El enfado en el mundo periodístico es enorme. La estafa del padre de una hija con una enfermedad rara a diversos medios de comunicación, donde acudía a pedir campañas de solidaridad afirmando que tenía un equipo médico esperándole en una ciudad norteamericana para la curación de su hija, movía los corazones de espectadores, oyentes y lectores a colaborar económicamente.
Se ha descubierto que era un método de estafar y engañar, confesado por el mismo padre pedigüeño. La tribu periodística se siente que le han tomado el pelo con total impunidad, apuntan a que ningún trabajador de un medio de comunicación se deje engatusar por nadie, hasta no tener el caso perfectamente bien abrochado con todos los datos necesarios para no servir de pitorreo nacional. Como ha sido este caso.
La picaresca española escribe otro capítulo de engaños donde siempre está la sensiblería por medio para obtener fraudulentamente el dinero de los incautos. Nuestra literatura está llena de casos similares.
Para conocer más pueden pinchar en el siguiente enlace:
http://www.elmundo.es/sociedad/2016/12/07/5847f9f0268e3e5d578b45f5.html
Mal el engañante, pero todavía peor el engañado, por dejarse engañar cuando hay la obligación ética y profesional de contrastar las fuentes.