Hoy sábado ha sido coronada en Sevilla la Virgen de la Paz, procesionando por la capital ante la congregación de miles de sevillanos. La Hermandad se creó en 1940, a la finalización de una cruenta guerra civil, y a este hecho debe su nombre.
Desde la llegada de la muy democrática Segunda República, que no de la guerra, empezaron los atentados contra las imágenes y un período de ocultación de las mismas, empezando por la Quinta Angustia en una cripta de la capilla, siguiendo por la Soledad de San Buenaventura, encerrando a su virgen de rodillas en una caja de metal, haciendo lo mismo con el Cachorro, etcétera. El goteo de salidas procesionales suspendidas era constante, y la muy democrática República prohibió entre otras cosas el culto religioso fuera de los templos salvo autorización expresa, lo que a efectos prácticos y ayudado por la persecución, hizo que en 1933 ninguna hermandad pudiese realizar su estación de penitencia.
Poco después, en 1936, estalla la Guerra Civil y con ella el saqueo, incendio y destrucción de gran número de templos e imágenes, sufriendo importantes pérdidas San Roque, la Hiniesta, San Bernardo, los Gitanos, etc.
Ayer sábado, uno de octubre de 2016, la Virgen de la Paz fue coronada. No se ha dicho ni se ha previsto, pero hace exactamente 80 años de aquel otrora 1 de octubre en que Franco fue proclamado como Jefe de Estado, al comienzo de la guerra.
Hoy, lejos quedaron aquellos tiempos en los que independentistas, comunistas y socialistas se unían en un pandemónium que arrasaría a contrarios y a propios.
Mientras la Virgen era coronada con devoción, a Pedro Sánchez le quitaron su corona entre gritos. El PSOE actuó no por pundonor o responsabilidad, sino por lograr la supervivencia de quienes saben que conseguir un sillón a cambio de ceder importantes parcelas de poder es un negocio suicida a medio y largo plazo.
Los amigos de las exposiciones piromaníacas, del slogan «arderéis como en el 36», del laicismo por bandera, se matan entre ellos. La Virgen de la Paz ha sido coronada y arropada por su pueblo. Ante un frente popular postmoderno, ante una historia que parece que se repite y que aún se puede repetir, aparece la reina, se levanta, y los malvados caen de bruces.
La guerra continúa, pero nuestra reina es grande.
Y lo màs importante.
Está el resultado escrito de antemano. La Victoria es del Cordero.