Ay de los INMUNDOS blasfemos

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Santo-Temor-de-Dios La estigmatización de lo que significa el Santo Temor de Dios ha llevado a muchos males. Quienes caricaturizan este Don del Espíritu Santo (nada más y nada menos) y a quienes lo poseen, bien deberían plantearse si acaso su espiritualidad rebasa a la de tantos santos que precisamente alcanzaron su santidad por mirar a su Señor con extremo respeto. Hay un mandato sobre el que no se reflexiona lo suficiente. El de no tomar el nombre de Dios en vano. Y esto, en su literalidad, no significa solo la evición del perjurio, sino que implica no usar el nombre de Dios para cualquier cosa. Chistes con Jesús o con el Padre, ninguno. Ya lo dice el Evangelio: hasta de las palabras ociosas tendremos que dar cuenta. Y no es falta de humor, es que hay cosas que no hacen ninguna gracia, salvo a los orates. La banalización a la hora de acercarse a Jesús es cosa grave; no solo la blasfemia ofensiva, sino también el desposeer a Cristo de su divinidad y ningunearle, rebajarle, vulgarizarle, y faltarle el respeto. Esto es también blasfemia. En este proceso al que la sociedad ha llegado, anda por medio un largo y ladino proceso que consistía en defender a Jesús a cambio de desfigurarle. Defenderlo pero mostrándole como un simple hippy filántropo. Estos caminos al final llevan al mal puerto que muchos denunciaban. Del Jesucristo SuperStar, del Jesucristo revolucionario, del Jesucristo hippy, del Jesucristo de simpatía mundana, al Jesús tratado con irreverencia en El Mundo. También los soldados colocaron una corona de espinas como burla. ¡Ay de ellos! ¡Ay de estos!  

Comentarios
0 comentarios en “Ay de los INMUNDOS blasfemos
  1. La mofa de las religiones o de lo sagrado es de lo más repelente que puede salir de la mente humana y nuestros obispos siguen manteniendo como portavoz a un defensor de blasfemos.

  2. Pues si, veritas, la decadencia moral de nuestra civilización
    occidental es patente.
    Quizás esto permite que la luz de
    la santidad, cuando exista, brille
    con más fuerza.
    Jesús nos dijo que El había vencido
    al mundo, a sus tinieblas, a su pecado…
    Por El nuestra esperanza es firme.

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