Teruel

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He estado fuera de Alcalá hasta ayer, estuve en Teruel dando una conferencia. Qué bonita es esa ciudad. Como siempre, lo que más me gusta de cada ciudad es la catedral. El estilo de ésta es peculiar a más no poder. Peculiar y muy bonita. En especial me maravilló el artesonado de su techo. Subí con la visita guiada hasta arriba y sentí mucho vértigo.
No siento vértigo si la valla me llega hasta el pecho, pero si estoy muy alto y me llega poco más de la cintura, sí que siento vértigo. Curiosamente, me gustan mucho las alturas, muchísimo. Pero tengo que estar seguro de que no me voy a caer.
En lo alto de la nave central de la catedral, no me sentía nada seguro. Durante todas las explicaciones de la guía estuve deseando que acabara. Todo eso de los mudéjares ornamentando las vigas estaba muy bien, pero yo ya me imaginaba cayendo hasta allá abajo, sobre los bancos. Qué lejos estaban.

También fuimos a Albarracín. Me costaba creer que puedan existir pueblos tan precioso, tan irrealmente hermoso. Molina de Aragón, donde comimos, también supuso un bonito paseo. Así como la hoz de Molina, creo que se llama así. 

Lo de la birreta sobre la cabeza no es por ser presumido, ¡tengo que proteger mi calva! Ya he ido dos veces a la dermatóloga. El sol del mediodía es muy malo para esa parte de mi piel. Ya estaba decidido a comprarme una boina, cuando una buena señora me hizo esta birreta que me puedo meter en el bolsillo cuando no la uso.

No es porque yo sea español, pero hay que reconocer que España es muy variada, grande y llena de pueblos. No sé qué van a hacer mis compatriotas en Las Vegas o en la Isla de Pascua si no conocen Albarracín y tantos otros lugares. Pero hay a quienes les debe producir algún tipo de placer experimentar el desfase horario. A mí los viajes que más me gustan son los cortitos de una hora o dos, y volver a casa a rezar completas.


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