«Prometí que cuando se hiciera público el relevo de Rouco como Arzobispo Cardenal de Madrid, me tiraría a la ‘piscina’ para mojarme; y eso es lo que estoy haciendo».
Ya es oficial: Rouco Varela, Arzobispo Cardenal de Madrid acaba de conocer el nombramiento de su sucesor en la sede madrileña, Monseñor Osoro. Después de múltiples artículos donde se hablaba de una lucha enconada para colocar a su delfín, que si había entrado en una depresión post…, el D. Antonio María Rouco Varela engrosará en los próximos días la lista de los Obispos eméritos.
No tengo el gusto de conocer al nuevo Arzobispo de Valencia, ni elementos suficientes para emitir un juicio, como los expertos vaticanistas y de la Iglesia en España sí pueden hacerlo. No entro en si ‘conservador’ o ‘progresista’, si amigo del Papa y de su misma línea, si dado a la revolución o cercano a la realidad eclesial… ¡Da igual! A fin de cuentas Pastor ‘bueno’ de la Iglesia Católica.
Prometí que cuando se hiciera oficial el relevo del Cardenal –así se le conoce en sus ambientes eclesiásticos- me mojaría con mi opinión personal sobre esta figura de la Iglesia que ha llevado, de alguna manera, el timón de la Iglesia en España como Arzobispo de Madrid y Presidente de la Conferencia Episcopal Española.
Me baso en simples comparaciones, observando la realidad en la que me desenvuelvo habitualmente. No conozco los entresijos de la ‘política’ interior de los obispados –que tampoco sé si existen o no, o si afectan a la vida de las parroquias y comunidades-, ni me paro a reflexionar sobre los titulares y contenidos de artículos de prensa. Sólo pienso en las décadas difíciles que venimos experimentando en la Iglesia española. No me voy a parar a enumerar los enfrentamientos, las campañas de desprestigio, las amenazas internas y externas, los criterios episcopales sobre los ‘nuevos movimientos eclesiales’, el portazo en las narices que sufren algunas instituciones… amén de otras lindezas que vienen desde ámbitos externos y del interior de comunidades y parroquias. Si alguien quiere profundizar en este tema, que se lea la catequesis del Papa sobre los cotilleos en las parroquias.
Ante este panorama nada fácil, al Cardenal Rouco no le ha temblado el pulso. Con su piedad y su formación, con su entrega a la Iglesia, fruto de su amor a Cristo, nos ha dado lo mejor que tenía. Su prudencia, su magisterio, su forma de comunicar, el desarrollo de encuentros –Misión joven, JMJ Madrid 2011…-, la facultad de San Dámaso –¡verdadera facultad católica!-, Seminario en aumento en vocaciones… Dejo a los expertos que terminen de pulir sus obras y la aportación a la historia de la Iglesia.
Hace pocos días, en una tertulia familiar, un político de izquierdas, con compromiso social serio, me dijo que actualmente en la política no estaban los mejores y que eso era un serio problema, ya que aumentaban los oportunistas. Me apropio de esta verdad y me atrevo a decir que el Cardenal Rouco es de los mejores. Y de esos mejores, los están pasando a la reserva, a un segundo plano.
Pido fervientemente que los pastores de la Iglesia, en cuyas manos está la felicidad de los fieles, se vayan incorporando a la fila de los mejores.
Desde aquí le digo al señor Cardenal: ¡Muchísimas gracias! Que el Señor recoja el fruto del trabajo que usted ha sembrado.
«por sus frutos los conocerán» (Mt 7, 20) Este texto describe de manera clara y breve la obra del Cardenal Rouco en Madrid. Siendo yo de otra diócesis y extranjero, He tenido la oportunidad de conocerlo en muy diferentes contextos, de muy cerca y de lejos, y a pesar de que no es un gran orador o comunicador, si puedo decir que en el trato con la gente ha sido siempre muy cercano, se ha esforzado a lo largo de los años por ser mas amable, y de hecho, su gran labor ha estado oculta a los ojos del mundo: El Seminario, la excelente Universidad eclesiástica que ha dejado para Madrid, España y Latinoamérica, y los grandes eventos que revitalizaron la Iglesia de Madrid: La Misión Joven, la misa de las familias, y como broche de oro ( y así parece que lo pensó y lo curró), la JMJ de Madrid, impecable en su organización. Que el Señor le recompense su extraordinaria labor de pastor, vuelvo a repetir, oculta a los ojos del mundo.
Estoy de acuerdo con todo… menos con lo comunicar… mi madre no va a las misas con D. Antonio porque no se le escucha. Yo sólo he conseguido captar el mensaje oculto de sus homilías tomando notas delante. Ahora, escribiendo no hay quien le gane.