Cuando gobernar supone elegir cómo se reparte el dolor

|











Lo interesante del gobernante, del que tiene el Poder, es que a veces hay que hacer elecciones entre lo malo y lo peor. En ocasiones, pocas, el que tiene un gran poder tiene la posibilidad de debilitar un mal muy grande a costa de permitir otro mal menor.
He tenido largas conversaciones con un amigo mío, profesor de universidad, acerca de mi opinión (llena de matices) respecto a cierto régimen autoritario de carácter hispano dominado por un gallego. Mi postura se resume en que cuando le preguntaron a Churchill por qué apoyaba (con armas y recursos) a la Unión Soviética frente a Alemania cuando la segunda atacó a la primera. La respuesta de Churchill fue: Si Hitler atacara al infierno, me aliaría con el Diablo para acabar con Hitler.
Imaginemos ahora que tenemos que elegir entre dos posibilidades dejar que Europa sea dominada entera por la Unión Soviética tal como era en 1940, o dejar que sea dominada por Alemania tal como era en esa misma época.
¿Los dos eran igual de malos? ¿Alguno era menos malo? ¿Alguno era más perverso pero, de hecho, hizo menos mal? Lanzo la pregunta. Yo me la llevo haciendo durante muchos años. Al final, no he llegado a una conclusión clara. Aunque sí que parece que, en términos tanto absolutos como relativos (muertes, torturas, represión) el régimen soviético fue peor, incluso incluyendo los campos de concentración, aunque descontando las muertes por la guerra. Insisto, parece que es así. Tampoco pongo mi mano en el fuego.
Lo interesante es eso: si hubiera que elegir, pero no se puede ir contra los dos, sino sólo contra uno, ¿qué monstruo nos parecería preferible con independencia de su perversidad, digamos, inherente? Yo sólo lanzo la pregunta. No tengo clara la respuesta.  

En la foto, Neville Chamberlain: un buen hombre que tuvo que tomar decisiones. En mi opinión, acertadas. 
Comentarios
2 comentarios en “Cuando gobernar supone elegir cómo se reparte el dolor
  1. Vamos a ver, padre Fortea, comprendo lo que dice en su artículo, pero si no matizamos las cosas, puede suponerse que al justificar ciertos comportamientos, estemos a su vez justificando la ceguera como virtud:
    Es cierto que Chamberlain, pretendía proteger la paz mundial a largo plazo, pero a su vez consideraba que ciertas cesiones en favor de los dictadores fascistas, (Mussolini, Hitler, etc), podría suponer un enfrentamiento bélico con los países por ese entonces democráticos, no criticando por ello, las anexiones por parte de Italia de territorios como Abisinia, o la crisis de los Sudetes relacionado con el III Reich.
    Al asegurar a Hitler que Gran Bretaña no intervendría en favor de Checoslovaquia, arrastró al presidente francés Dadalier a declarar que franceses e ingleses presionarían al régimen de Praga para aceptar las demandas alemanas. Esto, suponía el inicio de una serie de mal entendidos, ante lo cual, el mismo Chamberlain tuvo que justificar su postura personal ante la opinión publica británica, aludiendo que no era inteligente implicarse en una guerra que les quedaba muy lejas de su casa, por decirlo de alguna forma.
    Pero en contra de lo que él mismo esperaba, resulta que Alemania invade Checoslovaquia en marzo de 1939, lo cual, obligó a Chamberlain a MODIFICAR POR COMPLETO su política exterior. A partir de ese momento, (estamos hablando de septiembre de ese mismo año), todo se precipita, iniciándose la II Guerra Mundial.
    Abreviando un poco todo esto, Chamberlain se encontraba ya por aquel entonces en una situación delicada, tanto política como personalmente, siendo sustituido por el conservador Winston Churchill. A pesar de su apoyo personal a Churchill, su política fue duramente censurada, en cuanto que las cesiones dadas por Gran Bretaña al III Reich, fueron consideradas como «inútiles y humillantes».
    Es cierto que en las memorias escritas por Winston Churchill, muestran a Chamberlain como un personaje inteligente y bienintencionado, pero notablemente ciego y débil ante el expansionismo nazi; tampoco ahorró su crítica personal a su antiguo amigo, a quien muestra como CLARAMENTE IMPRUDENTE. Su imprudencia desencadenó gran parte de lo que vino después.

  2. He de reconocer P. Fortea que cada vez me cuesta más entenderle cuando habla del mundo. Tiene usted una gran misión como sacerdote exorcista. Tengo la plena seguridad de que su gran misión le dará las respuestas a todas las preguntas que plantea en sus divagaciones sobre el mundo, si la vive santamente. En caso contrario, acabará contestando esas preguntas con la mediocridad de la mayoría del cine europeo y del americano posterior a los años 50: Con la ambigüedad de lo gris, un gris sucio que lo tizna todo e impide ver el blanco deslumbrante de la luz. Ante las preguntas que plantea, ¿con qué respuesta le gustaría quedarse? ¿Con la de las tertulia-tómbola televisivas? ¿Con la del cine francés? ¿O con la del arcángel San Miguel?

    Estamos en este mundo, y hemos de vivir en él, con los pies en el suelo, pero siempre mirando hacia arriba, y no mirando hacia la teletómbola. Y por eso digo que me cuesta cada vez más entenderle, porque cuando habla del mundo me parece verle una línea teletombolera, como dando por sentado que lo políticamente correcto es nuestra aspiración, como si la respuesta ante las cuestiones de vital importancia no viniese del Cielo.

    Estamos viviendo momentos de vital importancia. Todos lo son, pero creo que el presente lo es más de lo habitual. Y las respuestas en momentos de esta importancia son la oración y los sacramentos. Con esas armas, la respuesta a sus divagaciones es trivial.

    Dios y toda la milicia celestial le asistan en su gran misión. Dios le bendiga.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *