Siete hermanas

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Artículo publicado hoy en el Diario Ideal, edición de Jaén, página 29

Nuevas hermanas de la Tierra han sido descubiertas. Nada menos que siete, que están a una corta distancia, solamente 40 millones de años luz. El alborozo en el mundo astronómico es muy grande porque un telescopio situado en tierras chilenas, pero manejado desde la nación belga, ha llegado a dar con estas hermanas, que desconocíamos tener esparcidas por el espacio.

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Algo es algo, con menos se consuelan otros. A los astrónomos no sé si colocarlos en el mundo de los poetas bucólicos y pastoriles, o en las cercanías novelescas de Julio Verne, o en el lugar de la ciencia con los pies en la propia Tierra. Siempre los tengo por grandes estudiosos.

En el libro del Génesis, cuando Dios creó el universo, el mundo con sus animales y plantas,   la primera pareja, lo hizo en seis días y al séptimo descansó.  La sabiduría divina entregó toda la creación al hombre, a quien lo hizo a imagen suya, dándole la recomendación de multiplicarse para que dominara todo lo creado, animales y plantas vivientes, seres animados e inanimados.

En esa orden se apoyan los astrónomos para escudriñar la inmensidad infinita de todo el  universo, por lo tanto hacen muy bien de poner nombre a las hermanas de la Tierra y todos los planetas que giran en torno suyo. Como ya han agotado la nomenclatura de la mitología griega y romana, ahora han optado por lo más fácil: ponerles letras del alfabeto fenicio.

Los Reyes Magos, antes de acudir hasta Belén a adorar al Hijo de Dios, recién nacido, vieron una estrella que los condujo hasta la cueva de pastores. Eran estudiosos de la astronomía. Por lo tanto, admiro a estas personas que llegaron a ser tan amigos del Jesús niño.

Más tarde, San Francisco de Asís, hablaba con la naturaleza creada por Dios proclamando su poderío sobre la hermana Tierra y el satélite Luna, y dialogaba con los animales del bosque de la región italiana donde predicaba el evangelio del Señor.

Con el descubrimiento de esas hermanas de la Tierra, los aficionados a la observación del universo interestelar, están haciéndose agua en la boca, porque han encontrado agua en algunos de las esferas en movimiento, lo que provoca, inevitablemente, la opción a encontrar vida en esos lejanos lugares y se presta a lanzar hipótesis sobre la calidad y sostenibilidad de esos posibles gérmenes de vida.

El descubrimiento de estas fechas nos pone en contacto con la inmensidad del  universo y la parquedad de los actuales seres humanos,  pobladores de la Tierra, ya que somos una mota de polvo dentro del gran espacio del que no conocemos todo el hondo saber que alberga en sus diferentes galaxias y sistemas solares.

Con la humildad de la primera pareja humana, hemos de admirarnos de la omnipotencia divina, creadora de todo el perfecto reloj del firmamento, y agradecerle a Dios que nos haya dado la capacidad mental para crecer, multiplicar y estudiar el  cielo, la tierra y todo lo que contiene dentro y fuera de ella, por lo tanto bienvenidas sean esas siete hermanas, que hasta ahora no sabíamos de su existencia.

La acción de gracias a Dios es la mejor manera de acabar hoy nuestro semanal encuentro en la páginas amigas de nuestro periódico, que ha cubierto la noticia con todo lujo de detalles, tal como merece una noticia tan importante para la ciencia de hoy y mañana.

Tomás de la Torre Lendínez

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