EL ORDEN O EL CAOS

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EL ORDEN O EL CAOS

Hace unos años publiqué un estudio acerca de “la anomia argentina”, relativo a dos cuestiones importantes: la inflación normativa (leyes, decretos, ordenanzas), por una parte, en aumento, e inobservancia de las mismas, por otro. Nos debatíamos en un caos fáctico.

Pero ahora, la situación es peor, el caos se incrementa alimentado desde el poder. Después de la derrota electoral a nivel nacional, los restos del régimen de Alí Babá y los cuarenta ladrones se atrincheró en la Provincia de Buenos Aires, bajo la conducción del gobernador Kicillof y es recomendable remitirse a su filosofía, recordada no hace mucho por la presidente de la Academia Argentina de Letras, Alicia María Zorrilla.

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A ella le preguntaron en un reportaje qué le había parecido el planteo de Kicillof a los estudiantes convocándolos a que hablen como quieran. La respuesta es muy clara: “Me pareció una falta de responsabilidad, sobre todo porque les estaba hablando a chicos de nueve o de diez años que estaban atentos a la palabra del gobernador. Por supuesto cada uno de esos niños tiene una familia y en la familia debe comenzar el estímulo a hablar bien. Pero no todas las familias tienen la formación para guiar a sus hijos. Cuando digo guiar, digo educar, porque educar significa conducir… Siempre digo que la primera escuela es la familia” (“La Nación”, 23 de julio de 2022).

El “hablar como quieran” remite al “hagan lo que quieran”, porque se busca la anomia, acabar con las normas, con las reglas, necesarias para cuidar la lengua, centro de la cultura.

Luego se queja porque cada vez se devalúa más la palabra y existen algunos que quieren hacer de esta sociedad una Babel… porque si cada uno habla como quiere caemos en el caos.

Hoy abundan los “derechos” que se proclaman a los cuatro vientos; sin embargo, todos tenemos un derecho fundamental, muchas veces olvidado: a ser bien gobernados; en la misma línea, afirma Zorrilla; “los niños y los adolescentes tienen derecho, desde el nivel inicial, a recibir una buena formación lingüística. El alumno necesita ejemplaridad”.

Preguntada acerca del lenguaje inclusivo, responde: “No es lenguaje. Es una invención innecesaria, porque tenemos un masculino genérico que comprende a todos los seres humanos, sea cual fuere el sexo”.

Respecto al vínculo entre lenguaje y ética, señala que están unidos, “Yo digo que la comunicación es un arte cuando uno se expresa con verdad (que implica también corrección), con belleza y con inteligencia. Comunicar significa compartir, intercambiar. ¿Qué podemos compartir e intercambiar si alteramos el lenguaje?”

El cuidado del lenguaje mueve al respeto, porque sin respeto no hay comunicación. Destaca Zorrilla que “en los diálogos uno debe ser correcto, primero por  respeto a uno mismo y después por respeto al otro.

Recuerda agradecida la formación en su hogar donde la educaron en el respeto, en los valores, en las tradiciones. Reivindica como empresa para hoy “la voluntad de cultura que se debe estimular. Ella se vincula con el esfuerzo y el sacrificio”. Y nos confía su lema, encerrada en las palabras de Santa Teresa de Jesús: La verdad padece, pero no perece”.

Todo muy oportuno, para encarar este tiempo que Zorrilla resume en pocas pero ajustadas palabras: “desorden, desorganización, incertidumbre, tristeza, angustia”.

Se presenta neta la opción: el orden propuesto por esta gran argentina o la anomia moral, la confusión y el caos del pequeño Kicillof, apoyado desde sus inicios, marchando en todo codo a codo con él, menos en el tema del aborto, según lo declaró, el “Trucho” Fernández, que entonces era arzobispo de La Plata.

Buenos Aires, abril 11 de 2024

Bernardino Montejano

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