| 29 mayo, 2015 ROMA, 29 de mayo de 2015 – Con una coincidencia temporal perfecta, precisamente mientras en el Vaticano, hace cuatro días, el consejo y la secretaría general del Sínodo de los obispos preparaban con el Papa Francisco la próxima sesión de la asamblea, el mismo día, en la cercana Pontificia Universidad Gregoriana, los presidentes de las conferencias episcopales de Alemania, Francia y Suiza y una cincuentena de obispos, teólogos y expertos de estos tres países, capitaneados por los cardenales Walter Kasper y Reinhard Marx, discutían a puerta cerrada sobre la manera de hacer pasar en el sínodo sus tesis reformistas sobre los dos puntos más controvertidos: el divorcio y la homosexualidad. Alemania, Francia y Suiza se asoman al río Rin. Pero los asistentes a la reunión en la Gregoriana saben bien que la partida se juega en las orillas del Tíber, en Roma. Su ambición es ser, de nuevo ahora y como ya sucedió en el Concilio Vaticano II, la corriente ganadora de la renovación de la Iglesia universal: el Rin invadiendo con sus aguas al Tíber. Al final de la reunión, los alemanes han emitido un comunicado en el que dicen que han «reflexionado en particular sobre la sexualidad como lenguaje del amor y don precioso de Dios, en diálogo intenso entre la teología moral tradicional y las mejores contribuciones de la antropología contemporánea y de las ciencias humanas». Pero más que el comunicado, lo que es interesante es lo que los participantes se han dicho verdaderamente, según el resumen autorizado que de ello ha hecho el 26 de mayo «la Repubblica», el único periódico que ha participado en el encuentro y, por casualidad, también el único periódico que lee el Papa, según ha dicho él mismo: «Un sacerdote y docente habla con decisión de ’caricias, besos, coito en el sentido de llegar juntos, co-ire’, como también de ’lo que acompaña a las luces y las sombras no conscientes de las pulsiones y el deseo’. Un compañero suyo: ’La importancia del estímulo sexual representa la base para una relación duradera’. Se cita a Freud. Se recuerda a Fromm. ‘La falta de la sexualidad – se añade – puede igualarse al hambre, a la sed. La pregunta que la caracteriza es: ¿tienes ganas de sexo? Pero esto no significa desear al otro, si el otro no quiere. La pregunta debería ser: ¿tú me deseas? He aquí cómo el deseo sexual del otro puede unirse al amor'». El episcopado de Alemania es la punta más avanzada y combativa de este frente reformista. Su último pronunciamiento oficial – difundido en distintos idiomas a primeros de mayo – ha sido la respuesta al cuestionario difundido por Roma en vista de la próxima sesión del sínodo. De esta respuesta se deduce que en Alemania ya se pone en práctica ampliamente lo que el magisterio de la Iglesia prohibe y el sínodo debería aún discutir. A saber: la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar, la admisión de las segundas nupcias, la aprobación de las uniones homosexuales: > Sínodo. Los obispos alemanes ponen el carro delante de los bueyes Unos días después, el 9 de mayo, el Zentralkomitee der Deutschen Katholiken, la histórica asociación del laicado católico alemán, publicó una declaración aún más avanzada, reclamando la bendición litúrgica para las segundas nupcias entre divorciados y para las uniones entre personas del mismo sexo, además del abandono en bloque de la enseñanza de la Iglesia sobre anticoncepción: > Declaration of the Central Committee of the German Catholics Pero atención: esto no significa que toda la Iglesia alemana esté de acuerdo en estas posiciones. Al contrario. Entre los obispos como entre los laicos más acreditados no faltan las voces contrarias. Y en estos últimos días se han hecho oír con fuerza. El obispo de Passau, Stefan Oster, salesiano, nombrado por el Papa Francisco en abril de 2014, ha contestado punto por punto la declaración del Zentralkomitee der Deutschen Katholiken en una cortante intervención en su página de Facebook: > Hier einige Gedanken… Y ha recibido inmediatamente la adhesión pública de otros cinco obispos: Rudolf Voderholzer de Ratisbona, Konrad Zdarsa de Augsburg, Gregor M. Hanke de Eichstätt, Wolfgang Ipolt de Görlitz, Friedhelm Hofmann de Würzburg: > Zur jüngsten Debatte… Es interesante observar que entre estos cinco obispos está el de Würzburg, la ciudad en la que se reunió el Zentralkomitee der Deutschen Katholiken y en la que emitió su declaración con el silencio/asentimiento de la guía espiritual del comité, el obispo Gebhard Fürst de Rotenburg-Stuttgart, la diócesis que en los años noventa tuvo a Kasper como titular. Y es aún más interesante observar que los obispos citados, con la excepción del obispo de Görlitz, pertenecen todos a la región eclesiástica de Baviera: el resultado de esto sitúa en minoría (5 de 8) al cardenal Marx, arzobispo de Múnich, precisamente en esta región que es la suya y respecto a las cuestiones con las que está más comprometido. Pero hay más. También en el laicado de Alemania hay personalidades de renombre que cantan fuera del coro. Ha causado estupor a principios de mayo la severidad con la que Robert Spaemann, – considerado uno de los máximos filósofos católicos vivientes y amigo desde hace muchos años de Joseph Ratzinger -, ha criticado no sólo al episcopado alemán, sino al mismo gobierno del Papa Francisco, «autocrático» y «caótico» al mismo tiempo. Spaemann ha expuesto sus críticas en un coloquio con Hans Joas para el «Herder Korrespondenz», la revista de la editorial de la opera omnia de Benedicto XVI: > «Das Gefühl des Chaos wird man nicht ganz los» En estos días, además, ha salido contemporáneamente en Alemania e Italia un libro de un jurista y magistrado alemán que es una refutación radical, teórica y práctica, de las tesis del cardenal Kasper sobre la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar: > Rainer Beckmann, «Il Vangelo della fedeltà coniugale. Risposta al Card. Kasper. Una testimonianza», presentazione del Card. Paul Josef Cordes, Solfanelli, Chieti, 2015, pp. 128, euro 10,00. El autor, Rainer Beckmann, 54 años, es juez en Würzburg. Del 2000 al 2005 fue experto oficial en el parlamento federal alemán de las comisiones sobre derecho y ética en la medicina. Ha publicado ensayos científicos sobre el aborto, las técnicas reproductivas, la muerte cerebral y la eutanasia. Es vicepresidente de una asociación de juristas para la defensa de la vida y dirige la revista «Zeitschrift für Lebensrecht». Enseña en la universidad de Heidelberg. Pero como escribe el cardenal alemán Cordes en el prólogo del libro, Beckmann, padre de cuatro hijos, es también «un creyente que ha vivido personalmente el dolor de una relación fracasada y que, sin embargo, después del divorcio no ha empezado ninguna otra relación: quiere mantenerse fiel a su promesa de fidelidad… hasta que la muerte no os separe». Y precisamente por esto «su testimonio es apremiante en el plano pastoral, realista en el plano fáctico y obediente a las Sagradas Escrituras». Al final del libro, Beckmann subraya que el Papa Francisco, «en las declaraciones que conocemos», ni siquiera una vez se ha alejado de la doctrina tradicional de la Iglesia. Mientras que al contrario «la solución propuesta por el cardenal Kasper mina los fundamentos no solamente del sacramento del matrimonio, sino también de los de la penitencia y la eucaristía». Y concluye: «Si queremos transmitir la fe, nuestras acciones deben corresponder a nuestras palabras. Quien no vive lo que enseña no es creíble. Y tampoco es creíble quien no mantiene lo que ha prometido. Quien promete amor hasta la muerte, debe permanecer fiel hasta la muerte. Este es el camino en el que Jesús nos ha precedido». Son tesis de una radicalidad no diferente a la expresada en estos mismos días por un exponente muy autorizado de la joven Iglesia africana: el cardenal guineano Robert Sarah, nombrado en 2014 por el Papa Francisco prefecto de la congregación para el culto divino. Presentando el 22 de mayo una colección de libros preparatorios al sínodo, de cuya edición se ha ocupado el Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios sobre el matrimonio y la familia y que en Italia han sido publicados por Cantagalli, también Sarah ha insistido sobre la credibilidad del testimonio: «Sólo con la claridad se puede ser verdaderamente testimonios en un mundo que ya no soporta el Evangelio. La fe es el verdadero núcleo de las dificultades de la Iglesia». Y sigue: «Si la eucaristía es sólo una comida, podemos incluso dar la comunión a los divorciados que contradicen la alianza. Pero si un obispo, un cardenal no ve lo que la eucaristía es, es decir, el cuerpo de Cristo, y toma esta eucaristía como una comida de la que nadie debe ser excluido, perdemos verdaderamente el corazón del misterio». Un resumen más amplio de las palabras pronunciadas por Sarah el 22 de mayo: > Il cardinale Sarah: «La fede o niente» Y un retrato del personaje, con pasajes de su libro «Dieu ou rien», que pronto será publicado también en italiano, inglés y español: > Un Papa desde el África negra __________ Traducción en español de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares, España.
Los obispos alemanes combaten para abrir el camino al divorcio y la homosexualidad. Pero seis de ellos se han disociado. Y un jurista critica a fondo en un libro las tesis del cardenal Kasper. «Es una crisis de fe», comenta el cardenal africano Sarah de Sandro Magister