El beso de San Francisco

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Hay una pasaje en la vida de San Francisco de Asís que siempre me ha cautivado y fascinado. Supuso un momento trascendental en su vida, un punto de inflexión a partir del cual decidió vencer todos sus miedos y entregarse al prójimo olvidándose de sí mismo.

Ese episodio, es el famoso beso al leproso de San Francisco. Francisco sentía aversión hacia los leprosos. Él mismo comentaba  «El Señor me concedió a mí, el hermano Francisco, que así comenzase a hacer penitencia: cuando estaba envuelto en pecados, me era amargo ver a los leprosos; pero desde que el Señor me condujo en medio de ellos y los traté con misericordia, lo que antes me parecía amargo se me convirtió en dulzura del alma y del cuerpo».

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Los leprosos le producían amargura, podríamos decir que le daban «asco», «repulsión», como nos puede pasar a nosotros. Un día, cuando estaba empezando a brotar en él, el deseo de entrega a Dios y de profundizar en sus enseñanzas, se topa con un leproso. En lugar de huir de él, en esta ocasión, se acerca e identificando al enfermo con Cristo, le besa las heridas infectas con misericordia.

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El leproso era el gran rechazado en aquella sociedad feudal y guerrera. El leproso era alguien, que como pasa con miles de personas hoy en día, ha perdido la conciencia de su ser persona, obligado a apartarse de la sociedad en el grupo de los marginados. Por ello el encuentro de Francisco y el leproso no es un mero relato bonito en la vida de un gran santo, sino una propuesta de vida y amor.

Paradójicamente, el enfermo curó al sano, y así San Francisco salió como un hombre nuevo de aquel encuentro con el leproso. La misericordia evangélica puede con cualquier aversión y amargura, transformándolas en alegría y gracia. Y ese encuentro le trajo la felicidad plena del que ama con misericordia.

La semana pasada, 800 años después, ante los ojos del mundo entero, de algún modo, se repetía la escena. El Papa Francisco abrazaba y besaba a un enfermo con un aspecto que -no os voy a engañar- en mí produjo lo que los leprosos en San Francisco antes del beso, amargura y repulsión. Me impresionó mucho la imagen y rápidamente me acordé de San Francisco.

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En los 8 meses de pontificado del Papa argentino se ha hablado de muchos «gestos» del Papa en los medios de comunicación: que si lleva zapatos negros y no rojos, que si lleva una cruz de plata, lleva el maletín de trabajo él mismo, viaja en un coche más barato…todos ellos son hechos resaltados por los medios de una manera desmesurada para lo que son en sí mismos, aunque muchos de ellos me gustan. Otros me parecen nimiedades.

Pero este gesto -que no es la primera vez que lo hace- los eclipsa a todos, es la misericordia evangélica plasmada en una foto. Alguien que se sabe enfermo y desfigurado, siempre señalado, rechazado…es besado y abrazado con amor paternal. De alguna manera en la plaza de San Pedro estuvieron presentes Francisco y el leproso. No exagero si digo que es la primera vez que vi sin ningún género de dudas al Papa Francisco como Vicario de Cristo. Francisco se identificó con Cristo, le representó.

Este gesto del Papa, no es para que le aplaudamos y nos vanagloriemos diciendo «que bueno es el Papa que tenemos» porque es un gesto. Pero en él, se nos quiere enseñar que esa misericordia es esencial en un cristiano, es como Cristo quiere que amemos, es como Cristo quiere que tratemos al débil, al apartado, al que sufre.

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«Las palabras pueden convencer, pero el testimonio arrasa» decía un obispo argentino la semana pasada a infovaticana. Pues en este caso espero que arrase. Y que los cristianos seamos capaces de dar ese paso. De dar el beso de la misericordia. El beso del Papa Francisco, el beso de San Francisco de Asís.

 

 

Comentarios
0 comentarios en “El beso de San Francisco
  1. Hay gente que dice que es un showman y lo hace por quedar bien….en fin. Pues ojala todos seamos asi de «showmans» y lo hagamos mas a menudo
    Bendito show!

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