El número de las víctimas en Irak es escalofriante. El daño que se está produciendo a estas vidas, a este país y en definitiva al mundo entero es irreparable. Es una tragedia que no tiene nombre. Sin embargo, puesto que las noticias que se reciben son tan terribles, se pierden en las estadísticas. Es demasiado grande para que nuestra mente pueda abarcarlo. Por eso les cuento esta historia que escuché hoy. Es para poner un rostro a la tragedia. No en el sentido que van a ver una foto o grabarse un nombre. No, por respeto a las víctimas estas cosas no van incluidas en esta crónica. Solo la noticia en sí, para que cada uno de ustedes pueda después, cuando escuche las cifras de los perseguidos, imaginar una historia similar en cada caso. Para que las estadísticas no tapen a la persona real que está sufriendo. Hoy vinieron a verme dos mujeres para pedirme el certificado de bautismo de varios miembros de sus familias. Como conté anteriormente es un certificado que necesitan para pedir la visa para dejar el país. Como siempre les pregunté si se iban y me dijeron que sí y me contaron el porqué. Ellas viven cerca de Bagdad pero tienen familiares en Qaraqosh, la mayor ciudad cristiana del país que hace unos días fue tomada por los terroristas del así llamado Estado Islámico. Prevenidos que la ciudad estaba por ser tomada, casi todos sus parientes abandonaron Qaraqosh con lo puesto, nada más se pudieron llevar. Pero tres de ellos no pudieron: la mamá de una de ellas es anciana y está enferma así que no pudo huir, y se quedaron con ella, el hermano de la señora que me contó el hecho y su esposa. Los terroristas los visitan diariamente para presionarlos que se conviertan al Islam. Hablan con el hermano de esta señora y viendo su negativa una y otra vez le dijeron que les dan unos días, pero que si no lo hacen se van a llevar a su mujer para dársela a uno de los combatientes y lo matarán a él y a su madre. En un momento que pudieron dejar la casa con el auto intentaron huir. Pero los detuvieron afuera de la ciudad y los hicieron volver. No dejan a ninguno de los cristianos que no pudieron huir antes de su llegada que se vayan de la ciudad. Solo les dan una opción: Islam o muerte. No pueden salir de la casa porque si sale la mujer sola se la llevan, si sale el hombre solo entran en la casa y se llevan a su mujer, y si salen los dos juntos toman la casa y dejan a la madre en la calle o la matan. Casi no tienen electricidad, tenían algunos víveres en la heladera pero ya casi se acaban y al no poder salir, no pueden comprar comida y casi no tienen agua. Los han cercado en su propia casa esperando que cedan, o mueran de hambre o sed. Los mismos vecinos, antes gente con la cual se llevaban bien, que se conocen de toda la vida, se han transformado en enemigos. Cuando los ven en el patio los urgen a que se conviertan y los maltratan. Los terroristas han sacado las cruces de las iglesias, las han desacralizado utilizándolas para otros fines, entran en las casas de los cristianos que huyeron y se llevan todo lo de valor, y destruyen sus negocios. Según esta señora son más las familias cristianas que han quedado en esta situación en la ciudad que lo que se informa. Según ellas son 150 familias. Todas ellas están solas sin nadie que las ayude. Todas ellas condenadas a morir lentamente o esperando que entren a matarlos. El señor que quedó allí con su madre y esposa les confesó que prefería que entren cuanto antes y los maten así se termina todo. Esta es solo una historia real de las miles que se viven en Irak en estos momentos. Es una historia que tenemos que recordar cuando escuchemos los números que se manejan. Porque es el único modo que las estadísticas dejen de ser solo números y lleguen a los profundo de nuestro corazón. Les pedimos oraciones por estas familias cercadas y aterradas en sus hogares. Que Dios les dé Su fortaleza. Recemos para que el mundo reaccione y termine esta barbarie. P. Luis Montes, IVE Misionero del Instituto del Verbo Encarnado en Irak
Terror y estadísticas
| 20 agosto, 2014
Los cristianos somos soldados derrotados de una guerra que, empero, tiene un vencedor:Cristo Jesús, Hijo Unigénito del Padre, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, el único Salvador de la humanidad.