen de actividad. Este corto viaje de cinco horas era la prueba de fuego en cuanto a la resistencia del Papa Francisco y en cuento a la operativa, con un papa que ya no da un paso. Todo muy medido , muy controlado y todo muy ausente de fieles. Una ciudad como Venecia, con casi 900,000 habitantes, sin contar los turistas que la inundan cada día, y con una comarca, el Veneto, con casi cinco millones, ha estado ausente de la visita del Papa Francisco. La televisión del Vaticano es la que controla la imágenes y lo hace muy bien, son buenos profesionales, Venecia es una ciudad elegante, cualquier imagen es bella, pues ni por esas.
Entre las características del peronismo, The Wanderer, nuestro experto en argentinidades, nos alertaba de la «incomodidad con la excelencia»: la» liturgia es low cost», el «triunfo oficial de lo vulgar». Es la mejor definición de lo que hemos visto en Venecia, es de lo que va quedando de los otrora arrolladores viajes pontificios. Estas cinco horas son el ejemplo visible de como se puede vulgarizar incluso la excelencia veneciana.
Visita a la cárcel, 80 residentes, el Papa Francisco se queja, en un patio semi vacío, de que las cárceles están ‘sobre ocupadas’. Las reclusas ofrecieron como regalo al Papa Francisco un cesto con algunos de los productos que elaboran: «jabones naturales y un baño de burbujas». Hasta el Papa Francisco se sintió un poco incómodo con la inocente ocurrencia: «¿Debo maquillarme?». Inauguración del pabellón de la bienal de la Santa Sede en una especie de hangar con las autoridades y artistas. Encuentro con jóvenes, dicen que 1.500, nuestra imagen de hoy corresponde a este acto, mal contados no llegan a 500.
Y terminamos con la extraña Misa en la plaza de San Marcos. Como su nombre indica, esta plaza se orienta a la basílica que le da nombre como centro visual de todo el conjunto. Con forma de ‘L’ la plaza y la piezzetta, no son excesivamente grandes, pero tienen una digna capacidad. No sabemos quien ha decidido que mejor San Marcos de espalda y el altar se ha situado en el fondo de la plaza, la piazzeta, casi tan grande como la plaza, vacía. Suprimidas todas la misas dominicales de Venecia y ni por esas, los fieles han optado por dar las espaldas a la visita. Nos dicen que 10.000, vistas la imágenes, con sillas vacías, nadie de pie, muchos pasillos, es como para dudarlo. Por cierto, la plaza no es gigante, pero un coche normal entra sin dificultad, el enorme Papa Francisco apareció en un pequeño coche de glof, ocupado por cuatro apretadas personas, el conductor del artilugio, el ¿enfermero? de turno y el pobre obispo de Venecia, todo un patriarca, colgado encima de una especie de extensión trasera.
Venecia está acostumbrada a los Pontífices: muchos la han visitado y hubo varios Papas que gobernaron la diócesis, que tradicionalmente se llama Patriarcado, como Juan XXIII y Juan Pablo I. En las intervenciones del Papa Francisco no podía faltar la ‘profesión de fe’ en el cambio climático: «Si hoy miramos a esta ciudad de Venecia, admiramos su encantadora belleza, pero también nos preocupan los numerosos problemas que la amenazan: el cambio climático, que tiene un impacto en las aguas de la laguna y en el territorio; la fragilidad de los edificios, de los bienes culturales, pero también de las personas; la dificultad de crear un entorno a escala humana mediante una gestión adecuada del turismo y también todo lo que estas realidades corren el riesgo de generar en términos de relaciones sociales desgastadas, de individualismo y de soledad».
Con los discursos oficiales del Papa Francisco no hay ningún tipo de problema, están limados y revisados por un buen equipo de redacción y traducción. Cuando entramos en el género entrevista empiezan los problemas, ya demostrado que siempre. Hace sólo unas semanas el pontífice, en su catequesis sobre la justicia, recordaba que el hombre justo «tiene cuidado de no emitir juicios imprudentes hacia los demás, defiende la fama y el buen nombre de los demás». Debe haber olvidado sus propias catequesis y en la reciente entrevista concedida a la televisión estadounidense CBS llamó textualmente necio, en español (estúpido, loco, sin sentido) a quienes no creen en el cambio climático. El relativismo reina sobre las cuestiones de fe, pero en cuestiones de (pseudo)ciencia, el Papa demuestra cada vez más una actitud no sólo dogmática sino también despectiva hacia quienes intentan no apagar sus cerebros. ¿O tal vez la intención del Papa no era tan ofensiva, dado que, según él, incluso Jesús, a veces, «se comporta un poco como un idiota»?
Los hay que ya están hartos de tan pocos y repetidos argumentos tan infantiles y utilizan palabras gruesas, no es nuestro estilo. Hartos, hasta eso…, «de Parolin, de los jesuitas herejes tipo James Martin, de los teólogos ateos, de los religiosos apóstatas, de los que sueñan con un cisma que expulsara a los católicos tradicionales de la Iglesia. Ellos mismos se han inventado el término «sinodal» para calificar a su Iglesia. Pero para nosotros la Iglesia es y será siempre Una, Santa, Católica y Apostólica».
«Parolin, se atreve a hacer de un Nostradamus redivivo y afirma sin ponerse ni ‘colorao’ que las reformas de Francisco son acción del Espíritu Santo y que no puede haber marcha atrás. Considera que estamos ante «procesos irreversibles». ¿Procesos irreversibles? Para Dios nada hay irreversible y es Él quien gobierna la verdadera Iglesia: no Parolin ni la banda de herejes que conspiran en el Vaticano. La Virgen, el La Salette, predijo que Roma perdería de fe. Y la ha perdido».
Esa es la Iglesia que (…) no soporta que se comulgue de rodillas, la de los ministros y ministras extraordinarios (que no sé qué tienen de extraordinarios). Esa es la Iglesia que acaba de abrir la ventana de Overton con la bendición de parejas homosexuales para llegar en cuatro días al matrimonio sacramental de quienes practican el vicio abominable de los sodomitas, que siempre fue y sigue siendo uno de los pecados que claman al cielo».
«Müller nos pone sobre aviso: «No dicen abiertamente lo que quieren decir. No pueden decir abiertamente: “Queremos contradecir la Palabra de Dios”. Pero están introduciendo una nueva hermenéutica con la que quieren reconciliar la Palabra de Dios con estas ideologías anticristianas». «Pero no podemos reconciliar a Cristo y el Anticristo. Esta ideología homosexual, ‘LGBT’ es, en esencia, una ideología anticristiana. Es el espíritu del Anticristo el que habla a través de ellos».
Y terminamos con Santa Catalina de Siena, hoy es su fiesta, que nos recomendaba: «Hemos recibido suficientes exhortaciones para guardar silencio. Grita con mil lenguas: veo que el mundo está podrido a causa del silencio». “Di la verdad en un millón de voces. Es el silencio lo que mata». En su primera carta a Gregorio XI: «¡Ay de mi, dulce padre mío, os digo y suplico que vengáis a desbaratar con vuestras dulces manos a nuestros enemigos! De parte de Cristo crucificado os lo digo: no queráis creer a los consejeros del demonio, que desearían impedir tan santa y buena determinación. Sedme hombre viril y no tímido. Responded a Dios que os llama que vengáis a tener y poseer el lugar del glorioso pastor San Pedro, cuyo vicario sois»
«Y alzad el estandarte de la santa cruz: que como por la cruz fuimos librados (así dice San Pablo), así alzando este estandarte, que me parece refrigerio de los Cristianos, seremos librados nosotros de la guerra y división y muchas iniquidades, y el pueblo infiel de su infidelidad. Y procediendo de este modo vendréis y obtendréis la reforma de los buenos pastores de la Santa Iglesia. Devolvedle el Corazón, que ha perdido, de la ardentísima caridad, pues tanta sangre le han absorbido los inicuos devoradores, que está del todo desvanecida».
«Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él»
Buena lectura.
«La Virgen, el La Salette, predijo que Roma perdería de fe.» Esa parte del mensaje de La Salette no ha sido aprobada por la Iglesia.