UNA RELIGIÓN ATEA

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Curso online "Historia del budismo: de la India a Japón" - Casa Asia

UNA RELIGIÓN ATEA

Inmersos hace unos días en el tema del ateísmo, hoy nos ocuparemos de una religión atea: el budismo y de un insólito mensaje del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso del Vaticano, dirigido a los budistas de todo el mundo con motivo de la fiesta de Vesak, que conmemora el nacimiento, la iluminación y la muerte de Buda.

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El budismo es una religión sin Dios; incluso en él faltan los conceptos de alma y de persona. Hace años durante un viaje a Guadalajara, Méjico, para participar en un simposio “Claroscuro de los derechos humanos”, conocimos al cardenal Juan Sandoval Iñíguez, recio arzobispo, hombre sin vueltas, quien nos regaló un libro de su hermano, el sacerdote José Sandoval, misionero durante muchos años en Corea del Sur, titulado: “Budismo y Cristianismo ante el Dolor”.

El misionero escribe que Buda, cuyo nombre histórico es Siddharhta Gotama, nació en el año 543 a. C. en el norte de la India, en los confines con Nepal. Buda es un epíteto proveniente del verbo Budh, que significa despertar, es quien ha despertado a la verdad, el “Iluminado”.

Buda tuvo cuatro encuentros: con un anciano, que le hizo sentir la fragilidad del hombre, con un enfermo, en el que consideró el dolor que castiga al ser humano sin misericordia, con un cadáver, que lo hizo meditar sobre la inconsistencia de la vida y con un monje itinerante, quien le hizo comprender que alejarse del mundo y renunciar a las ambiciones encierra una gran dosis de sabiduría.

Buda no escribió nada, nunca se hizo pasar por divino… solo es el Maestro iluminado que guía a sus discípulos por el buen camino. Enseña que el dolor, un mal cósmico, está presente en todas partes.

Los hombres buscan librarse del dolor, unos entregándose sin freno a los placeres, con lo cual lo aumentan, otros se entregan e exageradas prácticas de penitencia, con lo cual se acarrean más tormento y dolor. Buda exhorta a huir de los extremos y escoger la vía media o el camino del centro.

Dos virtudes se deben practicar: la vigilancia y la compasión universal, una actitud de benevolencia hacia todos los seres: humanos, animales, plantas, todo lo que hay en el mundo; recomienda la limosna para combatir el egoísmo.

Enseña que “con la dulzura hay que vencer la cólera, con el bien hay que vencer al mal, con la liberalidad la avaricia, con la verdad la mentira”.

Buda se refiere al deseo, que es múltiple en sus manifestaciones; nuestros deseos nos atraen sin cesar a los bienes terrestres y crean lazos cada vez más estrechos y difíciles de romper. La sed de existencia, que tuvimos en la vida anterior, suscitó nuestra existencia actual. Los deseos acumulados a lo largo de la vida, nos encadenan a ella cada vez más. En el momento de la muerte, la sed que tenemos de seguir viviendo, nos hará renacer en una nueva condición.

La supresión de todo deseo lleva al un estado de felicidad sobrehumana que se designa como el NIRVANA, el Absoluto en el que cree el budismo; es la quietud total, la paz inconmovible, la satisfacción suprema, un estado de serenidad y de beatitud.

Desde una perspectiva metafísica podemos señalar que en el budismo no existe el ser, solo flujo de fenómenos, estados sucesivos.

No admiten la existencia del alma individual y su meditación nada tiene que ver con la verdadera oración, que es elevación del alma a Dios. Por otra parte, la visión negativa del budismo se opone al sentido positivo y esperanzado de la ascética y moral cristianas.

Vamos al texto del mensaje vaticano que dice: “Buda impartió la sabiduría eterna de que el odio nunca se aplaca con odio en este mundo” y apela al pensamiento de un budista: “permítannos invocar la sabiduría eterna del venerable Maha Ghosananda, testigo de los horrores del genocidio camboyano y la inspiración para la Peregrinación de Paz, quien nos insta a eliminar las minas terrestres de odio de nuestros corazones”. Ayer, en nuestra nota, hablamos de Camboya y su tragedia; nuestro respeto y solidaridad con tantas víctimas del maoísmo comunista.

El mensaje termina así: “Todos nosotros estamos llamados a redescubrir y valorar estos valores encontrados en nuestras respectivas tradiciones, dar a conocer mejor a las figuras espirituales que las encarnan y caminar juntos por el bien de la paz”.

“Sabiduría eterna” de Buda y de uno de sus discípulos, cuando la única sabiduría eterna es la de Dios, uno y trino; un “venerable budista” trucho, porque no fue declarado tal por la Iglesia.

Un lector, aconseja a los integrantes del dicasterio la lectura del libro de nuestro amigo, el P. Federico Highton “Tinieblas tibetanas”, para que se enteren “de la abismal lejanía y total incompatibilidad entre Cristo y las enseñanzas budistas”, pero a esos oficinescos la verdad no les interesa.

Este dicasterio fue instituido por el papa; se nota por la falta de cultura religiosa del burócrata que redactó el mensaje, porque no debemos olvidar que confirmando el genial anticipo de Platón, acerca de quienes rodean al tirano, Francisco eliminó de su entorno lo mejor: Pell, Müller, Sarah, Ladaria y se quedó con lo peor: Parolin, el verdugo de los católicos chinos, Sánchez Sorondo, para quien el comunismo chino es el que mejor aplica la doctrina social de la Iglesia, Roche, el enemigo de la forma extraordinaria, el “Trucho” Fernández, destructor de años de esfuerzos ecuménicos para imponer torcidas bendiciones.

Buenos Aires, mayo 9 de 2024. Bernardino Montejano

Comentarios
2 comentarios en “UNA RELIGIÓN ATEA
  1. La maledicencia y el odio son contrarias a lo que nos enseñó Jesús. Cristo no nos enseñó a ser «haters» en internet. Como cristiano he conocido y vivido en Asia con numerosas comunidades y practicantes budistas. La soberbia y la superioridad moral auto atribuída, la demonización de los demás, no nos hacen mejores cristianos. Jesús no aprobaría el rencor ni la maledicencia. Acérquense al prójimo y dejen de odiar

  2. El budismo no es una religión, otra cosa es que los budistas lo hayan convertido en eso, pero originalmente no era una religión, era una filosofía, y todos y cada uno de los datos sobre la vida de Buda (si es que existió, que esa es otra) provienen de fuentes muy tardías. Por no saberse, ni siquiera se sabe en qué fecha vivió exactamente.

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