Hemos librado el Jueves Santo. Esto es un sin vivir, se nota la tensión, se hace guardia esperando que en cualquier momento todo, todo, se puede complicar. El Papa Francisco, contra viento y marea, se ha empeñado en seguir con la agenda como si nada pasará. El día de ayer con Misa Crismal de mañana, en San Pedro, y in coena domini por la tarde, en la cárcel de Rebibbia de Roma, en le pabellón de reclusas, así no hay duda en el lavatorio y todas eran aguerridas féminas.
Seguimos con preguntas sin respuesta ante la clara actitud del Papa Francisco de evitar una presidencia ‘normal’ en las funciones litúrgicas. Siempre tenemos un dolor de cabeza, un malestar de estómago o un dolor meteoropático en las rodillas. Solo tenemos ausencia de respuestas aceptables a la pregunta: ¿por qué lo hace, o más bien no lo hace? Las imágenes de San Juan Pablo II desplomado de dolor ante la cruz y afásico siguen vivas en la memoria. El mal de ‘la rodilla de la lavandera’ que se agrava cuando tiene que hacer una genuflexión ante Nuestro Señor, pero se evapora cuando tiene que lavarle los pies a un preso transexual.
En la Misa Crismal el Papa Francisco ha leído íntegramente la homilía y como era de esperar, el Papa Francisco abroncó a sus sacerdotes. Después de once años no nos causa sorpresa: evitar la «hipocresía clerical», actitudes de «superioridad», «juicios duros», «durezas y recriminaciones», «egoísmos y ambiciones», «rigidez e insatisfacción». Pide a los sacerdotes que no asuman «juicios despectivos sobre los que no creen, sino amor y lágrimas para los que están lejos».
Alguno de los artículos de hoy nos ofrecen imágenes, no las verán en los medios oficiales, de sillas vacías en San Pedro. En esta celebración son asistentes habituales los centenares de sacerdotes que estudian en Roma, menos presencia, mucha menos, del clero romano. Llorar por nosotros mismos “no significa sentir lástima de nosotros mismos, como muchas veces estamos tentados a hacerlo”. «Esto sucede cuando estamos decepcionados o preocupados por el incumplimiento de nuestras expectativas, por la incomprensión de los demás, tal vez de nuestros hermanos y superiores. O cuando, por un extraño y malsano placer del alma, nos encanta insistir en los agravios que hemos recibido para compadecernos de nosotros mismos, pensando que no hemos recibido lo que merecíamos e imaginando que el futuro sólo puede reservarnos continuas sorpresas negativas».
«Llorar por nosotros mismos es arrepentirnos seriamente de haber entristecido a Dios con el pecado; es reconocer que siempre estás en deuda y nunca en crédito; es admitir que he perdido el camino de la santidad, al no haber mantenido la fe en el amor de aquel que dio su vida por mí. Es mirar dentro de mí y quejarme de mi ingratitud y de mi inconstancia; es meditar tristemente sobre mi duplicidad y falsedad; está descendiendo a las profundidades de mi hipocresía». «La hipocresía clerical, esa hipocresía en la que tanto caemos: cuidado con la hipocresía clerical”.
Y nos vamos al patio de la cárcel, en una carpa blanca, el papa Francisco presidió, y ‘concelebró’, con el maestro de ceremonias y repitió el gesto simbólico de lavar los pies a doce prisioneras. En silla de ruedas, empujado por su asistente, el Papa se acercó a una plataforma de un metro de altura sobre la que estaban colocados doce taburetes en los que se sentaron las mujeres vestidas con monos y zapatillas de deporte. La homilía fue improvisada y muy breve, la voz parecía buena aunque cansada. Por primera vez desde el inicio de su pontificado, en 2013, el Papa Francisco ha escrito de su puño y letra las meditaciones del Vía Crucis de está tarde en el Coliseo. Se mantiene su asistencia a pesar de mal pronóstico del tiempo.
La fiducia Supplicans no nos deja ni en la Semana Santa. Además de resultar profundamente divisiva dentro de la Iglesia católica, también tiene graves efectos negativos en el diálogo interreligioso. El 25 de marzo fue publicado en el sitio web oficial del Patriarcado de Moscú el documento titulado “Sobre la actitud ortodoxa ante la nueva práctica de bendecir a las “parejas en situación irregular y a las parejas del mismo sexo” en la Iglesia católica romana”. El texto, elaborado por recomendación del Patriarca Kirill por la Comisión sinodal bíblico-teológica, presidida por Ilarion, metropolitano de Budapest y Hungría.
“Las ideas expresadas en la declaración ‘Fiducia supplicans’ representan un alejamiento significativo de la enseñanza moral cristiana y requieren un análisis teológico». «El amor de Dios por el hombre lo llama a alejarse del pecado que destruye su vida. Por consiguiente, la solicitud pastoral debe combinar armoniosamente una indicación clara de la inadmisibilidad de un estilo de vida pecaminoso con el amor que lleva al arrepentimiento». “La declaración no dice nada sobre la lucha contra el pecado, sobre la renuncia a estilos de vida pecaminosos o sobre la asistencia pastoral al creyente para vencer el pecado. El texto de la declaración está redactado de manera que se pueda deducir que un estilo de vida pecaminoso no constituye un obstáculo para la comunión con Dios. La declaración Fiducia supplicans guarda absoluto silencio sobre el sacramento de la Penitencia como fuente necesaria de gracia divina para todos aquellos que desean corregir en su vida todo lo que no se ajusta a la voluntad de Dios».
Aunque la declaración ‘Fiducia supplicans’ es un documento interno de la Iglesia católica, la Iglesia ortodoxa rusa considera que es su deber responder a innovaciones tan radicales que rechazan las normas de la moral cristiana divinamente reveladas. La Iglesia, que acoge con amor maternal y con indulgencia a cada pecador que pide su bendición, no puede en modo alguno bendecir a las «parejas del mismo sexo», ya que esto significaría el consentimiento de facto de la Iglesia a una unión de naturaleza pecaminosa».
Entrevista de Becciu concedida al periódico alemán Die Zeit titulada «Mi inocencia me consuela». Es fácil ver como se refiere continuamente al Papa Francisco sin nombrarlo, es un hombre de la casa y conoce muy bien las sutilezas cortesanas. «Quien haya pronunciado la sentencia sabe muy bien que ni un solo centavo del acuerdo de Londres terminó en mi bolsillo, y también sabe que no tengo ninguna propiedad excepto un viejo Mazda del 2001». «Algunos de los juristas más prestigiosos de Italia han hecho duras críticas sobre el proceso. Pienso sobre todo en el cardenal Herranz y en los profesores universitarios Paolo Cavana y Geraldina Boni». «Quiero que el proceso de apelación demuestre mi inocencia. Para aclarar de una vez por todas los orígenes de este asunto, espero también que se desclasifiquen las declaraciones de los testigos, en particular los más de cien chats oscurecidos entre el Promotor de Justicia del Vaticano y un testigo».
Becciu recuerda que, como sustituto, era «responsable de diecisiete departamentos, uno de los cuales administraba los fondos de la Secretaría de Estado». «Trabajamos juntos en un clima de confianza. La tarea de esta oficina administrativa era proponer inversiones, mientras que la mía era dar la aprobación final. Yo siempre aceptaba las propuestas que me presentaban. Nuestro deber era trabajar a favor de la Santa Sede, y nuestros expertos eran estimados por todos».
«No soy responsable de ninguna pérdida, ya que actué con la autorización de mis superiores, siguiendo el procedimiento estándar de la Secretaría de Estado. ¿Y por qué una inversión, incluso si es incorrecta, debería ser considerada un delito? ¿Por qué me condenaron?”. La acusación de haber utilizado el dinero destinado a la liberación de una monja con fines ilícitos es «absurda y ofensiva». «Estoy sufriendo y lo que más me duele es pensar que el Papa Francisco podría creer aunque sea por un minuto que le mentí».
Zuppi está en horas muy bajas y recurre a entrevistas en su televisión, la Tv2000 de los obispos italianos, esperando resucitar. Sobre los conflictos abiertos en Ucrania y Oriente Medio «las palabras del Papa son claras, inequívocas y exigen para todos que la comunidad internacional las tome más en serio». “La Santa Sede tiene una actividad de persuasión, de convicción, de escucha y de capacidad de contacto. Esto es lo que el Papa quiere para Ucrania. No hay un plan de paz pero sí una gran preocupación. Debemos hacer todo lo posible e impulsar una preocupación convergente de la comunidad internacional. La comunidad internacional encontrará de diversas maneras el marco posible para la negociación». “Diálogo no significa no decir cosas, de hecho, es la verdadera manera en que se pueden decir y también entender las cosas”.
La Iglesia es y sigue siendo romana, incluso si Roma estuviera, Dios no lo quiera, infestada de fieras y demonios, porque Roma es Roma. En esta Semana Santa, a quienes estén tentados a huir, Jesús se les aparece en la Vía Apia, como se apareció a San Pedro. ¿Quo vadis, Domine ? preguntó el primer Papa. Eo Romam, iterum crucifigi . Voy a Roma para ser crucificado otra vez. Y San Pedro, que huía, regresó.
Aunque Roma es Roma nos vamos un poco lejos para terminar, nuestra imagen de hoy, de Sorolla, sirva de homenaje a los miles de cofrades españoles que pasan una semana Santa pasada por agua, acompañada de la Saeta del inolvidable Machado:
«¿Quien me presta una escalera,
para subir al madero
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?»
«¿A quién buscáis?»
Buena lectura.